POSTRELATO XXXIX: "Sus últimas palabras"
Enhorabuena a NMC, La nieta de y White Raven, ganadores del penúltimo postrelato de la temporada. Esperamos vuestros datos postales en [email protected]. Como colofón a esta gran temporada postrelatera os proponemos un nuevo inicio que suena a final.
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
¿Qué dijo? ¿Por qué eran sus últimas palabras? ¿Por que sabía que eran las últimas? ... Todas estas preguntas, o no, o algunas otras que sólo tú te formularás al leer estas palabras, encontrarán respuesta en tus continuaciones, que esperamos ansiosos en este blog. Como es el final, damos de hasta el próximo Miércoles 30 de Junio a las 12.pm para que envíes tus continuaciones a este post. Es el último esfuerzo, así que ¡suerte y a postrelatear!.
Lolita Lola dijo
- Y se acercan ya las tres de la madrugada, las dos si nos escuchas desde Canarias, asi que me despido ya, hasta el próximo programa. Os dejo con un tema de Patti Smith, "Because the night", buenas noches.
Recogió sus cosas y se largó del estudio, pensando que esa no era la mejor canción que podía haber elegido. Intentando imaginarse a sus oyentes, no creía que hubiese muchos "amantes" escuchando la radio a las tres de la mañana, más bien se venían a su mente imágenes de transportistas y agentes de seguridad de naves industriales.
Pasó por delante de la casa de su exmujer, no se veía ninguna luz en la ventana. Pensó en llamarla, pero recapacitó y lo dejó estar.
Llegó a su apartamento, y, como suponía, alli estaba él. Había rebuscado en todos los cajones, puesto todo patas arriba, y finalmente había encontrado la grabadora. Todo se había acabado.
Pensó en su ex, en su boda, en cómo lo había estropeado todo, pero ya era tarde.
La noche era para los amantes.
24 jun 2010
NMC dijo
¡Muchas gracias por el premio!!, una vez más.
Un beso.
24 jun 2010
Tomas Redondo [email protected] dijo
Hoy empieza todo. En pleno siglo XXI, mi vida tomara un giro de 180 grados. Como lo oyes, bajo el bulevar del paseo por mi vida, pienso que ha llegado el momento de el postre. En la Ciudad Invisible que habito me voy a permitir tomar mi jubilación, como un bocado de carne cruda. La flor de mi pasión se bañara en el mediterráneo, con aquella mujer, veinte años mas joven que yo, que prometió acompañarme, haciendo un saludo al sol a la vida; mi vida que comienza. Duendeando, oiré músicas posibles junto al mar, en ese mundo babel que se pierde en su horizonte. Un guirigay en ese trópico utópico que me acompañara al amanecer. Bajo el chiringuito de la playa, esta el sótano, que en realidad es un gran quilombo. Aun no me repondré, cuando llegue la hora en la que los elefantes sueñen con la música. Bajo esa atmósfera, bajo el rimadero, tomare mi merecida jubilación, con alma de león. Oyendo los conciertos de radio tres, mirando los satelitres del infinito. Y, ¿descansare?
25 jun 2010
VJ sin sur dijo
"Al encenderel piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo": Saludo al aire que enrarece la firmeza de mi voz. Entro suave y ya no siento el eco de mi pulmón. Entro al aire en mi desmayo por saberme perdedor. No quiero a mi ser envuelto en sonidos de rencor. Quiero ser el alma que os alaba por dejaros la atención siguiendo mi nube vana. Puedo entrar en mil corajes por aquel que me expulsó, que bien pudo ser el tiempo o un mal jugador. Pero ese desamor está ya fuera de mi voz.
Hilos de voz deshechos cuando buscan pesarosos la espuma de ese micrófono que nunca estuvo seguro de si se trató de mi voz o de la de un sucio impostor. Palabras tan inaudibles al saber que yo me voy y ellas se quedan aquí. No vibrará más aire que de mi interior se escape con algo que difundir. Sin embargo, es mi vida mi desgarro que yo escupo con mi tono. ¿Cómo haré si ya no cuento todo aquello que sí es cuento? ¿Cómo haré si ya no siento el aire que respiráis para hacérmelo llegar por el eter que no está?
Ahora la voz se cae, dormita y pesa; ya no gime pedigüeña la ayuda de otros alientos. Espero el silencio extraño. Mis ojos ya están cerrados notando el vacío opaco. Mis dedos deslavazados a tientas reptan sus yemas por no querer tocar el botón. Mis dedos van insensibles a apagar ese color que nos ponga en el final que ya no transmite voz, sólo suda dolor; sólo susurro oscuro sesgado de sensación. Sólo sabor de adiós.
(*)Escrito aún con la tristeza por perder la dulce pereza de Carlos Faraco. En su honor.
