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El olivo y el abuelo: realidad y ficción

Por David Bernal

“Haces una película en contra de que se arranquen los olivos y se vendan. Pero hay una escena donde se arranca un olivo. ¿Cómo contamos esto de una manera creíble?”. Esta fue, en palabras del productor Juan Gordon, la paradoja a la que se enfrentó el equipo de El Olivo a la hora de rodar. La idea de arrancar uno de verdad iba en contra de los valores de la historia. Hacerlo con efectos digitales tampoco tenía sentido porque la protagonista, Alma, se encarama a él tanto de niña como de adolescente. Finalmente optaron por construir un olivo artificial que fuera creíble. Aunque para eso primero había que encontrar uno que sirviera como modelo.

02047©joseharoFoto Jose Haro  

“El olivo es otro personaje más, por lo que tenía que ser un pedazo de olivo con buena copa y buen tronco, un olivo con carisma” nos cuenta Iciar Bollain. La directora de arte de la película vió un montón y le enseñó una selección de 50 para que eligiera uno. “A este lo vi y me fascinó. Es un olivo que te emociona, te da respeto”.

 

Para construir su réplica se tardaron seis semanas, mas una para volverlo a montar en Alemania dentro del edificio de la multinacional que lo utiliza como logo de una sostenibilidad mal entendida. El productor Juan Gordon nos explica el proceso: “La estructura interior es de hierro desmontable. Para el aspecto exterior se fueron haciendo moldes de silicona, trocito a trocito, como cuando numeran las piedras de un monasterio que quieren trasladar de sitio”. Y prosigue: “Con este molde -el negativo- se hizo un positivo con una resina súper dura. Estos trozos se fueron montando uno a uno. Y luego hubo que pintarlo, que es otro arte”. Pero ahí no terminó todo, porque las ramas del olivo tardan dos días en secarse, por lo que para que aguantaran en Alemania hubo que hacerlas también de mentira. Cuando veáis la película os daréis cuenta de que tanto esfuerzo mereció la pena y nadie notará diferencia.

 

Otra de las dificultades de El Olivo fue encontrar al abuelo, otro personaje fundamental. Iciar barajó algunos actores profesionales e incluso hizo un casting por los pueblos de Bajo Maestrazgo que no tuvo demasiado éxito. Finalmente el azar hizo que un día, viera a un hombre bajándose de un tractor y exclamara: “¡Es él!”. Su nombre es Manuel Cucala y, como su personaje, es un anciano de la zona que ha dedicado su vida a cuidar de sus olivos. “Es muy difícil encontrar a un actor profesional con esas manos y esa cara. Este hombre lleva toda la vida trabajando en los olivos y lo tiene pintado en el rostro” se justifica la directora, que cuando le dirige lo hace con indicaciones breves y básicas pero precisas. “Tiene 74 años pero lo hemos avejentado. Y está como un roble. Se sube a los olivos como un gamo”.

02445©joseharoFoto Jose Haro  

Pese a su falta de experiencia, Manuel ha sido una revelación para todos por su personalidad y su talento. “No tiene ningún problema en identificarse con el personaje -explica Iciar-. Hay una escena en la que le dicen que hay que vender el olivo y se emocionó muchísimo porque tiene un olivo del que no se desprendería jamás”. ¿No es acaso eso lo que hacer los actores que siguen el método Stanislavski?

 

La gran sorpresa se produjo cuando el equipo descubrió que El Olivo no era la primera película en la que Manuel había participado. “Estás charlando con él y de repente saca de la cartera una foto en blanco y negro vestido de romano –rememora Juan Gordon-. Resulta que haciendo la mili ¡le mandaron de extra en La caía del Imperio Romano! Las ironías de la vida”.

Categorías: Cine

EL OLIVO   10.ago.2015 12:10    

Los héroes de Iciar: los actores

Por David Bernal

Las dos jóvenes desamparadas pero vitalistas de Hola, ¿Estás sola?; la mujer maltratada (pero llena de luz) de Te doy mis ojos; las detectives malabaristas de Mataharis; o la maestra aventurera de Katmandú. El cine de Iciar Bollain está poblado de heroínas que, cada una a su manera, son un ejemplo de lucha para todos. Siempre desde la emoción y con mucho humor. Y en ese sentido El Olivo no es una excepción. Su protagonista es Alma, una adolescente rebelde y atormentada que emprende un viaje a Alemania con el fin de rescatar el olivo milenario cuya ausencia ha sumido a su abuelo en una depresión.

