Carta a la Hipertensión y al Ictus

    lunes 21.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Por el Dr. José María Ferrer

Buenas tardes hipertensión,

No sé muy bien por qué te escribo esta carta, ni si la leerás algún día. Digo esto porque parece como si no existieras, como si fueras invisible. Sé que eres silenciosa, no sentimos tu presencia, no te oimos ni te vemos aparecer.

Te instalas en nosotros sin pedir permiso, sin que nos demos cuenta, como pasó en mí. Descontrolas nuestros vasos, nuestro corazón, nuestros riñones y hasta nos dejas en ocasiones sin vista. Eres silenciosa, sí, y muy peligrosa. Eres capaz de atacar nuestro cerebro en forma de ictus, de agrandar nuestro corazón y de hacer que esté hipertrofiado como si estuviéramos yendo al gimnasio cada día para ganar musculatura. Puedes llegar, incluso debutar sin previo aviso en forma de angina de pecho, infarto de miocardio, arritmia o insuficiencia cardiaca. O incluso, a veces, provocar roturas en nuestras “cañerías”: las arterias.

Pero podemos hacer muchas cosas para mantenerte a raya. Lo primero, tomarnos la tensión de vez en cuando para detectarte cuanto antes. Sabemos que aumentas con cada kilogramo de peso que nos sobra. Te ayuda el sedentarismo, la dieta rica en grasas, el consumo nocivo de alcohol, el maldito tabaquismo y el estrés.

Para prevenir tu aparición sabemos que es importante tener hábitos de vida saludables, la importante y muchas veces olvidada "Dieta Mediterránea" y el ejercicio físico.

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Cuando apareces lo haces “de por vida”. No nos dejas ni a sol ni a sombra y necesitamos en muchas ocasiones fármacos para controlarte. Medicamentos muchas veces con nombres impronunciables pero que consiguen mantenerte a raya.

Después de esta breve introducción querida hipertensión te voy a recordar cómo apareciste y cómo me complicaste la vida.

Tuve noticias tuyas hace aproximadamente doce años, es probable que incluso vinieras antes. Me tomaron la tensión en un reconocimiento de empresa y aunque la tenía alta, pensé que sería algo puntual y no te di importancia. Al fin y al cabo me encontraba fenomenal, me sobraban unos kilos pero por lo demás me consideraba una persona sana.

Año tras año fui acudiendo a mis reconocimientos anuales en el trabajo y un año 145/90, otro 150/100, pero yo me encontraba bien así que ni caso. He de decir que al final del reconocimiento siempre me recomendaban acudir a mi Médico pero nunca fui. Hasta que ahora en abril hará siete años, estaba durmiendo y me desperté. Empecé a notar algo raro en mi brazo y en mi pierna izquierdos, era una sensación agobiante, no podía moverlos. Creía que estaba soñando, pero no era un sueño, tenía la mitad de mi cuerpo paralizada. Me tocaba con mi mano derecha y no sentía nada como si tuviera esa parte de mi cuerpo sin vida. Desperté a mi mujer no sé cómo porque no podía articular bien las palabras. Parecía como si mi lengua hubiera duplicado su tamaño, no podía expresarme bien.  

       
Milagros, mi mujer, se despertó, encendió la luz, y me vio allí tendido en la cama con mi cara desviada, la mitad de mi cuerpo paralizado y emitiendo unas palabras ininteligibles para ella. Qué suerte tuve, sin duda puedo escribir esta carta gracias a ella. Rápidamente llamó al 112 y aunque me pareció una espera larga sé que no tardaron más de 10 minutos. Aparecieron en mi casa no menos de cuatro personas, me llenaron de cables,  me pincharon, me pusieron creo que oxígeno, a lo lejos podía sentir los llantos de mi mujer.

Rápidamente me trasladaron al Hospital y me llevaron a una sala en donde había un montón de gente, estaba muy asustado. Una mujer no sé si era médico o enfermera, me cogió la mano. Me dijo que estuviera tranquilo que todo iba a ir bien, que mi mujer estaba en la sala de espera. Me fue explicando todo lo que me iban a hacer. No se separó de mí en ningún momento. Fue muy importante para mí.

Me trasladaron a una sala supongo de radiología para hacerme un TAC, estaba rodeado de cables, aparatos y personal sanitario, todos pendientes de mí. Me pincharon de nuevo, y no sé cómo ni por qué, sentí como si estuviera recobrando la vida de nuevo, empecé a sentir de nuevo mi brazo y mi pierna, podía hablar. Fue como recobrar la vida de nuevo. Fue algo mágico.

Después me contaron que fue la rapidez lo que me dio la vida. Fueron mi mujer, la UVI móvil, el Hospital. Todos juntos consiguieron que yo siga aquí, como si nada. Me explicaron que la rapidez hizo que pudieran disolver a tiempo el trombo que estaba obstruyendo una de mis tuberías de la cabeza. Impidiendo que llegara sangre a una zona de mi cabeza, de haber estado más tiempo así, los daños habrían sido irreversibles.

Ahora soy consciente de este regalo que ha sido volver a nacer. Cuido mi hipertensión arterial, mi colesterol, mi peso. No puedo despreciar este regalo en forma de vida. No eres consciente de la salud que tienes hasta que la pierdes. En mi caso, fueron unas horas en las que cada minuto fue vital para mi recuperación. Pero fue en parte mi imprudencia, el no saber darle la importancia suficiente a mi alterada tensión arterial, a mi colesterol, a mi peso. Igual que estoy escribiendo esta carta podría no estar aquí ya, o encontrarme en una silla de ruedas impedido y dependiendo de todos para todo.

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En mi caso yo pensé que tener hipertensión arterial no era importante y lo era, tanto, que me pudo costar la vida. Estoy con tratamiento para ello y sé lo importante que es tomarlo cada día. Mi final fue un final feliz y el principio de una nueva vida donde invertir en salud es una de mis prioridades.

(Con cariño a José y Milagros que tan generosamente habéis compartido vuestra historia. Sois fantásticos. Con cariño a todos los profesionales sanitarios que conseguís controlar la hipertensión y sus complicaciones. Qué importante es el tiempo en el Infarto y en el Ictus. Con cariño a todas las personas y familias que sufren las consecuencias del ictus, el infarto, y a las asociaciones de pacientes que tanto apoyo dais.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   21.mar.2016 01:04    

El impacto emocional del diagnóstico de cáncer

    miércoles 16.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Por el Dr. Fernando Mora

El diagnóstico de cáncer supone un impacto emocional para la persona que lo padece. Se calcula que hasta un 25-30% podrían tener un episodio depresivo, lo que supone un riesgo tres veces mayor que la población general. Cabe decir, por otra parte, que la tristeza es una emoción normal cuando a una persona le comunican una noticia negativa respecto a su salud, como es -en este caso- el cáncer.

