POSTRELATO 2
Atención, la propuesta esta semana es que le pongáis no un final sino un comienzo al famoso cuento de Augusto Monterroso, a saber:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí ...
Así de sencillo, lo único que tenéis que hacer es mandar la continuación (principio) con una extensión máxima de 90 líneas al correo: [email protected] . Necesitamos un nombre y un teléfono de contacto o, en su defecto vuestra dirección postal. Todos los postrerelatos serán publicados en este blog . Nos interesa saber qué ha pasado antes de este Cuento y seguro que ya tienes unas cuantas ideas y situaciones en la cabeza. Suerte y ¡¡a postrelatear!!
Por cierto, el ganador del POSTRELATO 1 ha sido Edu, a quien mandaremos el regalo tan pronto nos indique sus datos ... Su relato está colgado en el post del primer postrelato y es el que sitúa la acción en un cine contemplando una peli ¡mala! (osado que es él). Lo dicho, esperamos noticias ...
angel martin rizaldos dijo
Era bipedo y depilado, las escamas sauricas se habian transmutado en poros y melamina, y la cola tan larga de antes, ahora era no mas que un pequeno pitorro copulador. Su estatura lo desmoralizo y su potencia arcaica era poco mas que una pantomima alicaida. Aunque se reconocia en su desmayada metamorfosis cierto rubor encendia sus mejillas y sus palabras incipientes solo eran capaces de un borborigmo tonto y frustrado, deprimido y absorto en un descalabro aturdido de ojos aun leganosos. Estoy aqui, se dijo ignoto y visionario, pero dentro percibo claramente mis dientes afilados, mi sangre gelida predatoria, y mi futuro superviviente a prueba de aerolitos catastroficos y selvas esquilmadas. Ese enclenque y triste pitecantroba se desperezaba solo, inerme, futuro, y lo que nadie ha de dudar es que cuando desperto, el dinosaurio todavia estaba alli...
09 feb 2009
Anónimo dijo
Marian Orruño:
Bajó al sótano. Se proponía pasar toda la noche en él, habitualmente lo hacia, pero aquel día era especial. No podía perder ni un solo minuto, trabajaría hasta caer exhausto. Aunque fuese lo último que hiciese en su vida, lo conseguiría.
Su mujer bajo cinco veces al sótano preguntándole si estaba seguro de lo que hacía. La última, hasta le amenazó con abandonarle si no desistía. Sin embargo su hija le llevo una copa de güisqui y un capuchino. Su hija había vivido un año en Italia y los preparaba como nadie. Dándole un beso le dijo: “papa, lo conseguirás, eres el más grande” Adoraba a su hija, siempre estaba feliz, contenta. Era joven y todo lo miraba de diferente manera que su madre. A ella también le parecía aquello inusitado.
Quedó sólo. Seguía oyendo las pisadas de su mujer de un lado a otro. Se movía con inquietud como si estuviese esperando el desenlace de algo. Las siguió oyendo mientras afanosamente trabajaba. Las oyó hasta tarde. Después se hizo el silencio. El silencio que cada noche le envolvía en su trabajo. El silencio que a veces le atemorizaba haciéndole escuchar sonidos fantasmales: crujidos de tablas, chispas que saltaban como fuegos fatuos culebreando a ras de suelo y difuminándose después.
Aquel día, aquella noche, esa mañana siguiente, cambiaría su vida. La monotonía incrustada en su vida, cambiaria.
De mañana, muy de mañana, oiría las campanas como cada 29 de Noviembre. Más tarde, la gente se agolparía en la puerta de su pastelería esperando llevarse a casa las rosquillas de Santa Ana para el desayuno. La tradición, la maldita tradición. Unas veces las rosquillas de Santa Ana, otras el roscón de Reyes, otras los almendrados de Santa Cecilia, otras los pirulís rellenos de crema pastelera de San Gregorio y el resto del año, todo el resto del año, las típicas ensaimadas.
Nadie del pueblo volvería a confiar en él, aquella traición, precisamente el 29 de Noviembre, Santa Ana, no la olvidarían, se arruinaría, nadie volvería a entrar en su establecimiento. Pero Beethoven también abandonó todo por escribir la “novena”…
Lo tenía que conseguir. Tenía diez horas. A pesar del gran volumen del encargo; le bastaría ese tiempo.
