De ratones, murciélagos y mejillones

    jueves 8.ene.2015    por El palabrero    0 Comentarios

Un ratoncito inquieto puede dar bastante juego. En latín "ratón" era "mus" y "ratoncito" era "muscŭlus"... y juego han dado a base de bien.

De ahí hemos recibido en castellano palabras tan variopintas como "músculo", "muslo", "murciélago", "morcillo", "musaraña" o "mejillón". Y de la misma raíz, pero yendo más allá del latín, nos nos aparecen otras palabras relacionadas: "almizcle", "moscatel"...

Lo repasamos en esta serie de programas:

El ratoncito

El palabrero    8.ene.2015 20:20    

Una guía de los instrumentos musicales del mundo

    viernes 7.nov.2014    por El palabrero    1 Comentarios

Recientemente hemos lanzado, con el apoyo, el asesoramiento y la difusión de la Fundéu, que agradecemos enormemente, una Pequeña guía de los instrumentos musicales del mundo. En ella hemos encarado lo que percibíamos como una carencia: una herramienta para conocer la forma más adecuada para denominar en castellano a los instrumentos de las diversas culturas, al menos los más comunes, teniendo en cuenta las reglas vigentes para la adaptación de los nombres procedentes de otras lenguas.

Nos pareció que la doble faceta que desarrollamos en los mundos radiofónicos, por un lado hablando de las palabras y el lenguaje en El palabrero y, por otro, difundiendo las músicas de raíz de todo el planeta a través del programa Mundofonías, que sale a los aires en 35 emisoras de 15 países de Europa y América, nos colocaba en una posición ideal para acometer esta tarea.

La Fundéu trabaja con el asesoramiento de la Real Academia Española, avanzando propuestas, como las contenidas en este documento, que puedan servir de guía para encontrar las soluciones más apropiadas y así evitar otras denominaciones que son más apropiadas para el inglés o el francés y que tantas veces se cuelan en artículos periodísticos, carteles y hasta en los libretos de los discos.

A esta guía hemos dedicado una serie de programas en El palabrero, que son los que se pueden escuchar en los reproductores que aparecen un poquito más arriba. Así, además de comentar estas soluciones que proporcionamos, disfrutamos con el sonido de los instrumentos de los que hablamos y del buen arte de sus virtuosos tañedores.

Reproducimos a continuación la introducción de dicha guía, recordando que el texto completo se puede consultar y descargar aquí.

Pequeña guía de los instrumentos del mundo
© 2014, Juan Antonio Vázquez

Introducción

El mundo de los instrumentos musicales es todo un universo, debido a la enorme variedad de culturas y lenguas, a los viajes de las palabras, saltando de idioma en idioma, y de los propios instrumentos, que van recibiendo diferentes denominaciones en cada lugar, a la par que van desarrollando infinidad de variedades. De la clásica pandura griega, que nos remite a la aún más ancestral palabra sumeria pantur, nos llega, por un lado, la bandurria; por otro, bandolas, mandolas y mandolinas, y del mismo modo, por ejemplo, el panduri de Georgia, en el Cáucaso. Y posiblemente también tambures turcos o persas y tamburas indias, instrumentos estos de cuerda que poco se parecen a nuestros tambores o tamboras. Un brasileño del nordeste tañe la rabeca, mientras un montañés toca el rabel, un marroquí el rebab y un afgano el robab, palabras todas del mismo origen. La symfonía griega, por su parte, ha dado nombre a todo tipo de instrumentos: la zanfona, con sus teclas y manivela; la zampoña andina, una flauta de Pan; la zampogna italiana, una gaita; la sanfona brasileña, un acordeón... Como se ve, una misma palabra puede adquirir infinidad de variantes y viajar por todo el mundo para dar nombre a instrumentos de lo más diverso.