25 jun 2010
MentadeLimón dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
«Hemos intentado ser aves de paso y descubrirles con la voz los paisajes que veíamos. Unas veces cobrizos y faustos, otras níveos y brunos, pero espero que siempre fuesen únicos.
Este vuelo raso de las 22 horas me ha permitido acariciarles con melodías céfiras, enhebrarles sin miedo, enderezarles las alas cuan mensajero y aterrizarles suavemente sobre poblados tapizados por “cuentos de la buena pipa”.
Con denuedo hemos ido, durante 3 años, cortando páginas aferradas al palpitar del tiempo. Con mecanizados prismáticos voladores he ido musitándoles miles de jácaras enlazadas. Con labios narradores he expectorado testimonios llenos de personas, desde corazones con oídos descreídos y sordos hasta cerebros expectantes y sonoros.
Anidados en las rejas de estos acústicos balcones hemos despertado serenos cada anochecer sobre crestas de olas, llenos de nervios que ahora nos desnudan lentamente. Con los silencios que ayer me arropaban, hoy modulo nuestra desbandada.
Reconozco que ha habído errores. Es lo que tiene trabajar concentrando sueños. Perdonen, y piensen que quizás fueran desertores que se colaron por la lucera. Simplemente pretendimos mecerles con nuestros plumones, con deseos sanadores que desde esta noche ingresarán en hospitales, en estado anacoreta.
Les hemos intentado recordar que hay realidades incompletas transitando por caminos soterrados. Les hemos arrumbado por praderas de asfalto. Les hemos bosquejado líneas blancas y troquelado raíles estrechos. Les hemos echado el ancla y abordado dejando en su timón secretas invitaciones y valijas llenas de pretensiones.
Les hemos hipado estrellas con las que sonar inviernos, veranos, otoños y primaveras.
Mientras deshojan nuestro reloj de arena, estamos impregnándonos de sus estelas. Añoraré revolotearles.
En unos minutos nos volarán la cometa. Puede que haya otro Océano sonoro y encontremos un programa con el que entretener a los Caballeros de la Oscuridad.
Les dejo los relojes, los extintores del tiempo, los pensamientos levantando conciencias... Los nombres nadando o ahogando escritos en esculturas de letras. Les dejo cariños amargos, amables, salvajes y salados. Les dejo abrazos extensibles, cercanos y retráctiles. Les dejo ideas perecederas, distantes y familiares. Les dejo silentes mensajes públicos y privados.
En este momento, que no ven, les contemplo con ojos de lluvia sobre esta cumbre de lo lejano.
Tengo mucha suerte porque he vivido todos mis años... Mario, Gracias por Amar... Ana, tañaremos la vida del otro lado.»
El curioso y anciano micrófono emitió un lamento agarrado. Los dedos alados del presentador telegrafiaron finales de besos cerrados por abrazos libres.
Un soldado, técnico ausente en el discurrir de las palabras, agitó la música de cierre. Aullidos metálicos de ráfagas de balas piaron la última hora...
Fuera alguien abría comillas para un titular madrugador... Última hora: “Baño de sangre en La emisora Libre de Nuriedistán.” Leer más:“El Ejercito Insurgente Nuriedita asesina a los locutores del programa «Sobrevolando Nurietan...».” Fotos: 25 de Junio 2010. Fuente: Agencia Lliure.
P.D.: - Gracias a todos los que "postrelateáis". Me he entretenido, reído, admirado, asombrado... con vuestras historias. Mi enhorabuena a todos los que habéis ganado. ¡Me lo he pasado fenomenal!
- Gracias a todos los componentes de El Postre por abrir esta ventana
¡Féliz verano!
25 jun 2010
zavala dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras.Guardó un pequeño silencio y dijo en su acento del Piamonte:
¡Buenas noches Italia!