Sin embargo, más allá de padecer una depresión o no, sí que aparecen una serie de emociones que pueden afectar negativamente a la persona. Entre ellas se encuentran el miedo, la rabia y la culpa. Cada persona puede presentar algunos o todos estos sentimientos y cada una los manejará de distinta manera.

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Miedo: Algunas personas tienen miedo al sufrimiento, “a pasarlo mal”, temen a la posibilidad de tener dolor o síntomas físicos, también a los tratamientos y sus efectos secundarios. Otros le temen al cáncer en sí, a la incertidumbre sobre el pronóstico de la enfermedad “qué me va a pasar”, apareciendo pensamientos respecto a la muerte y a la posibilidad de que esta sobrevenga.
Todos estos pensamientos son muy normales, la comunicación del médico con el paciente es fundamental: ofrecer información y resolver las creencias (muchas veces erróneas) ayuda a aliviar estos miedos.

Rabia: el diagnóstico de cáncer en ocasiones deja a la persona en estado de “shock”, sin ser capaz de creerse lo que está pasando con pensamientos como “esto no me puede estar pasando a mí”, “no es justo”. Es normal que se pregunte por qué le ha pasado esto o piense que la vida le ha tratado injustamente. Suele asociarse a sentimientos de rabia, ira e impotencia ante la situación. Si bien muchas personas son capaces de canalizar esta rabia e ir haciendo que desaparezca progresivamente; otras dirigen su enfado hacia familiares, amistades o profesionales de la salud.
Hay que entender que por lo general, esto no se hace a propósito, lo que sucede es que están tratando de canalizar y desahogar sus sentimientos, aunque no sea de la forma más adaptativa: lo que necesitan es ser escuchados.

Culpa: Se trata también de un sentimiento frecuente. Por una parte la culpa puede venir en relación con pensamientos sobre si hubiera podido percibir antes los síntomas, acudido al médico y haberlo detectado precozmente. Por otra, la culpa puede tener que ver con preguntase a si mismo si algo que hizo pudo haber causado el cáncer (exposición a sustancias cancerígenas, malos hábitos de vida). Resolver el sentimiento de culpa es clave para el bienestar de la persona, es un sentimiento que genera aún más sufrimiento. No existe nada que sea justo sobre el cáncer y nadie merece padecerlo.

La forma en la que el diagnóstico afecta emocionalmente a una persona depende en gran medida de los recursos psicológicos personales y de su capacidad de afrontamiento. Esto implica sus propios rasgos de personalidad (“su forma de ser”), las creencias, experiencias o percepciones que tiene respecto a esta enfermedad, su pronóstico y los tratamientos que se utilizan. Todo esto ayuda a determinar lo que el cáncer significa para él o ella y cómo va a manejarlo.

En este sentido, la comunicación médico-paciente es fundamental, los profesionales sanitarios que atienden a personas con cáncer deben trabajar desde la empatía y la comprensión, ofreciendo información en un lenguaje natural y adecuado a lo que el paciente quiera saber, y explorando las emociones y preocupaciones que pueda tener porque, como hemos visto, son fundamentales para la persona.

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De forma general a las personas diagnosticadas de cáncer se les recomienda tener un papel activo en el tratamiento dado que esto mejora la calidad de vida, confiando en los profesionales de la salud e intentando -en la medida de lo posible- continuar con su vida habitual y cambiar aquellas cosas que le hagan sentir mal. Entre las recomendaciones para mantener este rol activo están:


1.-  Disfruta de las personas que te quieren.
2.- Intenta ser optimista.
3.- Disfruta de las cosas buenas.
4.- Cuídate.
5.- Potencia las emociones positivas.

 

Resulta difícil enfrentarse a un diagnóstico de cáncer y padecer esta enfermedad no es fácil. Aceptar el diagnóstico y descubrir lo que el cáncer significará en su vida es un reto; pero con un papel activo, el apoyo de la familia y la ayuda de los profesionales de la salud, es posible conseguirlo.

Más información:

Impacto emocional del cáncer
Psico-educación para pacientes de cáncer de mama

 

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   16.mar.2016 23:36    

Un recorrido por el cáncer

    miércoles 16.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Por la Dra. Bárbara Pagán

El cáncer constituye a día de hoy la segunda causa de mortalidad en nuestro entorno, afectando a más de 200 pacientes por cada 100.000 habitantes. Quién más o quién menos conoce o tiene algún familiar o amigo que ha pasado por esta experiencia. Su diagnóstico y tratamiento desde el punto de vista médico, y su afrontamiento desde el punto de vista de familiares y pacientes, es todo un reto.

Desde aquí nos gustaría, a través de la información, apoyar a todos aquellos que se han visto o se ven en esta lucha para poder afrontarla con mayor seguridad. Vaya de antemano que la importancia de los tumores a día de hoy conlleva un incremento en el desarrollo de nuevos fármacos para su tratamiento, así como de técnicas quirúrgicas que han hecho aumentar de forma muy significativa la supervivencia en los últimos años. También los programas de detección precoz y cribado han contribuido significativamente a este hecho. En este punto España tiene una media de supervivencia por encima de la media europea.


EL DIAGNÓSTICO
HAY QUE DESTERRAR LA IDEA DE QUE EL DIAGNÓSTICO DE CÁNCER ES EL DE UNA ENFERMEDAD INCURABLE

Muchos pacientes, al recibir el diagnóstico de que tienen esta enfermedad, lo sienten como si fuese una sentencia. A día de hoy tenemos muchas opciones para tratar el cáncer, que si no en todos los casos consiguen la curación, en muchos el objetivo es estabilizar la enfermedad para asegurar años de vida. En muchos casos nuestro objetivo será la mejoría y cronificación de la enfermedad, aunque esta no llegue a desaparecer.


Si bien el diagnostico supone una mala noticia, lo cierto es que el paciente se encuentra en la misma situación que 24 o 48 horas, cuando acudió al hospital por la razón que fuese, y estaba haciendo su vida habitual. Por tanto, no se convierten en “enfermos graves” de un momento a otro sólo por el diagnóstico, y no debemos tratarlos como tal, limitando su vida. Ciertamente precisa de un tiempo de adaptación en el que tanto el paciente como la familia perciban que la situación física sigue siendo la misma, que no hay un deterioro rápido de la misma con nefastas consecuencias, y mientras, ponemos en marcha la maquinaria de tratamiento para parar o curar la enfermedad. Es imprescindible siempre mantener el objetivo en el horizonte, el saber que aunque ahora venga un periodo algo más duro, el objetivo es a medio plazo.


En este punto, igual que en todos, la familia es un pilar fundamental, que deberá apoyar al paciente en la medida que lo vaya necesitando, dejando siempre que se adapte según sus propios tiempos.