Pero todo esto no sería posible sin ellos, las actrices y los actores, uno de los platos fuertes de la obra de la cineasta, que le ha puesto el Goya en bandeja a intérpretes como Candela Peña, Luis Tosar, Laia Marull o Karra Elejalde.

04011©joseharo Foto Jose Haro 

Para El Olivo hubo un largo proceso de casting. Aunque tras ver a más de trescientas actrices -a las que sometió a una dura improvisación en la que la propia Iciar les daba la réplica- tuvo claro que su heroína sería ella, que el alma de Alma la poseía Anna Castillo, una barcelonesa de 21 años que va a dar mucho que hablar por su explosiva mezcla de talento y belleza. Aunque aquí se enfrenta a su primer protagonista, muchos la habrán disfrutado en el éxito teatral La llamada, donde derrochó desparpajo y comicidad como la amiga choni de la protagonista.

“Es muy fresca, tiene mucho morro... Pero luego es muy dulce y emotiva” nos comenta Iciar entusiasmada. “Tiene una capacidad enorme para meterse en el personaje, no la veo actuar, y es muy versátil: puede ser muy cómica o muy dramática”. Y añade: “Me recuerda a Ángela Molina por la voz y porque tiene una emoción muy a flor de piel”.

Para acentuar el lado macarra y rebelde de Alma fue necesario cambiarle el peinado, que ha pasado de tener el pelo largo a un estilo mucho más punky; cortado a trasquilones y rapado por los lados. “Alma es por encima de todo una luchadora. Y aunque es vulnerable tiene muchísima fuerza y va a hacer lo que haga falta para salvar a su abuelo” nos cuenta Anna con la ilusión de quien sabe que está viviendo uno de los momentos más bonitos de su vida y su carrera. “Lo ha pasado un poco mal y emocionalmente está un poco perdida, se ha sentido muy sola pero siempre ha tenido el apoyo incondicional de su abuelo”.

Viendo a Iciar en el set no es difícil adivinar que una de las cosas que más disfruta es el trabajo con los actores. Algunos directores se escudan tras el combo -el monitor que registra lo que rueda la cámara- y desde ahí dan órdenes, a veces incluso a grito pelao. Otros piden que los imiten, algo que no suele gustar porque los actores no son marionetas. Y en Hollywood incluso tienen un coach que hace su trabajo. Pero Iciar no. Ella observa las tomas pegada a la cámara, como si no quisiera que nada, ni un monitor ni ningún tipo de filtro, se interpusiera entre ella, los intérpretes y el aquí y ahora que se está registrado para la posteridad. Cuando hay que hacer otro plano la directora se acerca con sutileza al actor y le susurra alguna pincelada apenas perceptible para el resto del equipo.

“Es la primera vez que trabajo con Iciar y la primera también que lo hago con una directora que también es actriz. Y eso lo cambia todo” confiesa Javier Gutiérrez tras terminar una calurosa jornada de rodaje rodeado de olivos a los que -¡paradojas del destino!- es alérgico. “No le tiene miedo a los actores y le hace falta muy poco, una anotación, una respiración, un comentario apenas perceptible, para que cambie tu interpretación en la secuencia. Y eso es porque sabe mucho y se pone en la piel del actor”.

Perteneciente a la estirpe de secundarios imprescindibles de nuestro cine, Javier Gutiérrez vive uno de los momentos más dulces de su carrera gracias a la merecida lluvia de premios que recibió por La isla mínima. “Le seguía desde que actuaba con Animalario y me encanta porque pasa del drama a la comedia con mucha facilidad y comunica mucha emoción” comenta Iciar, que opina que el personaje de Alcachofa, el tío de Alma, le va como un guante. Un sanchopanza que, pese a haberlo perdido todo con la crisis, su mujer, su trabajo, todo, no duda en acompañar a su quijotesca sobrina en su idealista viaje a Alemania. “Es una película poblada de personajes perdedores que están en un momento complicado en su vida -explica el actor- pero muy vitalista, optimista y llena de vida” Y añade: “Tiene mucho que ver con el momento que está viviendo nuestro país. Y tiene que ver con una huida hacia delante, un intento de cambiar las cosas, de revolución personal, cada uno desde su trinchera”.

Ellos serán la cara más visible de El Olivo, en la que también participan algunos actores no profesionales que serán una auténtica sorpresa. 