Pese a quien pese voy a leer una carta que nos ha remitido un oyente. Es mi modesto homenaje a un maestro y a un amigo. Comienzo:
Este hombre viejo regresa en su paseo matinal, Tiene la costumbre de caminar por la playa, llegarse hasta la Punta Gorda y recibir desde allí al astro principal, Que prefiere llamarlo así a utilizar su nombre habitual son cosas suyas, forman parte de la personalidad de este viejo al que llaman José y tiene la profesión de escritor. En su pensamiento hay una idea que revolotea sobre otras, acercarse durante la mañana al mirador, Han pasado, entre idas y venidas por el mundo, años de no ir por allí y ya va siendo hora. Hoy tampoco puede ver el Sahara es una ilusión que siempre ha tenido debido al rumor que corre por la isla, a lo más que llega, eso sí, con claridad porque hoy sopla el alisio, es a ver a las vecinas, la polvorienta isla de Fuerteventura y la mínima de Lobos y da en pensar que no distará mucho su aspecto al de las costas africanas y piensa en cómo puede ser que una tierra así de áspera pueda dar criaturas tan tiernas y recuerda amigos y le viene a la mente la palabra injusticia y la palabra denuncia y otros nombres y sonríe porque no escarmienta pese a los años, Una sonrisa tristemente lúcida que diría alguien que lo mirara con sensibilidad poética, un viejo feliz podrían decir 0tros, uno triste dirían algunos. La silueta de un hombre alto y delgado y algo encorvado, como Don Quijote, Se encamina de vuelta a su casa en la costa de Tías, a algo menos de media hora andando, a sus lentos pasos de hoy, Mirando las huellas que deja en la negra arena le pasa por la cabeza la idea de si no serán las últimas, las suyas, en su último día caminando sobre esta tierra que le acogió hace ya muchos años y sobre este mundo y se recuerda a él mismo cuando tenía pocos, hace tantos años, dejando sus primeras pisadas en una playa cercana a Lisboa aquel lejano día en que unos tíos lo llevaron a conocer el mar. Entre estas y aquellas ha transcurrido toda su vida, La suya, como todas las vidas y como suele este hombre decir, es una anomalía, un paréntesis entre dos nadas y siente que la suya, su vida, ha sido muy buena vida y también pese a sus muchos años, tan corta. Pero no quiere ceder a su carácter melancólico, levanta la vista mientras avanza y deja que el viento le refresque su arrugada cara y respira en profundidad y contempla el intensísimo azul del cielo y la bella aridez de esta tierra marrón y negra y el contraste que hacen las pocas casas, con sus líneas rectas, con su impoluto blancor y el oscuro mar como constante fondo, el mar, en el que a pocos metros de su camino ve a Rodolfo que pesca desde las piedras de lava, Buenos días Don José, le dice, Buenos días le responde el viejo, los dos con sus peculiares acentos y ambos comprendiéndose, ¿Ya de vuelta? le pregunta, Si Rodolfo, ya se acabó, ¿Pican?, Unos sí y otros no, como siempre, le dice y ambos sonríen y cada uno continúa a lo suyo, Adiós, Adiós. Ya cerca de su casa ve a Pilar que prepara el desayuno y ella le ve desde la ventana y como casi siempre que la ve, da gracias, así en general, a nadie en particular o a su suerte, no sabe, y levantan los dos la mano saludando, sonriendo, ambos, ella tan bella, él ya tan viejo, Y en ese instante del saludo comprende que todo termina y que se le acaba el tiempo, En ese momento, este hombre tan viejo por fuera, recuerda a su abuela, a la que él conoció de muy niño, la que para él siempre fue vieja y se hace sus cuentas y cálculos y suma los años y como resultado obtiene una edad parecida a la que tenía ella al morir y hoy, tantos años después de que ella lo dijera, comprende de verdad lo que ella sintió en sus últimos días y él, ahora, mientras atraviesa su jardín, siente y repite en voz muy baja, aquello de que "el mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". Y Pilar abre en ese momento la puerta y lo recibe como siempre con su sonrisa, sus abrazos, sus palabras y se disponen a desayunar y José le dice que le gustaría ir luego en coche hacia Yaiza y disfrutar de su deslumbrante luz y continuar por la sinuosa carretera entre la lava y las viñas atrapadas en sus medias lunas, y volver a sorprenderse con el milagro de su verdor entre esa desolación volcánica y continuar por la montaña del fuego hacia el norte para llegar al mirador del Río, y encontrar de nuevo al mar, Y por el camino pueden hablar de sus recuerdos, de los apuros que pasó con tantos premios, de tantos lugares por los que han pasado y pueden tomar algo allí, un aperitivo, una vez lleguen ya verán si dentro o fuera en la terraza, dependerá de si es viento o brisa lo que azota o acaricia el acantilado, Y charlar de viejos amigos, de viejos maestros de carne y hueso o de papel, de cómo está el mundo y de lo bello que es y besarse un poco y abrazarse mucho, contemplando la Graciosa y la Alegranza y El Río y mirar al norte y dejarse lavar la cara por el viento húmedo de sal, y buscar Lisboa en el horizonte, y respirar y oler ese mismo viento ,Y también, cómo no, hablar de las cosas prácticas, de lo que está en orden y cortar los flecos que puedan quedar de lo que todavía no lo está, Y Pilar en este momento le dice que no sea tonto, que no diga tonterías y se enfada un poco y le dice que claro que se van, pero le pone esa condición, la de no hablar de lo práctico y se marcha a por una chaqueta y a recoger las llaves del coche. Y José sonríe con su media sonrisa melancólica y viéndola trajinar al fondo del pasillo se sienta porque está muy cansado y se duerme como el niño que fue, en su sillón. Y el mundo, tan hermoso, continúa sin él y para la mayoría todo sigue igual, y otros pierden un maestro de compromiso y humanidad, un escritor lúcido y brillante para muchos, un hombre bueno y humilde, un amigo, un familiar o un marido, Y desde ese mismo instante, el mundo, tan bonito en sus formas, es peor, y nos quedamos desconsolados y más solos, sólo con el consuelo de su obra, que sí pervivirá por muchos años ya sea impresa en papel o a través de una pantalla o en futuros formatos, al menos mientras en el mundo queden hombres interesados en la Literatura, porque José, que se acaba de apagar, es uno de los grandes. Un Artesano de las palabras y de todos los nombres.