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DURANTE EL TRATAMIENTO
Una vez que iniciamos el tratamiento, la sensación de lucha contra la enfermedad y de estar activos frente a ella es mayor, lo que ayuda al afrontamiento del diagnóstico. Los tratamientos actuales van cada vez más dirigidos de forma especifica contra los distintos tipos de tumores. Cada vez son más los marcadores de los que disponemos que nos orientan a saber si obtendremos o no respuesta al tratamiento. Esta medicina cada vez más personalizada es la que garantiza la mayor tasa de curaciones que obtenemos.


Aunque la tolerancia a los tratamientos cada vez es mayor, sí pueden presentarse algunos síntomas como cansancio, falta de apetito o perdida de sabores. La alimentación es un factor fundamental durante el tratamiento y durante todo el curso de la enfermedad, por ello es muy importante insistir en una alimentación variada. No obstante y dado que como parte del efecto secundario de muchos tratamientos el apetito y los sabores se ven reducidos, hemos de ofrecerles los alimentos que les apetezcan, y siempre ser comprensivos ya que comer sin apetito es difícil. Deberemos llegar a un compromiso intermedio para la alimentación.


También es importante la actividad física. Siempre sin presionarles y dándoles tiempo a recuperarse de los efectos del tratamiento. Tanto para la recuperación como para el mantenimiento de la funcionalidad e incluso de la propia autoestima, es importante que mantengan la autonomía, incentivándoles a salir y caminar. Aunque se cansen y haya que hacer varias paradas intermedias, el salir y pasear favorece la recuperación anímica y física. Durante el tratamiento, pueden requerir cuidados más intensos por efecto del mismo. La Asociación Española Contra el Cáncer  dispone de información y ayudas sobre recursos que puedan ser necesarios en domicilio (sillas de ruedas, camas articuladas…).

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DESPUÉS DEL TRATAMIENTO
Una vez superada la enfermedad o estabilizada, sobre todo al inicio, no puede evitarse vivir con cierta incertidumbre sobre el qué pasará. No obstante, muchos pacientes salen reforzados de esta experiencia, ya que aprenden a vivir el momento y a relativizar problemas que antes les inquietaban.
En caso de que el desenlace no sea el deseado o bien el estado del paciente al diagnóstico no permita el tratamiento, es nuestra obligación preparar a la familia y al paciente. Normalmente es más fácil aceptar lo que nos va a pasar a nosotros que lo que le va a pasar a un familiar cercano. La correcta información durante todo el proceso facilita la preparación tanto de recursos como anímica. Los médicos de familia y las unidades de cuidados paliativos a domicilio (ESAD) serán el apoyo fundamental en estos momentos.

Os dejo aquí el enlace con el libro Mitos y Realidades en Oncología, que creo puede ser de mucha utilidad a la hora de entender y afrontar esta enfermedad.  

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   16.mar.2016 23:00    

Carta al cáncer

    domingo 13.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    1 Comentarios

Un mensaje de esperanza por el Dr. José María Ferrer

Buenas noches,

He pensado escribirte porque creo que eso me ayudará a desahogarme. Probablemente soltaré más de una lágrima recordando como viniste, lo que me causaste, mis miedos, mis esperanzas, mis apoyos. Tantos sentimientos juntos que no sé como empezar ni como acabaré.

Empezaré por el principio. Tuve la primera noticia de tu llegada un 24 de diciembre de hace 6 años. Un día injusto para que alguien como tú aparezca, aunque bien es cierto que ningún día eres bienvenido. Me levanté esa mañana y noté algo raro en mi mama, una especie de bulto, no hacía más que palparlo pensando que al intentar volver a tocarlo ya no estaría. Pensé “no será nada” “no puede ser algo malo, yo me encuentro bien” pero en el fondo estaba asustada, muy asustada pensando que podrías ser tú.

Fueron días duros, de incertidumbre, de no poder dormir, de no poder concentrarme ni pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de que hubieras aparecido. Como era Navidad no acudí al médico para que me hicieran una mamografía hasta pasados unos días. Fueron unas fiestas tristes, duras y eternas hasta la mamografía. ¡Qué importante es el tiempo en estos casos!

Acudí con Jose, mi marido, a mi médico de familia con el resultado de la mamografía. Los tres sabíamos que los resultados no eran buenos aunque no había una certeza absoluta de que fueras tú. A partir de entonces empezó todo, visitas a ginecología, más pruebas hasta que finalmente el diagnóstico no ofrece dudas: eres tú, un cáncer. Un cáncer de mama.

El día que me dieron la noticia, aunque intenté estar preparada para lo peor, estaba deseando que fuera una falsa alarma. No quería oír otra cosa. Cuando me dijeron que eras tú, que lo que tenía era un cáncer de mama, me quedé paralizada, no reaccionaba, no puedes creer que te esté pasando a ti, no escuchas, no hablas. Los médicos te explican cómo va a ser todo, qué pasos a seguir para vencerte, el tratamiento, sus consecuencias, tu curación, pero tu cabeza no entiende nada, estas bloqueada, sólo quieres llorar y salir corriendo de allí.

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Cuando intento recordar ese día lo recuerdo como un día raro. Cuando Jose y yo salimos de la consulta, nos miramos y nos abrazamos sin decir nada, no teníamos palabras.  Íbamos por el hospital en silencio, como dando tumbos, perdidos, como si no supiéramos donde ir. Jose intentaba tranquilizarme, hacer como si no pasara nada, pero no podía, no podíamos…

Después de este primer golpe, vino otro, darle la noticia a la familia. Yo ese día no podía ni hablar, así que fue Jose quien se lo comunicó a todos, familia, amigos, compañeros de trabajo. Creo que nunca había tenido que dar una noticia tan mala, y aunque quería hacerse el fuerte, no dejaba de llorar.

Seguramente las personas que más han sufrido con tu llegada aparte de Jose por supuesto, han sido las madres, mi madre y la suya. Siempre cuando hablaba con ellas intentaba transmitirlas que me encontraba bien, que estuvieran tranquilas, que te estaba venciendo... pero son madres, y sufren como madres.

Pasan los días y después de mucho llorar y llorar , de llenar cubos y cubos de lágrimas, es el momento de asimilar la noticia, de mentalizarse de que todo va a ir bien, de sentir que me voy a curar, de que te venceré.


El 8 de marzo de hace 6 años fue mi primer tratamiento de quimioterapia. Ese primer día no se me olvidará nunca, estaba muy nerviosa, todo el mundo conoce a alguien que ha pasado por lo mismo, y parece que sólo escuchas las cosas negativas, los efectos secundarios, que no les fue bien. Tenía miedo, mucho miedo. Ese primer día estuve acompañada por un enfermero que al verme la cara de susto que llevaba, no se separó de mí hasta el final de la sesión. Desde aquí aprovecho para dar las gracias a todos los profesionales que nos ayudan a vencerte. Son todos tan importantes...