Se haría grande y más grande y cada vez más grande. Se haría colosal. El lo haría colosal, él con sus manos. Tendría que tirar la pared de atrás, la que daba al bosque. El techo era suficientemente alto con sus cinco metros. Si no fuese un sótano, hubiese podido tirar las otras tres paredes.
Hacia una hora que había amanecido. Se esforzaba porque no se le cerrasen los ojos. El peso de su cuerpo le abatía, lo inclinaba. Sin embargo, su obra estaba acabada. La colosal obra terminada. Jamás, artesano alguno; pastelero alguno, consiguió algo así; tan inmenso.
Oyó ruidos extraños y de pronto, frente a él, vio dos hombres. Parecían hombres, con extrañas orejas y grandes dientes. Su morro era largo y tenían cola, una enorme cola. Los vio poner un gran arnés a su obra que tirada por caballos; parecían caballos, caballos verdes; verdes sí que eran, arrastraban por la puerta de atrás hacia la espesura del bosque su ¡gran obra!
¡Socorro, socorro!, gritaba. ¡Se lo llevan! ¡Me lo roban!
Despierta papa, despierta, estas soñando. Te van a oír gritar. Han llegado los señores del Museo de Paleontología a recoger el Dinosaurio. Dicen que hoy tienen la fiesta, que se lo tienen que llevar. Han traído un camión. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí…
10 feb 2009
Anónimo dijo
Enrique Hidalgo:
Entrando en los camerinos del recinto, o lo que ahora llaman back stage, se encontraban los tres maqueteros chavales, que hoy tuvieron la oportunidad de su vida, pues por mediación del primo de uno de estos, bien encaramado al puesto de concejal de cultura en el ayuntamiento, habían conseguido tocar en el concierto como teloneros de una vieja leyenda del rock en las fiestas del pueblo.
- socio, cerveza por cuenta, hoy el “morao” sale gratis.
-que menos, con lo bien que hemos tocado y no había nadie, cabrones.
-y cuidado, nos han puesto un platito con fruta! Que amables son. Valiente plan.
En plena faena de embriagarse, escucharon y criticaron al señor mayor que estaba ahora en el escenario y tenia llena la sala, eso si, mientras comían alguna pera que otra.
Cuando acabó la actuación, aplaudieron desde las sillas de mimbre en las que estaban sentados y a las que habían hecho cortes para poner el nombre de su grupo.
sin perder mucho tiempo, se hicieron otro canuto y tomaron otra ronda, auto servida por supuesto, en la sala había un bar, pero no un barman.
En estas que entró en la habitación la estrella de la noche, un hombre de algo mas de 50 años, que vestía con pantalones de pitillo y chaqueta vaquera llena de parches de grupos legendarios y calaveras, con un pelo tan largo y gris como el Guernica y con la cara mas impecable que se puede tener después de levantarte de la siesta y tocar una hora en una caseta municipal.
Llegó a la mesa y se abrió una cerveza, que se bebió de un solo trago, después dijo;
- buenas noches zagales.
-Estos viejos rockeros… dijo entre dientes uno.
-¿piensa que está de vuelta? Continuó el primo del afortunado concejal.
Ante tal desplante y tan descarado acto de soberbia, Abriendo otra cerveza, ya un poco ebrio, el semi profesional le dijo al viejo;
- buenas noches tenga su eminencia. Y se pimpló de un trago el botellín. Esto no dejaría de ser un cordial saludo, si no fuera por que la mirada de malas pulgas y amenaza que le echó, desconcertó al matusalén del rock
Que cosas tiene el ser humano a veces, sorprende que la respuesta de este caballero tan corrido ya, fuera beberse otra sin ningún tipo de miramientos e igual o mas desafiante.
Cinco cervezas y varios chupitos después empezaron los gritos, el jovenzuelo discutía si era necesario que el vejestorio dejara ya de tocar, pues la edad no perdona y los años pesan.