Muchas gracias José, dijo, y conteniendo a penas su emoción, se despidió de la audiencia y los invitó, si surgía una oportunidad en el futuro, a encontrarse en otra cadena.
26 jun 2010
Marcos Pérez dijo
Al encenderel piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo: el origen del Hairspray se remonta al siglo quinto antes de la merienda. Siglo, en el cual, los pobladores del sureste de un islote amarillo, se preguntaban por qué el ritmo se imponía al baile. Ya que, eran muchas las tribus las que se presentaban sin avisar a cenar, con la excusa de la celebración del baile cuando todavía éste no había sido patentado en los círculos cuadrados. Círculos, dicho sea de paso, en los cuales se guardaba en el más absoluto de los anonimatos, su apelativo. Ni su presidenta, recién salida de una cáscara del almíbar, y conocida bajo el seudónimo de Michelle Pfeiffer, cedía en el apaño de filtrar la buena nueva. Tal vez, porque ella misma era una pieza fundamental en él. O, sencillamente, porque la fascinación de sentirse importante, la empezaba a intimidar. El caso, es que llegado el día de su representación oficial, nadie faltó. Sólo el ritmo y yo.
27 jun 2010
LGB dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo: “ ha retransmitido..., hasta hoy, y hasta ahora, el último superviviente de esta ciudad... muerta. Se despide de todos ustedes su fiel amigo, el último de los vivos, Javier Uranga Basterra. Adiós.”.
El click del interruptor de sonido, retumbó en la sala como un golpe seco.
Una mujer, de unos cuarenta años de edad, retiró el dedo del aparato de radio y pronunció un adiós columpiándose en el sonido silabeante de la última consonante.
-ssssss – decía ella muy bajito.
-sssss – acabó Javier desde el último espacio radiofónico conocido en la ciudad.
Un estruendo provocado por el ruido de montones de cohetes y petardos estallaron en la ciudad para celebrarlo. Se encendieron las primeras hogueras de aquella noche de San Juan, y multitud de personas salieron de sus casas para celebrar el “último apagón analógico”. La verdadera y completa “era digital” había comenzado, y con ella : el mundo se convertía en un completo lugar tecnológico.
Los aparatos de radio tradicionales, con su dial y sus ruedecitas girables de sintonización, ardían en las llamas de su última noche. Hombres y mujeres sonreían ante una nueva época que les permitiría estar conectados a cualquier medio en cualquiera que fuera el momento y el lugar.
Javier seguiría trabajando en una emisora tecnológica generando contenidos las veinticuatro horas del día que serían redifundidos a cualquier soporte que contuviera un pequeño chip diminuto. Relojes, lavadoras, ordenadores, ropa deportiva, tapones de coca-cola, gafas virtualísimas para ver y/o oír en todos los rincones de la ciudad cualquier programa de audio y/o visual a cualquier hora ...¡¡todo era posible!!.
Escuchar un programa que hasta aquel día de San Juan tenía un horario establecido en la madrugada de todos los días laborables y reproducir la voz del gran J.U. sería posible siempre que uno quisiera. Las barreras del tiempo y el espacio habían sido eliminadas.
Pero él, Javier, lejos de sentirse contento, se sentía hundido.
Ella, desde su casa, desde un pueblo en las montañas del País Vasco, también estaba triste. Giraba una y otra vez la ruedecita para comprobar que la captación de frecuencias ya no era posible. El hombre y la voz que había endulzado todas sus noches en aquel misterio casi íntimo en el que parecían compartir tantas y tantas vivencias aún sin conocerse, habían llegado a su última despedida. Su reloj, su lavadora, su tapón de coca cola o sus gafas nunca reproducirán el abrazo sensual que suponía agarrarse a una radio perdida entre las sábanas en busca de esa voz tan amigable.
El, desde su emisora, sentía haber perdido parte del realismo que suponía acercar a sus invitados hasta la propia emisora, acercar al radio-oyente a una hora concreta, acercar la vida misma a través del fluir de una frecuencia definida. Apagó las luces de la sala, envolvió sus carpetas con su gabardina, se colocó unas gafas de lejos, y abandonó la emisora para dirigirse a su casa.
Desde ese 24 de junio, nunca más retransmitiría desde aquel lugar. Lo haría desde su hogar, a cualquier hora, y en cualquier momento.