Al contrario de lo que me esperaba, la sesión fue estupendamente, en ningún momento me encontré mal y salí de allí positiva, fuerte y con ganas de luchar para curarme. Pero todavía me esperaban momentos duros.

Otro de los que peor recuerdo fue la caída del pelo, quedarte con puñados de pelo en las manos, en la ducha, en la almohada. Jose me rapó la cabeza y no podíamos dejar de llorar al mirarnos en el espejo. Sé que es difícil, pero qué importante sería que hubiera una normalización social, naturalizar esos cambios. Que nos acostumbráramos todos a ver a alguien como estuve yo en aquel momento, sin pelo, como algo normal, natural. Creo que eso nos ayudaría mucho.

Una vez superado también ese mal trago, seguimos con las sesiones de quimioterapia,..14, 15, 16. Al fin no me quedaban más, ¡no me lo podía creer! De nuevo otra etapa de pruebas y más pruebas para ver si te habías reducido. Otra vez nervios, incertidumbre pero mucha, muchísima esperanza. Esta vez las noticias son buenas, te has hecho pequeño, y ahora es elmomento para eliminarte, viene la cirugía.

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Me operan y buenas noticias, todo ha ido bien. Hay algo que mi médico recuerda siempre y es ese momento tras la cirugía, ya dada de alta, cuando me llamó para darme el resultado de la anatomía patológica (lo que analizan cuando te operan). Estaba todo quitado. Ellos se alegran contigo, no lo sufren igual, claro que no, pero lo sienten. Tanto lo bueno como lo malo.

Después vinieron unas sesiones de radioterapia para asegurar la victoria contra ti y ya iba viendo la luz al final de ese largo túnel que es el tratamiento para vencerte.

Todavía me emociono recordándolo todo, de hecho se me han caído algunas lágrimas escribiendo esta carta y aunque he tenido días en los que he estado muy triste, muy cansada, muy dolorida y muy enfadada, los momentos buenos han superado a los malos. Tú has servido para afianzarme, para sentirme fuerte. Cuando echo la vista atrás y pienso en todo lo que he vivido, pienso que si he superado algo así, podré con todo. Tú me has convertido en una persona más fuerte, más positiva. Tú has hecho que cada día merezca la pena ser vivido, que lo importante sea verdaderamente lo importante. He aprendido a que los lunes son igual de maravillosos que los viernes, que hay pequeñas cosas que me había perdido y ahora me parecen fantásticas: un paseo, mirar cómo sonríe la gente, sentir el aire, la luz del sol. No me quiero perder nada.

Termino diciéndote que a pesar de lo duro que eres, me he sentido arropada en todo momento. Qué importante es la familia. El primero sin duda mi compañero de viaje, Jose, su fortaleza, su paciencia, su cariño y energía han sido vitales para mí. En gran parte gracias a él puedo contar esta historia y he tenido ganas de seguir luchando cada batalla hasta vencerte.


Gracias a mi familia, mis amigas y amigos, mis compañeras y compañeros de trabajo, mis médicos y todos los profesionales que me han ayudado a superarte. Cada uno de ellos ha sido un pilar importante para que no me derrumbara.

Y aquí estoy después de 6 años con mis controles, escribiéndote, de momento libre de ti pero con miedo a que vuelvas a aparecer. Si vuelves, ¡no tengas duda de que te volveré a vencer con todo mi ejército armado hasta los dientes! Un ejercito valiente, fuerte y lleno de cariño que luchará otra vez para ganar la batalla.


(Con cariño para Ana y Jose, en esencia es vuestra historia, historia de lucha, de cariño y fortaleza que habéis compartido tan generosamente conmigo. Gracias de todo corazón.

Con cariño a todos las personas que sufrieron y sufren esta enfermedad, a sus familias, pilar fundamental.

Con cariño a los profesionales que se dedican en cuerpo y alma a ayudarnos a vencerla, a los que investigan para darnos mejores tratamientos. Qué importante es la investigación en este campo.

Con cariño a las Asociaciones de pacientes con cáncer, que hacen sentir a los que sufren esta enfermedad que forman parte del mundo, que no son los únicos, llegando a ser una segunda familia en muchos casos.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   13.mar.2016 23:32    

Doce recomendaciones contra el cáncer

    domingo 13.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Hoy en El Ojo Clínico hemos abordado una de las enfermedades más temidas: el cáncer. En nuestro blog, mostramos ahora gráficamente las doce recomendaciones contra esta enfermedad, sugeridas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC).

Por su parte, la Asociación Española Contra el Cáncer también se hace eco en su página web del llamado "Código Europeo contra el Cáncer" que recoge los principales factores de riesgo.

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Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   13.mar.2016 22:41    

Todo sobre la Diabetes, sus distintos tipos y las diferencias entre ellos

    viernes 11.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Por la Dra. Bárbara Pagán

Desde el Ojo Clínico nos gustaría aclarar los distintos tipos de diabetes, o al menos, los más frecuentes, ya que tenemos la sensación que en el programa dedicado a esta compleja enfermedad, no se entendieron bien. Por ello vamos a hacer un breve recorrido que defina las caracteristicas de ambos tipos y sus diferencias.

¿QUÉ ES LA DIABETES?

Para que las células del organismo puedan usar la glucosa, que es uno de los principales combustibles de las mismas para realizar sus funciones, es necesario el concurso de la INSULINA, que es una hormona secretada por la glándula pancreática. Esta hormona es la encargada de que las células “se coman” la glucosa que circula en la sangre. Cuando esta hormona no está presente, o lo está en cantidades insuficientes, o bien no puede hacer su trabajo correctamente, la glucosa se acumula en sangre y las células no tienen combustible para funcionar de forma adecuada. Esto les lleva a usar como fuente de energía otras sustancias menos eficaces, y cuyo metabolismo produce sustancias dañinas y causantes de ciertos trastornos asociados a la presencia de diabetes.

Insulina

Fuente: Bioquimed

La presencia de elevadas cifras de glucemia en sangre durante mucho tiempo, deteriora sobre todo los vasos sanguíneos, dando lugar a las complicaciones vasculares que aparecen con el tiempo en los pacientes diabéticos, tanto a nivel de vasos de gran calibre como de los pequeños (corazón, cerebro, riñón, retina, vasculatura de los miembros inferiores…). Por ello es importante el control de los niveles de azúcar en sangre, para evitar estas complicaciones, que aparecen con el tiempo (más de 10 años).