Si quieres conocer más información sobre EL OLIVO puedes seguirnos en nuestra cuenta oficial de twitter: @ElOlivoFilm

Categorías: Cine

EL OLIVO    2.jul.2015 11:01    

Érase una vez... El Olivo

Por David Bernal

#ElOlivoBollain

Un hombre con camisa de cuadros corta leña frente a una masía rosada que resalta sobre el azul del cielo. Por la puerta aparece un anciano, Ramón, y el hacha se detiene. ¡”Buenos días papá!”. Pero el anciano, con la piel curtida por el campo, no se inmuta y, con la mirada ausente, vaga hacia el olivar circundante.

02509©joseharoFoto Jose Haro  

“¡Corten!” grita Iciar Bollaín pegada a la cámara. Medita unos segundos. “Está bien pero vamos a hacer otra”. Se acerca a los actores y les susurra un par de pinceladas que el resto del equipo apenas puede oír. Es la tercera semana (de un total de ocho) de rodaje pero la escena que acabamos de presenciar es la que abre El Olivo, la séptima película de ficción de la cineasta (que no rodaba en España desde Mataharis).

Estamos en el Bajo Maestrazgo de Castellón, a unos 20 kilómetros del mar, en medio de un precioso paisaje de almendros y olivos de todas las formas y tamaños. Los más majestuosos tienen más de dos mil años y ¡han visto pasar hasta romanos! Uno de ellos es el protagonista de El Olivo. Y el motivo de que Ramón haya dejado de hablar y de comer.

Hace doce años sus hijos vendieron un olivo milenario por 30.000 euros. Una práctica bastante habitual en la zona durante el boom económico. China, el Vaticano, rotondas... o un jardín privado del Banco Santander (que atesora una colección de 300) fueron el destino de estos árboles que son una ancestral fuente de riqueza y salud. 

Es algo que esta ahí desde ahí desde hace siglos y por el capricho del mercado se despuebla y se les lleva a un lugar que no les corresponde” nos cuenta Iciar durante la hora que tiene de descanso para comer (aunque apenas prueba las verduras que ha elegido del menú). “A Paul le pareció muy buena metáfora para hablar de algo muy complejo: todo lo que se ha expoliado con el boom y la crisis, la especulación con cosas tan básicas, el poco respeto a lo que lleva ahí mucho tiempo”. Paul es el escocés Paul Laverty, guionista habitual del maestro Ken Loach y de El Olivo. Esta es su segunda colaboración profesional juntos tras También la Lluvia (ambas producidas por Juan Gordon, de Morena Films). 

Pero esto es solo el punto de partida de una película que habla de muchas cosas y participa de varios géneros. Porque El Olivo no es un drama social o aleccionador; sino una quijotesca road-movie cuyo motor y corazón es una adolescente llamada Alma. Una heroína, algo atormentada pero inconformista y rebelde, que haría cualquier cosa por su abuelo Ramón, su ojito derecho y confidente. Incluso irse a buscar su olivo a Alemania si hace falta y embaucar a su tío Alcachofa, un compañero de trabajo y todo un pueblo. 

Creo que es una mirada sobre lo que ha pasado en España bastante original. No me meto ni a contar el boom ni las desgracias de la crisis. Es una mirada a caballo pero contado desde otro lugar, con mucha emotividad y cariño hacia los personajes y el dolor de los que se han quedado en la cuneta. No tiene el tono agresivo de la denuncia ni se lamenta de lo que ha pasado porque tiene mucho humor” confiesa la directora, que en El Olivo vuelve a apostar por un cine de emociones pero recuperando ese buen rollo y esa frescura juvenil de su ópera prima Hola, ¿Estás sola?

Y prosigue: “La película tiene un mensaje de esperanza: nos hemos dejado engatusar y hay que hacer las cosas de otra manera. Habla de creer y es un un canto al anti-conformismo. Es absurdo irse a buscar un olivo, pero si tienes fe en ello conseguirás mover a todo el mundo”. La misma fe que tiene Iciar, que habla con el brillo en la mirada de una debutante y la convicción de que las películas puede cambiar el mundo y a las personas. Su cine, hasta la fecha, ha dejado huella en cada uno de nosotros. 

El Olivo tiene un tono de cuento. Es un cuento sobre lo ha pasado en nuestro país. Y sobre lo que nos gustaría que pasara en adelante”.

Érase una vez un olivo milenario, un abuelo, una adolescente llamada Alma...

 

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Categorías: Cine

EL OLIVO   23.jun.2015 10:41    

El Olivo

Bio El Olivo

En este blog os contaremos el proceso de creación de El Olivo, película de Iciar Bollain.
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