El mundo completamente digital había comenzado. La época veraniega ofrecería el lapsus de tiempo necesario para esperar con ilusión una nueva temporada de relatos digitales dirigidos por esa voz, a veces solemne y otras alegre, que tantas y tantas historias lanzaría a millones de circuitos interconectados. Historias que antes volaban por el aire, en frecuencias definidas, en un espacio aéreo limitado, y en Septiembre, lo harían de la mano de una monstruosa red de redes que conecta potencialmente a millones de personas.
La primera mañana de aquel Setiembre, al encenderse el piloto verde, Javier sabía que esas iban a ser sus primeras palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo :
“ A todos los que me escuchen desde sus tapones de coca-cola , buenos días!!, Good Morning!!, Bonjour!!, Ni zao!!, Guten Morgen!!, y... Dobro jutro!! para nuestros colegas de Croacia. ¡¡Javier Uranga en directo!!, ¡¡desde cualquier lugar!! y en cualquier momento!!” .
27 jun 2010
Mª Carmen Martínez dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dirigiéndose al público allí presente y a los telespectadores que fielmente le seguían semana, tras semana. dijo:
Antes de despedirme, me gustaría hacerles partícipes de mis sentimientos y opiniones. Quiero que sepan que siento por Vds. el más absoluto desprecio, casi tanto, como el que me tengo a mi mismo. Con la contundencia de un zarpazo, el desconcierto se reflejo en la mayoría de los rostros que allí se encontraban. Otros, sin embargo, mostraban una risa gansa e incrédula; pensaban que todo sería una broma incluida en el guión. Lo cierto es que se miraban los unos a los otros buscando respuesta. Un sordo murmullo empezó a emerger de sus bocas contaminando el aire, mientras se agitaban en sus asientos con talante ofendido.
El presentador continuó su discurso con la indiferencia de quien no teme las consecuencias de su osadía y está dispuesto a todo. Vuestras cabezas están huecas; habéis perdido la capacidad de pensar, de exigir, de entusiasmaros por la cultura, por eso, os conformáis con programas como éste por el que desfilan toda clase de personajillos vomitando sus miserias. A fuerza de absorber basura os habéis vuelto adictos e insaciables. Cada vez necesitáis dosis más fuertes de mezquindad y ordinariez que os ayuden a sobrellevar vuestras vacías vidas. Pero no os preocupéis, no sois los únicos culpables. Alardeando de profesionalidad, me he dedicado, sin límites, a escudriñar lo más bochornoso de las vidas ajenas. Todo queda justificado en este sucio juego de títere complaciendo a las audiencias. Me he prostituido a cambio de fama y dinero. Ya no me tengo respeto. Lo peor de todo, es que he llegado a sentirme importante. ¡Pobre infeliz!. Nada más pronunciar estas palabras, estalló su risa sarcástica y ensordecedora.
A medida que se alejaba del plató su cuerpo parecía más liviano y ligero. Pensó en la liberación que le había proporcionado aquella catarsis. Por primera vez en mucho tiempo volvía a quererse, volvía a sentir las caricias que él mismo se prodigaba. Se dirigió a su despacho con el propósito de recoger sus cosas. Encima de la mesa descansaba una fotografía suya, la contempló durante unos instantes. Entonces, su imaginación le jugó una mala pasada porque le pareció que su imagen inerte movía los labios, pronunciando estas palabras: ¡has estado magnífico!, ¡qué poder de convicción!, ¡qué talento!. Mañana saldrás en la primera página de todos los periódicos. Se duplicarán los índices de audiencia. Te lloverán los contratos.
Pero no te engañes, no deseas redimirte. No eres más que un pobre esclavo de tus ambiciones; un astuto manipulador sin escrúpulos que, por fin, ha encontrado la forma de conseguir lo que quería, ¿no es cierto?
Por la ventana se filtraba la voz de un loro que repetía sin cesar: yo no soy tonto, sólo escucho la radio, yo no soy tonto, sólo escucho la radio…….
28 jun 2010
MPA dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo: Tantas veces me he dirigido a vosotros, tanto tiempo…; demasiado. He narrado, contando, intentando mantener mi voz al margen de la noticia y ahora os pido perdón por haber introducido en vuestras casas, día tras día, el nauseabundo hedor del mundo.