 

DIABETES TIPO 1

Como he señalado antes, hay varios tipos de diabetes, si bien nos centraremos en los más frecuentes. En la diabetes tipo I, se produce una destrucción del páncreas, generalmente de origen inmunológico (el propio organismo del paciente ataca y destruye el páncreas) por lo que se produce un déficit de insulina, que conlleva las alteraciones de las que antes hemos hablado. Este tipo de diabetes aparece en gente joven, desde la primera infancia hasta la juventud, y tiene cierto componente genético, como todas las enfermedades autoinmunes. El diagnóstico en estos pacientes, también llamado debut diabético, suele ser secundario a la aparición de complicaciones agudas derivadas de la imposibilidad de usar la glucosa por la falta de insulina. El incremento de la concentración de glucosa en sangre produce ciertos síntomas característicos que son la sed intensa que lleva a beber mucha agua (polidipsia), el aumento del apetito (polifagia), que puede ir acompañado de pérdida de peso, y el aumento del volumen de orina (poliuria), consecuencia de la aparición de importante cantidades de glucosa en orina, que arrastrará agua. Aunque estos síntomas son frecuentes, lo cierto es que es raro que lleven al paciente a consultar al médico.

Cuando las células no pueden utilizar la glucosa como fuente de energía, utilizan otras sustancias que en su metabolismo producen sustancias ácidas que alteran el equilibrio del organismo, pudiendo llegar a dar lo que conocemos una CETOACIDOSIS DIABÉTICA. Esto es conocido como una complicación aguda de la diabetes tipo 1 (en contraposición con las complicaciones crónicas vasculares), ya que es excepcional en la diabetes tipo 2. También es frecuentemente el modo de debut de la diabetes tipo 1. Es un trastorno grave que requiere un tratamiento inmediato hospitalario. Esta complicación puede aparecer también a lo largo del curso de la enfermedad si no se lleva el control adecuado de la misma.

 

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Fuente: Sobrediabetes.net

Los pacientes con diabetes tipo 1, dado que no tienen apenas insulina, requieren esta para su tratamiento desde el inicio. Son por tanto pacientes insulinodependientes. La forma de administración de la insulina es subcutánea, bien mediante distintas pautas para cubrir las necesidades habituales o bien mediante las bombas de infusión de insulina. Este es el punto más crítico tras el diagnóstico de un paciente con diabetes tipo 1, ya que la insulina ha de administrarse varias veces al día, y según lo que se vaya a ingerir, con la premisa además de que si uno se ha administrado la insulina, deberá comer para evitar las bajadas de azúcar (hipoglucemias). Estos puntos entran en lo que llamamos EDUCACIÓN DIABETOLÓGICA:

Conocer los tipos de insulina, cuándo administrarse, cuánto administrarse en función de las comidas y de lo que se vaya a comer (cantidad de hidratos de carbono por ejemplo), relación con el ejercicio, qué hacer ante una hipoglucemia y cómo reconocerlas, cambios con las infecciones… todo ello debe ser conocido por el paciente y sus familiares. En estos pacientes la particularidad es que frecuentemente son niños o jóvenes, con lo que la adaptación a la enfermedad y sus pautas puede ser dificultosa. La diabetes tipo 1 es una enfermedad con la que se puede llevar una vida normal, pero requiere ciertos cambios de vida y hábitos regulares que en según qué circunstancias puede suponer un problema adaptativo para los pacientes. Si bien una vez conocida, no impide una vida completa de viajes, deportes, salidas…

 

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Este tipo de diabetes es hoy por hoy la más frecuente, y a diferencia de la tipo 1, podríamos evitarla en parte, ya que tiene una innegable asociación con la OBESIDAD. De hecho, uno de los puntos de alarma en el mundo diabetológico actual es la aparición de pacientes con diabetes tipo 2 entre jóvenes, cuando antes en este tipo de población lo que veíamos era la tipo 1. Este incremento está claramente relacionado con el aumento de la obesidad infantil. En la diabetes tipo 2 lo que se produce es una RESISTENCIA A LA INSULINA. Es decir, estos pacientes tienen un páncreas parcialmente sano que produce una insulina normal, pero debido al exceso de grasa que rodea las células, no llega hasta estas, de forma que la célula no puede utilizarla y por tanto utilizar el azucar. Esto conlleva el cúmulo de glucosa en sangre con las consecuencias antes mencionadas. La mejor noticia en este caso es que la perdida de peso conlleva una mejor función de insulina con la mejoría del perfil glucémico, con menores necesidades de insulina y, en algunos casos, incluso pudiendo retirar el tratamiento. Por ello que hoy se haga hincapié en este tipo de diabetes que es parcialmente prevenible y reversible con ejercicio, dieta y control de peso. Aparece sobre todo en pacientes mayores, por encima de los 50 años, y tiene también un importante componente genético.

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Aplicación de insulina
 

 

Al contrario que en los pacientes con diabetes tipo 1, el diagnóstico suele ser un hallazgo casual en análisis de sangre rutinarios en los que se aprecia una elevación de la glucosa en sangre. Ocasionalmente pueden presentar poliuria, polidipsia y polifagia, pero es raro. La cetoacidosis no es frecuente aunque, en casos extremos, la elevada concentración de glucemia en sangre puede producir trastornos neurológicos que pongan en riesgo la vida del paciente. Dependiendo del grado de hiperglucemia en sangre, el tratamiento inicial puede incluir dieta, ejercicio y perder peso, o bien de inicio comenzar con medicación. En estos pacientes hay varias opciones de tratamiento, ya que al disponer de su propia insulina, a veces basta con poner fármacos (antidiabéticos orales) que mejoran la función de la insulina, y otras veces que incrementan su secreción. Este campo es a día de hoy uno de los que mayor desarrollo tienen, disponiéndose cada vez de mayores opciones terapeúticas. Sin embargo, no es raro que con el paso de los años (10-15), el páncreas se agote y terminen precisando insulina en su tratamiento. Llegados a este punto, dado que el tipo de paciente suele ser de mayor edad, la utilización de insulina y la educación diabetológica que precisa también puede suponer un handicap para los pacientes, que pueden tardar en adaptarse a ella.

Tanto en la diabetes tipo 1 como en la tipo 2, las consecuencias de la hiperglucemia a largo plazo son las mismas, por lo que es importante el control de las cifras de glucosa. No obstante, como antes se señaló, las consecuencias vasculares aparecen con el tiempo. Por el tipo de pacientes, los pacientes tipo 1 tienen más tiempo para desarrollarlas ya que la enfermedad comienza a edades tempranas, por lo que el control debe ser más estricto y riguroso. No obstante, en pacientes de edad avanzada el tiempo para que ocurran estas complicaciones es menor, y mayor el riesgo de bajadas de glucemia si apuramos el tratamiento, por lo que los objetivos de control glucémico son algo más laxos.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   11.mar.2016 14:07    

"Diabesidad": Diabetes Tipo 2 y Obesidad: las epidemias del siglo XXI

    miércoles 9.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

La obesidad (Índice de Masa Corporal o IMC superior a 30) y el sobrepeso (IMC entre 25-30) son uno de los principales factores de riesgo relacionados con la diabetes tipo 2, el tipo de diabetes más frecuente con un 90% del total. Hasta un 80% de las personas con diabetes tipo 2 tienen obesidad y en torno a un 45% de las personas con obesidad tienen también diabetes.