Dialogaba a voz alzada muy cívicamente Que si hay que dejar paso a los grupos nuevos, que si estaba muy gordo, que si se tapaba muy mal la calva, que si su madre tenia un negocio de ocio…la gran estrella del rock entrada en años, simplemente se reía y sin dejar de beber le lanzaba algún comentario mordaz sobre su cresta y sobre su afición a los bocadillos de carne empujada.
Los amigos del mozuelo, se preocuparon por engancharse a unas chicas e ir a ver la luna en el parking del recinto, para explicarles las fases de esta, dejando solo al mártir de la nueva generación, que siguió a lo suyo defendiendo su causa.
-viejo, deberías ir a acostarte, que mañana te dolerán los riñones y ese higadito…
y seguían bebiendo,
-ponte un pañal, que a tu edad no se controla el esfínter, tanta cerveza…
y seguían bebiendo
-no bebas mas que tu mujer te espera con los rulos puestos, ¿Qué quieres demostrar? a mi no me vas a tumbar…
Y seguían bebiendo
-viejo, viejo, eres… un lagarto de esos… tan viejos, un… diplodocus, un diplodocus enorme, eres un…
Y aquí está el punto de inflexión, por que el artista novel, consiguió caer al suelo
En lo mas próximo a un coma etílico.
…Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí.
10 feb 2009
Anónimo dijo
Pilar mera dijo:
Llegaba tarde, otra vez. Todos sus compañeros estaban ya en las mesas, observándole mientras cruzaba la oficina, con las cabezas asomadas sobre los ordenadores. Se sentó en su sitio, la ventanilla del fondo, aunque el banco estaba cerrado al público. Últimamente había mucho trabajo y al menos una vez a la semana tenían que hacer el papeleo por la tarde. Era principio de mes, así que había nóminas, pensiones y préstamos que revisar. Sólo mantuvo un breve charla sobre cine en la que, debido a un mal cálculo, coincidió en la máquina de café. Cuando dieron las ocho, recogió los expedientes y tiró a la papelera la hoja que había llenado con garabatos y letras. Se despidió de Lucas y se fue.
Decidió ir a la pastelería. No tenía ganas de hablar , y mucho menos de soportar las simplezas de aquella mujer, la dueña del negocio, pero le apetecía una tartaleta de manzana. Además, pensó que a lo mejor tenía suerte y no estaba ella, sino su marido. Cuando entró, no había nadie tras el mostrador. Carraspeó para que le oyeran, y cruzó los dedos mientras escuchaba a alguien acercarse desde el horno. Al verla que era ella, se sintió viejo y defraudado.
-Qué, ¿cómo va la crisis? ¿Muchos morosos?
-Pues… tirando. Una tartaleta de manzana, por favor –dijo rápido y frío. No le importaba ser maleducado. Quería dejar claro que no estaba de humor para conversaciones retóricas, pero ella insistió.
-¿Y este que mató a sus hijos y se suicidó por las deudas? –Dijo la pastelera girándose hacia él y agarrando la tartaleta con unas pinzas-- Hombre, por muy mal que estés, matar a tu familia es muy fuerte. La gente pierde la cabeza…
-Sí, la verdad, es una pena. Bueno, gracias. Adiós
Se comió el dulce en apenas tres bocados, caminando. Fue al supermercado a comprar unas cervezas para la partida del sábado y algo de comida. Al salir, se paró frente a la frutería del otro lado de la calle. Un a señora encorvada apuntaba con el dedo hacia el fondo del mostrador, señalando a la tendera las manzanas más maduras. Se preguntó por qué él nunca iba a aquella frutería, ni a la pescadería de al lado, y por qué seguía comprando la ropa en grandes almacenes y cadenas multinacionales.
De camino a casa, en el coche, comenzó una de esas tertulias radiofónicas sobre la actualidad. Enseguida cambió de emisora. Hacía tiempo que evitaba los informativos y, sobre todo, las tertulias. No podía soportar la vehemencia con la que los opinadores defendían su opinión, ni el gravísimo sentido de la moralidad de sus rotundidades. Él prefería las radios musicales, donde ponen canciones y hablan de los músicos y de la vida.