A menudo hubiese querido daros la noticia de que el color de la piel ya no cuenta. Que las armas dejaron de existir. Que los campos minados son historia. Que los niños africanos tienen problema de obesidad. Que los que antes sufrieron terribles torturas ahora no están tiranizando a otros. Que los guardianes de la moralidad no vejan a inocentes. Que ya no existe esa guerra desigual vengativa e injusta. Que se captura en el mar lo razonable. Que no se hacina como animales a los animales. Que no se los mutila vivos para hacer afrodisíacos. No quisiera haberos mostrado la terrible captura de los atunes, casi igual a la que antes inflingían a las ballenas destazándolas vivas durante días, pedazo a pedazo hasta llegar a sus partes vitales, sus gritos de mamífero se oían de lejos. Con gusto hubiese enmudecido antes de hablaros de las peleas de perros, o de gallos que orquestan los humanos, ni de aquella sinrazón noticia: “entraron de noche en una perrera y cortaron las patas a todos los perros con una sierra mecánica…”
No quisiera ser humano y aborrezco vivir. No quisiera pertenecer a esta raza insensata, lamentable y cruel, aunque tampoco me atrevería a pedir ser animal, no creo que podría resistir el sufrimiento, la tortura que por mi inferioridad me impondría el hombre.
Tengo un deseo. ¡Quiero vivir sin hablar!
28 jun 2010
MLG Alicante dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo: el paraíso conserva un pájaro que, cuando sabe que su muerte está próxima, trina el más dulce de los cantos que su frágil cuerpo pueda erigir. Y lo hace a sabiendas de que, con ello, habrá de soportar tal esfuerzo que el aliento último lo consumirá en halagar los oídos de quienes atiendan a su gorjeo; mas nunca ha dudado de su destino, que no es otro que ese que le encamina al postrero final.
Dicho esto, el presentador cerró el micrófono que le mantenía aún con vida ante quienes le escuchaban esa noche rodeados de sus silencios comunes y privados. Por un instante, la emisión quedó muda, afónica de talento, hasta que se oyó el rascar de una aguja sobre un viejo vinilo, surcando sus huellas sonoras. Era una antigua canción la que transmitían las ondas, un canto a la inocencia y al despertar del amor sobre una tierra fértil y húmeda. Este tema había sido casi el himno con el que aquel presentador, ahora enjuto y arrugado de años, solía despertar cada mañana en la finca familiar labrada de esfuerzos e ilusiones. Sus padres, al igual que sus abuelos, dedicaron vastas energías para sacar adelante un antiguo terreno yermo, y convertirlo en un edén plagado de frutos. Pero, tanta dedicación a la madre tierra les valió a los primeros una muerte por agotamiento y, a los segundos, rostros plantados de permanente dolor y manos ulceradas por el sueño. Por eso, cuando a Gabriel le llegó el turno de coger la azada entre sus dedos, decidió que iba a ser sólo para plantar el cartel de “Se vende” y marchar rumbo a un futuro mejor. Quizás si las ninfas que habitaban en el bosque de su infancia hubieran cantado como el ave aquel del paraíso, el presentador se habría quedado a verlas jugar junto a su huerto hasta el mismo momento en que alguien, en un estudio de radio lejano a su hogar, hubiera encendido un piloto rojo para dar paso a las últimas palabras de algún locutor que ese día anunciaba su jubilación.
29 jun 2010
Arutx B dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
- ¡Buenas noches señoras y señores radioyentes!, una noche más con todos ustedes para transportarlos a otros mundos, a otros lugares, a otros parajes donde puedan olvidarse de sus pesadas cargas, de sus problemas y de sus tristezas. Pero hoy, hoy no será como ayer, hoy serán ustedes los que con su participación me harán olvidarme de los míos, mejor dicho, del mío....
Había escrito cinco veces esta pequeña introducción pero ninguna de las que ahora formaban un pentágono de pelotas de papel en el suelo, le había gustado. Había pensado en contar directamente cuál era la razón de su pesar en una frase tan clara y directa como: “señoras y señores radioyentes: me muero”, pero el miedo a asustar a los más sensibles le había apartado rápidamente la idea de la cabeza. No, no tenía ningún derecho a hacerlo de aquella manera porque ante todo se debía a quienes durante aquellos productivos ocho radiofónicos años, le habían mostrado semejante fidelidad.
Y ahora debía de seguir contando esta su última intervención y no sabía como continuar, porque a pesar de que había dado más de cien vueltas en su cabeza tratando de buscar la mejor manera de contar que al día siguiente le operaban para realizarle un trasplante de hígado, no había encontrado ninguna que le gustase decidiendo al final dejarse llevar por el vértigo de la improvisación.....
- ¿Recuerdan? - prosiguió tras respirar profundamente en tres ocasiones-.
- ¿Recuerdan aquel programa en el que Laura nos habló de Sulawesi?; ¿Cuando nos habló de la tribu de los toraja? Sí, ¿de aquellos nativos que viven en la zona central de esa isla indonesia que tiene forma de mariposa libando?.
Hoy me gustaría que me acompañasen de nuevo allí, allí donde la muerte de un ser querido es vivida de otra manera, allí donde cualquier mortal, una vez que se produce su deceso, tiene un clon en madera asomado a las balconadas de las criptas excavadas en la roca.