Esa estrecha relación entre diabetes tipo 2 y obesidad ha propiciado la aparición del término diabesidad acuñado por Paul Zimmet en 2001 para hablar de la unión de ambas. La obesidad y la diabetes tipo 2 suponen una auténtica epidemia mundial y constituyen un problema de salud pública de primera magnitud.

LA DIABETES  Y LA OBESIDAD EN EL MUNDO
La obesidad y la diabetes tipo 2 han alcanzado proporciones epidémicas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la diabetes se está convirtiendo en una epidemia mundial relacionada con el rápido aumento del sobrepeso, la obesidad y la inactividad física. En el mundo hay más de 380 millones de personas con diabetes y las previsiones son de casi 600 millones en 2035. Si la diabetes se tratara de un país y las personas con diabetes fueran sus ciudadanos, estaríamos hablando del tercer país más poblado del mundo después de China y la India.


La prevalencia de obesidad y sobrepeso está en constante crecimiento. En el mundo, de acuerdo al Global Burden of Disease Study, la proporción de adultos con un IMC de 25 o más ha aumentado entre 1980 y 2013 del 29 al 37% en varones, y del 30 al 38% en mujeres. En cuanto a datos de obesidad infantil según la OMS más de 43 millones de niños menores de 5 años en el mundo tienen sobrepeso.

LA DIABETES Y LA OBESIDAD EN ESPAÑA
En nuestro país casi tres de cada diez españoles presentan obesidad y la prevalencia de la diabetes tipo 2 en mayores de 18 años alcanza casi el 14% de la población, una cifra que se duplica en mayores de 65 años. Según el estudio Di@betes, la prevalencia de obesidad y de obesidad abdominal en los españoles con diabetes conocida es del 50 y el 68% respectivamente.


En España, la prevalencia de obesidad en población adulta es del 23% a la que habría que añadir una prevalencia de sobrepeso del 39%, lo que nos sitúa entre los países de Europa con cifras más elevadas de obesidad y sobrepeso. A esta preocupante situación, hay que añadir un hecho todavía más grave, cuatro de cada diez jóvenes españoles de entre 8 y 17 años presenta obesidad o sobrepeso según el estudio sobre obesidad infantil Aladino (datos 2013). La prevalencia de sobrepeso en la población infantil está en un 24,6% y la de obesidad en un 18,4% . Estos son datos que deben encender todas las alarmas.

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¿PORQUÉ LA OBESIDAD Y LA DIABETES SON UN PROBLEMA?
La obesidad no sólo implica un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, también la obesidad se ha relacionado con un mayor riesgo de ictus, enfermedad coronaria y cáncer existiendo también un aumento de la mortalidad cardiovascular en personas con obesidad.


La obesidad y el sobrepeso son responsables del 44% de la carga de diabetes, constituyendo por tanto, el principal factor de riesgo modificable de esta enfermedad. La diabetes produce una serie de complicaciones a largo plazo que afectan fundamentalmente a la visión (retinopatía diabética), siendo la primera causa de ceguera en el mundo cuando no se controla la diabetes,  riñón (nefropatía diabética) siendo la primera causa de insuficiencia renal terminal  y neuropatía diabética además de aumentar la incidencia de patología cardiovascular y cerebrovascular. Complicaciones evitables manteniendo un adecuado control metabólico.

MODIFICACIONES DEL ESTILO DE VIDA: LA GRAN SOLUCIÓN
Los programas destinados a la reducción del sobrepeso o la obesidad, como el Diabetes Prevention Program Study  o el Diabetes in Europe-preventing Using Lifestyle, Physical Activity and Nutricional Intervention, han demostrado que la reducción del peso con modificaciones del estilo de vida se asocia a una reducción marcada del desarrollo de diabetes, incluso en ocasiones superior a la obtenida con medidas farmacológicas.

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Igual que el aumento de peso implica un mayor riesgo de desarrollar enfermedades, la reducción ofrece beneficios significativos. En personas con sobrepeso-obesidad y diabetes, una pérdida de peso disminuye la resistencia a la insulina y facilita el control glucémico. Pérdidas de peso importantes, como las que se asocian a la cirugía pueden incluso conseguir la remisión de la diabetes tipo 2. La pérdida de peso puede proporcionar otros beneficios clínicos como la mejoría de factores de riesgo cardiovascular como pueden ser la HTA o la dislipemia.


Las guías de tratamiento y prevención de la Diabetes tipo 2 recomiendan unánimemente las modificaciones del estilo de vida como el primer paso en el tratamiento de la enfermedad. Recomendación que no debemos nunca olvidar en cada paso que demos en el tratamiento. Aunque en el tratamiento de la diabetes tipo 2 necesitaremos sin duda tratamientos farmacológicos, la actuación sobre el peso y un estilo de vida basado en una alimentación adecuada y ejercicio físico debe ser uno de los pilares en el tratamiento de la cada vez más epidémicas  diabetes tipo 2 y obesidad.


En el caso de la población infanto-juvenil, la asociación obesidad y diabetes tipo 2 y su extrema gravedad, establece la necesidad de tomar medidas urgentes que incluyan medidas de detección, prevención y tratamiento precoz en un intento de detener esta epidemia.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico    9.mar.2016 01:54    

Carta a la diabetes de una persona con diabetes tipo II

    lunes 7.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    1 Comentarios

(Por el Dr. José María Ferrer)

Estimada Diabetes:

Quizá porque siempre estamos juntos, nunca me había planteado escribirte. Pero ya que tengo que compartir mi vida contigo y puesto que vas a estar siempre a mi lado, qué menos que dedicarte unas palabras.

Viniste en aquel invierno del 2011 y te quedaste. Hay enfermedades como la gripe y en muchas ocasiones la depresión o el cáncer, que vienen y después se van, pero tú eres de esas que vienen para quedarse, que difícilmente podemos echar. Recuerdo como fue aquel día en el que nos presentaron. Tengo que decir que no fue uno de los mejores días de mi vida. Había estado una semana antes en la consulta de mi médico de familia. Fui para enseñarle unos análisis del reconocimiento anual que me hacen en el trabajo. Había una nota al final del informe donde ponía que tenía la glucosa (lo que yo llamo azúcar) alta, 132 y que debía acudir a mi médico. Aunque no me hacía mucha gracia, fui a verle.