Cuando llegó, Eva ya estaba en la cama, dormida, aunque había dejado la luz de la habitación encendida. El ruido de la nevera, las cervezas y la televisión la despertó.
-Ey –dijo ella desde la habitación.
-Hola.
-¿No vienes a dormir?
-Si, me fumo un cigarro y voy.
-Bueno. Apaga la luz, anda.
Después de más de media hora de teletienda, consiguió apagar la televisión. Tardó otra hora en levantarse del sofá, ir al baño y luego a la habitación. Cuando entró, Eva se había destapado mientras dormía y tenía los hombros al descubierto. Se le veía el tatuaje. Él odiaba aquel tatuaje. Eva se lo había hecho antes de conocerle, cuando salía con un paleontólogo muy místico al que seguía viendo de vez en cuando.
Al principio, le resultaba original y gracioso. Incluso presumía de que su novia tenía un braquiosaurio tatuado en la espalda. Ahora, lo veía como algo vulgar y ridículo, impropio de su pareja. Y cuando trataba de convencerse de que todavía la quería, aquel estúpido dinosaurio le recordaba cada noche que ni Eva, ni nada, merecía la pena.
Apagó la luz y encendió la radio. Se quedó dormido escuchando una canción sobre un hombre que quería volver al pasado. Le pedía a la madera que volviera a ser árbol, y a los hombres, que fueran niños otra vez.
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
10 feb 2009
Anónimo dijo
Miguel Ángel Pérez:
Al levantarse el dinosaurio aún seguía allí...
Siempre se supó un hombre moderno,un contémporaneo de su época,esa época mágica y flácida de lo contémporaneo.Toda su familia,sus amistades,sus conocidos y allegados le habían considerado siempre un virtuoso de la modernidad,un hombre echó para un mundo versátil y vanguardista.
Pero él tenía un problema,y era tan insoportable e insufrible para él esté problema que se autoconvencía en estar siempre a la moda,a la ultima moda.El problema radicaba en el hecho de que cuando se miraba en un espejo,ya fuera engalonado con suntuosos vestidos,ya fuera en luces,ya en sombras,siempre,siempre el dinosaurio seguía allí.Se puede decir que nunca se acostumbró a su propia senectud.
Como la anorexía,como la bulimia o como cualquier enfermedad patológica este trauma perseguía al hombre por todos los reflejos que encontrara de sí mismo,en espejos,en otras personas o en otros tiempos.
Por alguna razón cuanto más luchaba por contradecir ese reflejo efímero que era él mismo y que no aguantaba,más estrepitosa era su vida exterior,hasta tal punto que la gente empezó a pensarlo mal,primero lo tildarón de alucinado,luego de lunático y más tarde de loco peligroso.Pero en ese momento,por fin,lo moderno lo había alcanzado.Perdida su vida social se fue haciendo viejo y un buen dia al levantarse,el dinosaurio seguía allí...Pero esta vez le hizo gracia,y ese dia se curó de su enfermedad,porque entendió que lo moderno es disfrutar cada instante de vida,todo está en el presente,el pasado y el futuro,lo que pasó y lo que aún esta por llegar,todo está en este mismo instante,contenido como el reflejo de una gota que caé al estanque reflejandose el todo en un espejo.Otro dia al levatarse el dinosaurio seguía allí pero le permitía estar un nuevo dia,le dió las gracias y convivió con él lo que le restaba de vida.Fin o principio
10 feb 2009
Anónimo dijo
Aranzazu C. Torres dijo:
Era tan pequeña..
No sé ni cómo se acuerda..
Apenas tres años.
Salía al jardín arrastrando una manta, buscando el sol.
Desparramaba encima todos sus jugetes, y al lado de la verja que daba a la carretera, cruzando esta, el mar, le daban las horas..
Peleando con su hermano, un año más pequeño pero ostensiblemente más grande, obsesionado con destrozarle todos sus jugetes.
Él, sólo conservaba un pequeño dinosaurio, y por que era de plástico duro.
Que más bien era el arma de la que se valía para apisonarle las historias que ella imaginaba.
Corria trás él por el jardín, llamándole cabezón, y volvía exhausta y agotada a su manta.