Sí, hoy quisiera que cada uno de ustedes me llevasen a sus casas para tenerme en su salón porque mañana, mañana ya no estaré con ustedes, no estaré con quienes me han acompañado durante todos estos años, mañana quién sabe, quizás ya ni esté, ya ni exista, ya solo sea el hueco que deja una piedra en la orilla de un río cuando alguien la coge para lanzarla sobre sus aguas formando cuatro o cinco puentes.
Mañana me operan a vida o muerte y si todo va bien, o si todo va mal, quiero que sepan que ustedes forman ya parte de mí, que cada uno de ustedes son ya una pequeña porción indisoluble de mi yo, y que tanto si sigo aquí, como si viajo allí, estaré siempre con ustedes.
Gracias por todo, amigos.
- ¡Pablo!, pon otra vez “dust in the win”.
29 jun 2010
Mª Carmen Martínez (segunda propuesta) dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
Me quieren ehar por inadaptado y rebelde, porque no me he prestado a enmascarar la verdad.
Pero soy yo quien se va, antes de que mutilen las alas de mi libertad, antes de que mis palabras pierdan su identidad y no las reconozcan,
No se preocupen, nos encontraremos en otros espacios de mares abiertos, donde se pueda navegar sin rumbo fijo, donde nuestro libre pensamiento pueda zambullirse sin miedo a ser embestido por las rocas
Y por favor, no olviden lo que tantas veces les he dicho: si realmente quieren ser libres, no dejen de soñar. Yo he soñado que les mandaba besos de caracolas con sabor a sal.
Tendrán noticias mías, Hasta pronto
29 jun 2010
Caripén dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
"Compañeros de viaje, noctambulistas empedernidos, aquí se separan nuestros caminos. Han sido cinco años de andadura juntos en los que, creo, hemos crecido juntos gracias a las sugerencias que, en directo, me habéis hecho para pinchar en antena. Porque... -bebió un trago de agua para calmar su garganta reseca por la emoción- porque... -cuánto tiempo llevaba preparando este discurso y ahora se daba cuenta de que estaba improvisándolo- porque creo que nuestra escena musical es plural, hemos ido descubriendo nuevos talentos manteniendo un punto de anclaje con los clásicos de nuestra cultura. Gracias, oyentes. Los nuevos directivos de la emisora han planteado una nueva parrilla de programación en la que se pretende reconvertir este espacio dándole unos contenidos con los que el que os habla no se siente identificado; Esas diferencias obligan esta despedida. Para mantener vivo este programa, sugiero que todos sigamos escuchando las canciones que nos han acompañado estas madrugadas. Adiós"
Se quedó un rato sentado, reposada la cabeza entre las manos para escuchar el jingle de cierre del programa por última vez, para paladear cada nota esta vez, ya que casi todos los días le pillaba recogiendo sus apuntes para ese día de programa. Salió del estudio, entró en la pecera y brindó con sus técnicos, que le desearon mucha mierda. Cuando atravesaba por última vez la puerta de salida, sobrepuso a la melancolía el hecho de haber sido dueño de su destino, anticipándose a las funestas consecuencias a las que habría llegado si le hubieran hecho anunciar, tal como pretendía la junta directiva, un aparato de gimnasia pasiva o un alargador de pene. Aún le dio tiempo a echar el último cigarro junto al vigilante del turno de noche.
29 jun 2010
Laura dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo :
“Querida mia, a tí, que todas las noches me escuchas muy atenta a través de estas ondas que cruzan nuestras calles, a tí, sólo a tí, te dedicaré mis últimas palabras.
Querida mía, tú que me pareces tan inalcanzable, como lo es la tierra cuando la luna le baila en círculos, como lo es el sol, cuando le orbita la Tierra en un mundo ausente de aire. Querida mía, tú que te filtras de soslayo en mi mente, que paralizas mi pensamiento, que dices quererme tanto como al hombre que nunca conociste pero que una vez deseaste. Tú, que me escribes cada noche, susurrándome al oído, contándome tu vida, haciéndome sentir muy cerca tuyo, haciéndome creer que ya formo parte de tu vida.
Deseo conocerte querida. Deseo abandonar este micrófono y que me digas dónde encontrarte.
(Un silencio más largo. Los tres invitados le observan atónitos. Alguien desde la cabina central solicita que introduzcan cualquier tema musical para interrumpirle. Pero él continúa ....).
Querida amiga, esta misma noche me invitarán a abandonar mi trabajo. Lo sé. Ya lo están haciendo. Lo harán por utilizar este medio para contarte en voz alta y clara lo mucho que en estos seis meses has significado para mí. Por contarle al mundo entero que he sentido tus lágrimas, tus risas, tus penas, tus carcajadas, a través de cada línea que me escribías tras mi programa. Y he de confesarte que te quiero sin verte, te quiero sin saber si eres alta, delgada, gorda o baja, si tus ojos miran igual que tu mano enlaza cada palabra con cada sentimiento tuyo.