Revisó todas las pruebas y me dijo que me tenía que repetir el análisis de sangre para confirmar si mi glucosa estaba alta o no. Me explicó que para diagnosticar a alguien de diabetes era tan sencillo como tener dos análisis de sangre con una glucosa mayor o igual a 126. Yo pensé para mí que seguro que sería un error o algo puntual y por otro lado pensé en lo fácil que era tenerte como enfermedad. Pensaba que hacían falta más pruebas para cargar a alguien con algo tan pesado como tú. Diabetes, un diagnostico tan serio pero a la vez tan sencillo. Y allí estaba yo, una semana después, en la sala de espera de mi médico de familia, nervioso, tenso y expectante. Había estado mirando en internet lo que podía implicar tener la glucosa alta y sólo aparecía tu nombre: diabetes, diabetes, diabetes.

Se me ocurrió hablar con las personas que estaban como yo esperando para ser atendidas y creo que me puse peor, ninguna te tenía como enfermedad pero tenían otras cosas y parecía aquello un concurso de a ver quién tiene la enfermedad más grave. Por fin entré en la consulta. Mi médico me saludó afectuosamente con una sonrisa y me dio la mano. Pensé para mí “seguro que están bien, al fin y al cabo no le veo preocupado, si tuviera diabetes estaría más serio, más afectado”. Nada más lejos de la realidad, me informó de que en esa segunda analítica mi glucosa seguía alta: 140, por tanto, tenía diabetes.

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La verdad es que me derrumbé, se me vinieron a mi cabeza mi abuelo y una vecina que tenía cuando vivía en el barrio de Usera, ambos personas con diabetes, pero de los de insulina (aunque como casi todos empezaran con pastillas). Mi abuelo falleció ya hace unos años sin apenas tener vista. Recuerdo que tenía siempre la glucosa alta, se cuidaba poco y no le daba mucha importancia al hecho de padecer esta enfermedad. Mi vecina anda con el azúcar muy alto por tu culpa y sé que tiene el riñón regular.

La verdad es que aquella primera consulta con mi médico de familia fue muy importante para mí, todavía hoy aunque han pasado cinco años, la recuerdo. Mi médico me miró serenamente mientras a mí se me caía alguna lágrima tras la noticia, y eso que dicen que los hombres no lloran. Lo primero que me preguntó era que por qué estaba así y qué conocía sobre ti. Le expliqué lo que te he contado de mi abuelo, mi vecina, el miedo a la insulina, a las bajadas de azúcar, a que me produjeras ceguera, a que afectaras a mis riñones o a mi corazón, a no poder llevar una vida normal. La verdad es que lo veía todo negro.

A partir de lo que yo le conté sobre ti, él empezó a explicarme todo sobre cómo eres, por qué apareces, cómo debía controlarte para evitar que no me dieras problemas y qué iría pasando a lo largo de los años. Me contó que tú eres diabetes tipo 2. Fíjate, te pusimos hasta apellido. Estás muy relacionada con el sobrepeso y la obesidad como es mi caso, estaba un poco gordito. Bueno, la verdad es que estaba bastante gordito.

Tu hermana la diabetes tipo 1 se da sobre todo en los niños, quienes necesitan insulina desde el principio porque no la tienen. Ellos están más bien delgados. Me explicó que en mi caso todavía tengo insulina. La insulina es esa sustancia necesaria para disminuir el azúcar cuando comemos y es producida por el páncreas, un órgano que tenemos en el lado izquierdo de la tripa. Lo que ocurre es que en mi caso, por culpa de los kilos que me sobran, mi cuerpo se resiste a que esa insulina actúe como debe y por eso me sube la glucosa. Hay una resistencia a la insulina.

Después pasó a comentar qué tenía que hacer para que no me complicases la vida y mi futuro: debía bajar de peso, algo fundamental porque en parte es por eso por lo que tu apareciste. Debía comer de forma adecuada y hacer ejercicio, con media hora todos los días estaba bien. Para todo esto me ayudó mucho mi enfermera, Paloma. Paloma para mí ha sido y es muy importante, es como mi gran aliada para vencerte, siempre me anima. Me da consejos para comer mejor, reducir peso y me controla la glucosa periódicamente. Forma un equipo perfecto con mi médico. También aunque dio muchísima importancia a la alimentación y al ejercicio, me habló de los medicamentos para controlarte, la importancia de tomarlos todos los días y me informó de que a medida que pasaran los años iría necesitando probablemente más. Me explicó que esto sucedía porque mi páncreas se iría agotando de alguna manera y necesitaría más armas para vencerte. Me habló también de la gran temida insulina, la de los pinchazos. Me explicó que es un gran medicamento que ha salvado la vida a muchas personas. Me contó que es muy posible que en algún momento la necesite y que la pondremos sin problemas. Que no hay que tenerle ningún miedo, pero que si hacemos muy bien las cosas, ese momento tardará unos cuantos años.

Diabetes prueba

Así que siento decirte diabetes que te estás enfrentado a un ejercito muy bien formado y armado hasta los dientes. A veces oigo decir a mis conocidos que tienen miedo de ir a su enfermera o a su médico por si les regañan... ¡qué cosas!. Me llama mucho la atención porque a mí no me ha pasado nunca. Pienso que ellos no están allí para regañar, están allí para ayudar a que estemos mejor, para ayudarnos entre otras cosas a mejorar nuestra salud y a enfrentarnos a enfermedades como tú.

También recuerdo que un día acudí a mi médico. Era una época de mucho estrés, el trabajo, los exámenes de mis hijas, y me relajé en tu control. Dejé de alimentarme de forma ordenada, me pasé en las cantidades, se me olvidaba tomar el tratamiento algún día y te hiciste fuerte. Me empezabas a ganar algunas batallas. Resultado, en la analítica que me hago periódicamente vimos que me subió mucho la glucosa. Me dieron un aparato para medir mi glucosa en casa durante unos días, traje mis medidas después de una semana y la verdad es que eran un desastre, la mayoría de los días estaba fatal, de hecho estuve a punto de no ir pensando que de alguna manera había fallado a mi enfermera y a mi médico y porque no decirlo, por vergüenza por esos resultados. Me senté en la consulta, mi médico de miró y me dijo, “la verdad es que tienes cifras que no son tan buenas como hace 6 meses, pero fíjate este día (me señaló el único día que te había conseguido controlar) ese día estaba fantástico”. Me preguntó qué hice ese día, qué comí, si hice ejercicio. Se lo conté para acto seguido oirle darme la enhorabuena y hacerme ver que hacer las cosas como ese día, eran la clave para controlarte.

Entré avergonzado y salí reforzado, con ganas de vencerte todas las batallas.