Estos instrumentos, venidos de todos los rincones del planeta, son cada vez más utilizados. Y la enorme variedad de sus denominaciones, procedentes de tantas lenguas, nos llega en ocasiones a través del inglés y, en menor medida, del francés, con términos de esos idiomas o con ortografías adaptadas a ellos. Dichos nombres aparecen frecuentemente en discos, publicaciones especializadas y prensa en general, y los músicos y periodistas muchas veces adoptan tal cual dicha nomenclatura. Por ello, se hace necesaria una herramienta que aclare las dudas y que proporcione recomendaciones acerca de los términos más aconsejables en castellano.

En este pequeño glosario queremos dar una breve guía para navegantes, forzosamente incompleta, de este inmenso mar de instrumentos. En algunos casos se trata de adaptaciones más satisfactorias (ud, buzuki, yembé...) que las usuales en otros idiomas (oud, bouzouki, djembé...); en otros se escoge, entre las variantes del nombre del instrumento, la más acorde con nuestra ortografía (tambur, mejor que tanbur...); o se proporcionan nombres genéricos para instrumentos con muchas variantes (piano de pulgar, birimbao o trompa de boca...). Cuando existe una alternativa en castellano al nombre original del instrumento, no adaptamos este, pudiéndose optar entre la forma original o la de nuestro idioma (binioù o gaita bretona, bodhrán o pandero irlandés...). Conviene también recordar algunas reglas básicas, como que los nombres de los instrumentos, por muy exóticos que sean, son nombres comunes y han de ir escritos, por lo tanto, en minúscula. Los nombres en castellano y los que no precisen de adaptación a nuestra ortografía o que ya hayan sido adaptados, han de escribirse en redonda (bendir, duduk, rebab), mientras que los términos originales no adaptados o que no se ajusten a las pautas grafofonológicas del español irán en cursiva (uilleann pipes, steel drums).

Instrumentos comentados en los programas (y sus intérpretes):

  • Berimbáu (Ramiro Musotto, de Argentina, aunque el instrumento es brasileño)
  • Balafón (grupo Farafina de Burkina Faso)
  • Armonio (grupo de Faiz Ali Faiz, Pakistán)
  • Carcabas (Maalem Said Damir & Gnawa Allstars, de Marruecos)
  • Darbuka (Hossam Ramzy, de Egipto)
  • Tabla (Zakir Hussain, de la India)
  • Yembé (el burkinés Adama Dramé)
  • Ud (Driss el Maloumi, de Marruecos)
  • Didyeridú o diyeridú (grupo Outback, basado en Inglaterra, aunque el instrumento es australiano)
  • Kanún (Ensemble Ibn Arabi)
  • Nikelarpa (Emilia Amper, de Suecia)

  Ud, por Araceli Tzigane

Categorías: Actualidad , Ciencia , Libros , Música , Viajes

El palabrero    7.nov.2014 00:36    

Es la hora del aperitivo

    lunes 6.oct.2014    por El palabrero    0 Comentarios

Hoy El palabrero empieza, se abre, de una forma lúdica, como cantan estas muchachas canadienses, Christine Tassan et les Imposteures: "es la hora del aperitivo", "c'est l’heure de l’apéro". Por cierto, que no deja de tener su guasa que, después de que idiomas como el inglés hayan importado la palabra francesa apéritif, ahora en francés les dé por acortarla y decir apéro.

Aperitivo viene en última instancia del latín aperīre, es decir, ‘abrir’. De ese mismo origen tenemos esas tres palabras casi trillizas: abertura, apertura y obertura. La primera, abertura, es la más patrimonial en castellano, mientras que apertura es un cultismo, está tomada directamente del latín, y obertura nos llega a través del francés ouverture.

Otras palabra de esa misma raíz es abrigo. Curiosamente un abrigo no era originalmente algo escondido, cubierto, sino algo precisamente ‘abierto, expuesto al sol’ y, posteriormente, ‘defendido, resguardado del frío’. Y es que el significado originario de ese aperīre latino era ‘descubrir’, en el sentido de ‘abrir, destapar, quitar lo que oculta, cubre o tapa algo’.