Era un día de primavera y hacía calor.
Entre lágrimas de rabia, vió un monstruo gigantesco que la miraba por encima de la verja, por encima del mar, por encima de todo..
Algún maleficio había transformado el jugete de su hermano.
Y amenazaba con aplastarla, de una vez por todas..
Cayó inconsciente.
La plataforma que transportaba la descomunal figura de cartón piedra, se había quedado atascada, justo delante de la verja, de camino a las fallas de Valencia.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí..
10 feb 2009
Edu dijo
Su marido cada día era más feo -pensó-.
11 feb 2009
angel martin rizaldos dijo
Amigos nocturnos y precisos, sólo deciros que ayer os envié mi visión de la historia del dinosaurio, disculpad que no pude usar ni las eñes ni los acentos, y además como lo tuve que hacer tan deprisa porque se suponia que estaba trabajando escribí pitecántroba en lugar de pitecántropo (hombre mono o simio) Lo he releído y aunque lo hice en un tiempo record no me arrepiento. Besos y muchas gracias.
11 feb 2009
Hernán dijo
Cuando despertó el dinosaurio, todavía esta allí aquel animalito improbable que se había materializado ante él, de pronto, poco antes de su siesta. El ser parecía inofensivo pero el gran Saurio le dedicó toda su milenaria fijeza. Era rosado y tembloroso, Saurio nunca había visto nada igual. ¿Sería real o acaso un subproducto de su descomunal ensoñación? Sin saber por qué, Saurio pensó: te llamaré Viernes.
Quizá a causa del interés de Saurio, el cuerpecillo de Viernes comenzó a temblar y a agitarse en lo que parecía un ataque del más vivo terror. Se tapaba la cara, lanzaba agudos chillidos, estiraba de sus diminutos cabellos...
Saurio apreciaba la paz por encima de todo y estas perturbaciones lo irritaron y despertaron su apetito. Dirigió sus fauces hacia Viernes y las abrió con un vibrante rugido, decidido a deglutir de inmediato la fuente de las molestias.
En el segundo anterior a su muerte Viernes se golpeaba la cabeza con los puños, se frotaba los ojos, se los arrancaba casi, como Edipo, intentando despertar del horror de su sueño. Dicen que lo logró, pero fue inútil. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí...
11 feb 2009
Anónimo dijo
Ramón dijo:
Post (Pre)Relato
Es curioso, damos nombres aventureros no sólo a los que por aventura o por deporte marchan en busca de fortuna, sino también a los que lo hacen por pobreza.
Y así a los desheredados que remontan los afluentes del Amazonas hasta los riachuelos donde van a cribar la arena en busca de gemas les llamamos “buscadores de esmeraldas “.
Un hombre que sólo poseía una canoa de madera vieja, su triste ropa y su nombre probó fortuna de esa manera y llegó por riachuelos a los que ni los indígenas conocen hasta una zona interior y pantanosa de la selva.
Allí encontró aire lleno de calor y humedad, loros y monos en los árboles, láminas de agua llenas de mosquitos y serpientes, y dentro del agua … saurios enormes.
El hombre que sólo posee una canoa, una camisa y su nombre descubre de pronto que también posee una vida y que la puede perder.
Pero las bestias inmensas, inmensas!, que le rodean, que se acercan y se van, que fluyen como nadadores gigantescos, sólo pastan vegetales en el agua.
El hombre pasó de ser un buscador a ser un descubridor, daría a la ciencia una singular noticia y esperaba que el mundo le diera a cambio fortuna y gloria, bueno … sobretodo fortuna.
La noche, y un dinosaurio indolente, se acercaron. La bestia en busca de agua poco profunda donde reposar ignorando la pequeña embarcación.
Aquella noche durmieron cerca uno del otro un gigante del pasado y un hombre ya no sin futuro, bueno … el hombre no durmió, dormitó nervioso hasta que finalmente el cansancio pudo más.
Antes de rendirse al sueño pensó si acaso se despertaría de un sueño, entonces en vez de un descubridor sólo sería un soñador.
Más, no!
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí …
12 feb 2009