Por David Bernal
Las dos jóvenes desamparadas pero vitalistas de Hola, ¿Estás sola?; la mujer maltratada (pero llena de luz) de Te doy mis ojos; las detectives malabaristas de Mataharis; o la maestra aventurera de Katmandú. El cine de Iciar Bollain está poblado de heroínas que, cada una a su manera, son un ejemplo de lucha para todos. Siempre desde la emoción y con mucho humor. Y en ese sentido El Olivo no es una excepción. Su protagonista es Alma, una adolescente rebelde y atormentada que emprende un viaje a Alemania con el fin de rescatar el olivo milenario cuya ausencia ha sumido a su abuelo en una depresión.
Pero todo esto no sería posible sin ellos, las actrices y los actores, uno de los platos fuertes de la obra de la cineasta, que le ha puesto el Goya en bandeja a intérpretes como Candela Peña, Luis Tosar, Laia Marull o Karra Elejalde.
Foto Jose Haro
Para El Olivo hubo un largo proceso de casting. Aunque tras ver a más de trescientas actrices -a las que sometió a una dura improvisación en la que la propia Iciar les daba la réplica- tuvo claro que su heroína sería ella, que el alma de Alma la poseía Anna Castillo, una barcelonesa de 21 años que va a dar mucho que hablar por su explosiva mezcla de talento y belleza. Aunque aquí se enfrenta a su primer protagonista, muchos la habrán disfrutado en el éxito teatral La llamada, donde derrochó desparpajo y comicidad como la amiga choni de la protagonista.
“Es muy fresca, tiene mucho morro... Pero luego es muy dulce y emotiva” nos comenta Iciar entusiasmada. “Tiene una capacidad enorme para meterse en el personaje, no la veo actuar, y es muy versátil: puede ser muy cómica o muy dramática”. Y añade: “Me recuerda a Ángela Molina por la voz y porque tiene una emoción muy a flor de piel”.
Para acentuar el lado macarra y rebelde de Alma fue necesario cambiarle el peinado, que ha pasado de tener el pelo largo a un estilo mucho más punky; cortado a trasquilones y rapado por los lados. “Alma es por encima de todo una luchadora. Y aunque es vulnerable tiene muchísima fuerza y va a hacer lo que haga falta para salvar a su abuelo” nos cuenta Anna con la ilusión de quien sabe que está viviendo uno de los momentos más bonitos de su vida y su carrera. “Lo ha pasado un poco mal y emocionalmente está un poco perdida, se ha sentido muy sola pero siempre ha tenido el apoyo incondicional de su abuelo”.
Viendo a Iciar en el set no es difícil adivinar que una de las cosas que más disfruta es el trabajo con los actores. Algunos directores se escudan tras el combo -el monitor que registra lo que rueda la cámara- y desde ahí dan órdenes, a veces incluso a grito pelao. Otros piden que los imiten, algo que no suele gustar porque los actores no son marionetas. Y en Hollywood incluso tienen un coach que hace su trabajo. Pero Iciar no. Ella observa las tomas pegada a la cámara, como si no quisiera que nada, ni un monitor ni ningún tipo de filtro, se interpusiera entre ella, los intérpretes y el aquí y ahora que se está registrado para la posteridad. Cuando hay que hacer otro plano la directora se acerca con sutileza al actor y le susurra alguna pincelada apenas perceptible para el resto del equipo.
“Es la primera vez que trabajo con Iciar y la primera también que lo hago con una directora que también es actriz. Y eso lo cambia todo” confiesa Javier Gutiérrez tras terminar una calurosa jornada de rodaje rodeado de olivos a los que -¡paradojas del destino!- es alérgico. “No le tiene miedo a los actores y le hace falta muy poco, una anotación, una respiración, un comentario apenas perceptible, para que cambie tu interpretación en la secuencia. Y eso es porque sabe mucho y se pone en la piel del actor”.
Perteneciente a la estirpe de secundarios imprescindibles de nuestro cine, Javier Gutiérrez vive uno de los momentos más dulces de su carrera gracias a la merecida lluvia de premios que recibió por La isla mínima. “Le seguía desde que actuaba con Animalario y me encanta porque pasa del drama a la comedia con mucha facilidad y comunica mucha emoción” comenta Iciar, que opina que el personaje de Alcachofa, el tío de Alma, le va como un guante. Un sanchopanza que, pese a haberlo perdido todo con la crisis, su mujer, su trabajo, todo, no duda en acompañar a su quijotesca sobrina en su idealista viaje a Alemania. “Es una película poblada de personajes perdedores que están en un momento complicado en su vida -explica el actor- pero muy vitalista, optimista y llena de vida” Y añade: “Tiene mucho que ver con el momento que está viviendo nuestro país. Y tiene que ver con una huida hacia delante, un intento de cambiar las cosas, de revolución personal, cada uno desde su trinchera”.
Ellos serán la cara más visible de El Olivo, en la que también participan algunos actores no profesionales que serán una auténtica sorpresa.
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