Y la palabra tapa nos recuerda que habíamos empezado hablando del aperitivo, y resulta que nos lo habíamos dejado ahí, a medias. Se dice en ocasiones que el aperitivo se llama así porque abre el apetito antes de la comida. También un aperitivo puede abrir otras cosas, y no precisamente porque las gambas puedan estar algo pasadas, sino porque este término también se utiliza en medicina para referirse a ‘aquello que sirve para combatir las obstrucciones’. De hecho, el significado original de apéritif en francés, era ‘laxativo, algo que ayuda a una correcta evacuación’, y ya es en el siglo XVIII cuando pasa a ser la bebida y, por extensión, la pequeña porción de comida que la acompaña, que sirve para abrir el apetito.

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L'heure de l'apéro

El palabrero    6.oct.2014 20:33    

Un huraño en la foresta

    miércoles 1.oct.2014    por El palabrero    0 Comentarios

Seguimos hilando en El palabrero y la verdad es que unas palabras nos llevan a otras, todas llenas de historias y curiosidades. Por ejemplo, en el anterior programa hablábamos de palabras como foro, fuera o foráneo, está última derivada del latín foranĕus, ‘el que es de fuera’, de la cual nos encontramos con una curiosa y ciertamente bastante peyorativa derivación en castellano, huraño, con la habitual aspiración y posteriormente pérdida de la f inicial tan característica del idioma, que aparece en tantas palabras que hoy en día escribimos con h, como hambre, horno, hacer, etcétera. El Diccionario de la Real Academia, que define huraño como aquel ‘que huye y se esconde de las gentes’, indica que en la formación de esta voz con este significado pudo influir la palabra hurón.

Otros curiosos miembros de esta familia de palabras son términos como foresta o forestal, más usual en castellano moderno este último para referirnos a los bosques y lo que tiene que ver con ellos. Esta foresta también se refiere originalmente  a lo que está afuera y tiene que ver con esa raíz. Parece ser que deriva de la expresión latina forestis silva, que, literalmente, sería ‘el bosque de afuera’.

Si bien en nuestras lenguas de origen romance se ha impuesto las voces de origen incierto bosque, en castellano y en gallego, y bosc, en catalán, la foresta ha triunfado, por ejemplo, en el término inglés forest, que, en realidad, es una préstamo del francés antiguo forest que posteriormente perdió la s, quedándose en forêt, como ha ocurrido en muchas otras palabras en el francés moderno, como hôtel, que antiguamente era hostel, u hôpital, que originalmente era hospital

[Música: Deep Forest]

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En la foresta

 

El palabrero    1.oct.2014 19:52    

Fueros foráneos

    martes 30.sep.2014    por El palabrero    0 Comentarios

En los últimos Palabreros hablábamos de la palabra puerta y otras de su familia, viendo como estaban emparentadas con el verbo latino portāre, con el significado de ‘traer’, ‘llevar’. Es decir, la puerta sería ‘el lugar a través del cual se trae o se lleva algo’. Curiosamente, existe una raíz indoeuropea diferente con el significado de puerta. Se trata de la raíz *dhwer-, la misma que en inglés ha dado la palabra door, y que también ha tenido sus derivados en latín y, cómo no, en castellano y el resto de lenguas romances.

De hecho, en latín, además de porta, a la puerta se le llamaba foris, que es la derivación de dicha raíz indoeuropea. Como también lo son los adverbios foris o foras, con el significado de ‘lo que está más allá de las puertas, lo que está afuera’. Precisamente, palabras en castellano como fuera y afuera derivan de dicha raíz. Y no son las únicas.

Así, palabras como foráneo, forastero (esta a partir del catalán foraster) o fuereño, como dicen en varios países de Latinoamérica, sirven para designar a aquel que viene de fuera, al igual que el inglés foreigner, el Foreign Office, etcétera.

El forum, en el mundo romano, era la plaza pública, lo que estaba más allá del espacio privado, más allá de las puertas, afuera. De ahí pasa a ser el lugar donde se celebran los juicios y se acordaban los negocios públicos. Y ese es el origen de toda la familia de palabras que tienen que ver con el mundo legal y proceden de esa raíz: foro, aforado, fuero, foral, forense… y también, claro, el nombre coloquial que se le da a la ciudad de Madrid: el Foro.