Pues bien, querida diabetes, para finalizar esta tu carta debo decirte que llevamos ya cinco años juntos y de momento te tengo muy controlada. Quiero decirte que no te guardo rencor alguno porque al final, hasta voy a tener que despedirme dándote las gracias por haber venido. Gracias a tu llegada en aquel invierno del 2011 me he dado cuenta de lo importante que es cuidarse, mantener un peso adecuado, una alimentación sana, el ejercicio. Como dice el refrán “no hay mal que por bien no venga”. Siempre pedimos salud, decimos que lo primero es la salud. Pero la salud también hay que pelearla, trabajarla y hacer todo lo posible para conservarla.

Con cariño para José, Antonio, Severina, Paloma, Lourdes, Jesús y todos esos pacientes, enfermeras y médicos que con su esfuerzo consiguen que la diabetes cada vez esté mejor controlada y dé menos complicaciones.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico    7.mar.2016 01:05    

"¿Cómo cuidar al cuidador?" Creando conciencia

    viernes 4.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

La Fundació ACE - Instituto Catalán de Neurociencias Aplicadas ofrece en su página web información para aquellas personas que tienen familiares con Alzheimer a su cargo. Es de todos conocido el desgaste físico y psicológico de estas personas, que dedican muchas horas al día a sus familiares, máxime cuando su deterioro se ha hecho ya muy patente.

Para estas personas están dirigidos los consejos de esta infografía que hemos elaborado, basada en los datos que aporta la web de la fundación. Crear conciencia sobre los cuidadores y educarles en la conservación de la propia salud, es fundamental. 

Fundació ACE - Consejos para el cuidador

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Asimismo, la web de la fundación tiene una sección de consejos categorizados por temas que abarcan desde las dificultades de comunicación con el enfermo de Alzheimer, a la higiene del paciente, pasando por la prevención de accidentes o los consejos de seguridad ante la eventual agresividad de los pacientes entre muchos otros. 

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico    4.mar.2016 05:01    

Historia de un trasplante

    jueves 3.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

(Por el Dr. José María Ferrer

Me gustaría contar una historia. Una historia dedicada al trasplante, al donante, al receptor.

Voy a intentar contar cómo es esa historia en la que el trasplante aparece, mezclando las experiencias que he tenido la suerte de compartir no solo en la consulta del centro de salud como médico de familia, sino también en todos esos veranos que pasé trabajando como enfermero en la unidad de nefrología y trasplantes de riñón del Hospital Clínico de Madrid. La historia podría tener muchos comienzos. Uno podría ser así…

Seguro que era un día soleado, uno de esos en los que piensas que algo bueno va a pasar, pero se va terminando el día y te das cuenta de que nada ocurre. De repente sonó el teléfono de casa, el fijo, ese que nunca suena ahora con los móviles echando humo. Serían las 23:30, una hora en la que cuando suena el teléfono piensas que algo malo ha debido de pasar, pero nada más lejos de la realidad. Era una llamada del Hospital informándome de que tenía que presentarme allí: había un posible trasplante y yo era uno de los candidatos para recibir esa inyección de vida que podría cambiarlo todo.

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Tuve una sensación que nunca antes había sentido, una especie de escalofrío invadió todo mi cuerpo, un escalofrío de alegría, de ilusión, de esperanza. Mi mujer se acercó y me preguntó quien llamaba y no me salían las palabras, se me pasaban por la cabeza los 3 años en hemodiálisis después de que mis riñones dijeran "basta", dejando de funcionar y limitando mi vida a esa máquina que debía soportar durante 3 ó 4 largas horas tres veces a la semana. Recordé los ingresos en el hospital, las cosas que me fui perdiendo por mi mala salud. Era algo duro, muy duro, que me fue agotando por dentro día tras día. Reaccioné y le expliqué lo que pasaba. Después llamamos a mis hijas y fuimos todos juntos al Hospital.

Llegamos ilusionados, esperanzados. No nos lo podíamos creer, sería posible que todo cambiara, que por fin mi salud mejorara después de tantos años en que la enfermedad era la protagonista de mi vida.

Después de unas horas haciendo distintas pruebas, de sangre, de radiología y tras una sesión de hemodiálisis (que yo rezaba para que fuera la última), se acercó el nefrólogo y me dio la gran noticia, una de esas noticias que te cambian la vida. Yo era uno de los dos elegidos para el trasplante -en el caso del trasplante de riñón se trasplanta un riñón del donante a cada paciente, por lo que fuimos dos los afortunados-. Regresó de nuevo ese escalofrío pero incluso con más intensidad. Estaba deseando compartir la noticia con mi mujer y mis hijas. Cuando se acercaron y me vieron la cara con una sonrisa de oreja a oreja y como asomaba alguna lágrima en mis ojos se dieron cuenta que había sido yo uno de los afortunados. Nos fundimos en un abrazo lleno de emoción, esperanza y gratitud hacia la familia y hacia la persona que me había regalado esta nueva oportunidad para vivir.

La verdad es que después de esa sensación de bienestar y de alegría llegaron los miedos. Estaba muy asustado ante la cirugía, la UCI, el postoperatorio... pero afortunadamente todo fue bien. Después de varias horas de cirugía fui a la UCI y de ahí a la planta del hospital. Tras 14 días estaba en casa con una nueva energía, me sentía libre, lleno de vitalidad gracias a ese órgano sano dentro de mi cuerpo. Me acordaba de los años tan duros que pasé, de mi familia pero sobre todo me acordaba, me acuerdo cada día y me acordaré siempre, del donante, de su familia y de su gran generosidad.

 

Hoy llevo mis controles, mi seguimiento en el Hospital, y ya han pasado más de 5 años desde entonces. Cuido mi riñón y lo mimo para que siga funcionando cada día, por mí, por mi familia y sobre todo por mi donante y su familia.

Termino agradeciendo una vez más a todos los profesionales que hacen del trasplante una realidad, a la Organización Nacional de Trasplantes que realiza un trabajo excelente, ejemplo de coordinación, de saber hacer para que todo funcione, y nunca me cansaré de repetirlo: gracias a los donantes y sus familias.

La donación es sin duda alguna uno de los mayores gestos de generosidad y solidaridad entre seres humanos. La inmensa mayoría de las personas en España cuando se les pide que donen en situaciones tan difíciles responden "sí", lo cual dice mucho de nuestra sociedad. Pero aunque seamos los primeros nunca es suficiente, todavía existen personas que por desgracia no llegan a tiempo y se quedan en el camino. Por eso, sigamos superándonos cada año como estamos haciendo. Donemos y regalemos vida.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico    3.mar.2016 03:30    

El ojo clínico

Bio El ojo clínico

Cristina Torres, Bárbara Pagán, José María Ferrer y Fernando Mora forman el equipo médico de El Ojo Clínico. En este blog comparten sus experiencias profesionales, ofrecen valiosos consejos y amplían los puntos de vista sobre las enfermedades que se abordan en el programa. Todo ello, desde una postura positiva y optimista.
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