[Con música de los Doors y Foreigner... ¿sabrán que sus nombres están emparentados etimológicamente?]

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Forum

El palabrero   30.sep.2014 15:47    

De poros y fiordos

    martes 23.sep.2014    por El palabrero    0 Comentarios

En Palabreros anteriores nos fijábamos en palabras como puerta, puerto, aportar, soportar y otras relacionadas con el verbo latino portāre, que nos remitían en última instancia a la raíz indoeuropea *per. Dicha raíz nos ha aportado palabras y no solo a través del latín, como veremos en este Palabrero, porque… ¿sabían ustedes que la puerta es pariente del poro, del emporio… y del fiordo

Efectivamente, el griego πόρος /póros/ vendría a ser ‘vía’, ‘pasaje’, algo parecido al latín portus, como ya veíamos. Lo que pasa es que el poro de hoy en día se ha quedado convertido en un pasaje... muy chiquitín, dado que un poro es, por ejemplo, el minúsculo espacio que queda entre las moléculas o los pequeños orificios de la piel.

Una palabra relacionada con ese πόρος es emporio. El ἐμπόριον /empórion/ griego era un gran mercado, donde comerciaban gentes de diversos países, lo que, al parecer, derivaba del término ἔμπορος /émporos/, que designaría al comerciante que viaja por distintos lugares, generalmente por vía marítima para adquirir y vender sus bienes. Ese ἔμπορος está relacionado con el πόρος, es decir, la ‘vía’, el ‘lugar de paso’ que veíamos antes. De hecho, la localidad catalana de Empúries (o Ampurias) se llama así por haber sido un importante emporio o puerto de comercio.

Y del Mediterráneo nos vamos navegando, como antiguos y osados ἔμποροι a los mares nórdicos, buscando algún fiordo donde refugiarnos, por cierto, otra de las voces que comparte esa misma raíz. La palabra fiordo, con el significado de ‘golfo estrecho y profundo, entre abruptas montañas’, la hemos tomado del noruego fiord, aunque ya no solo se utiliza para nombrar a los fiordos de ese país, sino también a accidentes geográficos similares, como los que nos podemos encontrar, por ejemplo, en Chile.

[Con la música de evocaciones griegas de Melo-M y fiórdicas a cargo de Nenem]

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Preikestolen

El palabrero   23.sep.2014 17:15    

Soporte y deporte

    martes 16.sep.2014    por El palabrero    0 Comentarios

Hablábamos no hace mucho aquí en El palabrero de palabras como puerta, puerto, aportar, oportuno y unas cuantas más, todas ellas derivadas del latín y relacionadas con la familia del verbo portāre, es decir, ‘llevar’, ‘traer’. Otras de ellas son soportar y soporte, que se referirían literalmente a ‘estar debajo de lo que se lleva, lo que se porta’, (soportar, supportāre, sub portāre). Sin embargo, no es correcto en castellano el uso de soporte con el significado de ‘asistencia’ o ‘ayuda’, como en la expresión soporte técnico, calcada indebidamente del inglés.

Curiosamente, verbos como comportarse y también portarse, se refieren a cómo se lleva uno mismo, o cómo lleva a los demás, a cómo los soporta. Y otra palabra relacionada es deporte, que, en última instancia, deriva del latín deportāre, el mismo que ha dado en castellano términos como deportar o deportación, que poco tienen que ver con el deporte. Deportāre, en latín, tenía el significado de ‘llevar hacia fuera’, el mismo que se conserva en deportar: ‘llevar a alguien fuera de un lugar’, ‘expulsar’, ‘exiliar’. Sin embargo, el deporte es algo muy distinto.

En realidad, palabras como depuerto, deportar, deportarse, ya aparecían en castellano medieval con el sentido de ‘divertirse’, ‘pasarlo bien’, tal y como se puede ver en el Poema del mío Cid o en la obra de Gonzalo de Berceo, teniendo como origen, al parecer, el provenzal deport. Esta diversión podía ser desde los juegos amorosos al ejercicio físico recreativo y fue esta última acepción la que sirvió para resucitar de alguna manera la palabra hacia el siglo XIX, como equivalente del término inglés sport, en el sentido de ‘actividad física que se ejecuta como juego o competición conforme a unas reglas determinadas’.

Es curioso que en inglés sport aparezca una s que no estaba en el latín deportāre. De hecho, sport procede de una forma más larga y antigua, disport, que deriva del anglo-normando que tanto influyó en la lengua inglesa moderna. Quizá ocurrió ahí un cruce entre el latín deportāre y el prefijo des- o dis-, que indica algo que es contrario, como deshonesto o distensión son lo contrario a honesto o tensión. De esta manera, disport se entendería como lo contrario a portar algo, a soportarlo, y, por tanto, equivalente a disfrutar y deleitarse.

[La música la trae Javi P3z Orquesta. Es la canción Ping/pong de su disco Sports]

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Antiguos deportistas muy modernos

El palabrero   16.sep.2014 18:33    

Un puerto oportuno

    viernes 5.sep.2014    por El palabrero    0 Comentarios

Puerta y puerto, ¿qué tienen en común? Abrimos la puerta para entrar en casa y llegamos al puerto para amarrar el barco o para pasar de un valle a otro, lo que, en realidad, son cosas bien distintas… aparentemente. En latín, portus era originalmente ‘entrada’, ‘lugar de paso’, ‘acceso’. De ahí que un puerto sea, en definitiva, eso: un lugar de paso entre la tierra y el líquido elemento o un lugar de paso también a través de las montañas.

Queda ya clara la similitud con la función de una puerta, el lugar de paso por excelencia que permite o no el acceso a un determinado lugar. Relacionado con estas palabras está el verbo latino portāre y todos sus derivados. Portāre vendría a querer decir ‘llevar, ‘traer’... ‘transportar’ en definitiva, que, por cierto, es uno más de sus derivados. Importar y exportar serían otros, en los que ya se percibe claramente su significado; importar, ‘traer hacia dentro’, y exportar, ‘llevar hacia fuera’.

Pero importar es también más cosas: algo importante es ‘algo que tiene relevancia, entidad, interes’, algo que importa. Esto es así porque el verbo importāre en latín medieval adquirió ese significado a partir del original que antes comentábamos, ‘traer’, ‘llevar’. Algo que trae, que aporta esa relevancia e interés, importa, es importante. Y ya nos hemos encontrado con otro verbo de la familia: aportar, que surge de la unión de la preposición latina ad, es decir, ‘hacia’, y del verbo portāre.

Y si algo importante es ‘algo relevante’, algo oportuno es ‘algo conveniente’, ‘algo que viene bien’. En realidad, el latín opportūnus procede de la expresión ob portum veniens, es decir, ‘lo que llega a puerto’. Lo contrario, claro está, es algo inoportuno o importuno, algo que no conviene, que no es bienvenido.

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Antiguo puerto de Cartagena

El palabrero    5.sep.2014 20:23    

Prenda mía

    jueves 7.ago.2014    por El palabrero    1 Comentarios

Hay palabras en castellano muy socorridas. Una de ellas es prenda, palabra que viste muy bien y que también es algo que te pueden dar o que te pueden llamar. Porque prenda, efectivamente, puede ser, la de vestir; también ‘algo que se da en señal o prueba de algo’: una prenda de amor, por ejemplo; pero también ‘cualquier objeto de valor que se deja como prenda del cumplimiento de una obligación o una deuda’. Y también prenda es ‘alguien a quien se ama intensamente’: “¡ay, cuánto te quiero, prenda mía!”

El origen de esta palabra está en el latín pignŏra /pígnora/, plural de pignus, es decir, ‘garantía’. De hecho, también existe en la actualidad el verbo pignorar, que significa ‘dar en prenda’. ¿Y cómo es posible que de la forma pignŏra haya derivado la palabra prenda, que, la verdad, no se le parece mucho? Pues parece ser que pignŏra daría en primer lugar, en castellano medieval, péñora y, sucesivamente, peñra, pendra y finalmente, una vez que esa r encontró un sitio donde estaba más a gusto, la actual prenda.

Relacionados con esta palabra y con este mismo origen nos encontramos con términos como empeñar, empeño, desempeño, desempeñar... Empeñar es, originariamente, ‘dejar una prenda en señal de algo’ y posteriormente pasa a ser ‘dedicar algún tiempo a algo’ y ‘poner tesón, insistir en algo’, empeñarse. Desempeñar, por su parte, era, en principio, ‘recobrar la prenda que se había dejado en garantía del cumplimiento de una deuda, obligación o deber’, una vez que se ha cumplido con ellos. A partir de ahí, adquiere también el significado de ‘cumplir con las obligaciones de un cargo o un oficio’.

Y si nos vamos más atrás en el tiempo vemos que toda esta familia de palabras (prenda, empeñar, desempeño, etc.) está relacionada con otras como pintar, pintura, pictórico... Pero esa ya es otra historia.

[Música: Preservation Hall Jazz Band y Totó la Momposina]
[Foto: Una prenda de Sebastián Errazuriz]

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Diseño de Sebastián Errazuriz

El palabrero    7.ago.2014 10:24    

Votos y bodas

    jueves 31.jul.2014    por El palabrero    3 Comentarios

No hace mucho hacíamos un Palabrero bastante bovino, hablando de vacas, toros, bueyes y palabras del mismo rebaño. Como bien saben, hay otra baca y esta es con b: la baca del coche, el portaequipajes que se coloca encima del vehículo para transportar ahí la sombrilla, el patito de goma y demás artilugios que no han cabido en el maletero, por más que nos hayamos empeñado en apretujarlos. Esa baca con b, nos dice el diccionario, procede del francés bâche, y este, a su vez, del galo *bascanda.

Otro par de palabras que se pronuncian del mismo modo pero una se escribe con b y otra con v son botar... y votar. Botar con b procede del germánico *bōtan, 'golpear', y puede ser tanto ‘tirar o echar hacia fuera algo’, como ‘lanzar una pelota contra el suelo o una pared’ o ‘echar al agua un barco recién construido’, como significados más comunes.

Votar con v procede, en cambio, del latín votāre, verbo formado a partir de votum, ‘voto’. Un voto, un votum, originalmente era una ‘promesa hecha a alguna deidad para conseguir un favor’. El sentido moderno de voto y votar con el significado de ‘expresar la preferencia por una opinión, opción o candidato a ocupar algún puesto’ aparece más tardíamente: en la Edad Media.

Relacionados con este votum están palabras como votivo, devoción o devoto, que sería ‘consagrado a algo’. Y también una palabra que se salta la ortografía de toda esta serie y abandona la por la b: boda. Como ya vimos en otra ocasión, la palabra boda procede del latín vota, el plural de votum, es decir, ‘votos’. Por lo tanto, etimológicamente debería escribirse con v, como se hace en gallego, por ejemplo.

Esa b tiene su origen y su explicación en el castellano medieval, ya que su pronunciación era diferente a la de la v: la b era oclusiva [b] y la v fricativa [β]. Por eso boda se escribía con b, porque en aquel entonces se pronunciaría de forma distinta si se escribiera con v. Lo mismo pasaba, por ejemplo, con palabras como vivir, que, si hubiera ocurrido lo mismo y se hubiera conservado la grafía medieval, ahora seguiríamos escribiendo la primera con b y la segunda con v: bivir.

[Música: Jorge Pardo]

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Tarta nupcial

El palabrero   31.jul.2014 10:01    

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'El palabrero' es un espacio destinado a bucear en las palabras, en su significado, en su etimología, en su historia, en sus usos y en sus conexiones, tantas veces insospechadas. Siguiendo pistas, sugerencias y abriendo la imaginación, viajamos por la apasionante historia de eso que está en boca de todos en cualquier momento: las palabras. Con Juan Antonio Vázquez
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