Cuando abrimos el "blog del presentador" en la emisora, nunca creí que pudiera implicarme en una relación como la tuya y la mia, como la que dia tras día, me levanta de la cama con la ilusión de que llegue la noche para saber de tí.
Escríbeme esta madrugada también.
Díme dónde nos encontraremos.
¡No huyas!, ¡hazme saber que no eres el fantasma de mis sueños!.
Hazme creer que la vida es mucho más que este programa, en el que, cada noche, he narrado lo que muchos oyentes querían oír, lo que mi Director quería emitir para obtener una audiencia que nos permitiera mantenernos en antena, y a tí y a mí : continuar escribiéndonos en la intimidad de nuestras diálogos.
Sólo tú, querida mía, me has demostrado saber leer entre las lineas maestras que yo perfilaba, y por esto : quiero estar contigo el resto de mis noches, y conocer el día como lo hacen el común de los mortales.
Adiós, adiós a todos. Ha sido un placer haberles hablado. Un placer que me hayan escuchado. “
Otro silencio mucho más largo irrumpió la sala, una lágrima resbaló por su mejilla y un abrazo a unos contertulios asombrados por sus palabras pusieron el punto final de este presentador en esta radio.
Con la música de Sting “If on a winter's night” terminó el XXXIX relato emitido por Radio 3.
29 jun 2010
Alejandro dijo
Los viejos pescadores me habían contado que a veces pasaba, que el mar podía ser así de caprichoso y cruel, pero soy muy joven y esa noche estaba confuso.
No supe en ese momento qué hacer con lo que encontré atrapado entre las redes de mi barco, y lo arrojé de vuelta al mar.
No supe, tampoco, reconocer los rasgos que dibujaban el rostro de la infortunada que quiso poner fin a sus días entre las olas.
No sé. No lo sé.
Solo sé que cuando regrese al anochecer a mi casa, mi esposa ya no me estará esperando.
29 jun 2010
mcrm dijo
“Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:”
“No aguanto más…no pienso seguir siendo un cómplice. Me declaro totalmente inocente”. A esta afirmación siguió otro pequeño silencio, que en un medio como el suyo era el mayor de los pecados capitales. En realidad no era del todo cierto, no era un silencio puro, porque si se prestaba la suficiente atención y el oyente se encontraba en un ambiente tranquilo se podía oír: como una respiración entrecortada y nerviosa seguida de un ligerísimo carraspeo, como si el micrófono fuera nuevamente ajustado y como si los papeles se deslizaran por la mesa. Esa ausencia de voz era un importante reclamo para todos aquellos que mantenían la radio de fondo, sin prestarle demasiada atención, puesto que rompía con esa tranquilizadora cháchara sin fin. Ese no era obviamente el guión previsto, esos folios dejados a un lado en la mesa, y que alguien se desviara de él era de por si todo un acontecimiento.
La expectación de los oyentes era máxima y el presentador, que acumulaba muchos años de experiencia, no necesitaba pruebas que lo demostraran. Los técnicos, que tenía frente a sí en los controles, primero repasaron confusos el esquema de guión o escaleta que tenían entre manos, para justo después dirigirle gestos significativos de interrogación. No les quedó más remedio que aguardar igualmente a la expectativa.
Después de la teatral pausa, el presentador volvió a su discurso apasionado e improvisado, un tanto atropellado incluso, puesto que era consciente que en cualquier momento su micro podía ser cerrado, o lo que era lo mismo, su asesinato en directo en un medio como aquel.
“yo no la he matado. ¿Cómo podría matar aquello que tanto he amado toda mi vida? Ella me sedujo, me atrajo a la profesión y dio sentido a mi vida. Si de algo se me puede acusar es de haber sido cómplice de aquellos que no quieren respetarla, pero sí acallarla. Ya no puedo seguir así. La presión es demasiada para mí, por lo que debo hacer una completa confesión por mí y por otros mientras pueda. Desgraciadamente la libertad de expresión ya apenas existe, es una gran ilusión, que algunos se empeñan en crear y moldear según sus intereses, mientras que profesionales como yo arriesgan su credibilidad, sus principios y su salud”.
Tomó aliento. El corazón le iba tan acelerado, que si su cardiólogo le colocara en ese momento un electro, estaba seguro de que el registro de su actividad cardíaca no tendría suficiente con los márgenes del estrecho papel. En ese momento no se atrevía a aventurar qué fin se encontraba más próximo, si el de su carrera, su vida, o ambos, pero por una vez necesitaba decir lo que pensaba de verdad. Así que prosiguió con su arenga sobre la perversión de su profesión, de los medios en general y de su empresa en particular.
En eso estaba cuando observó como llegaba el final del fin. Esta vez le había ganado la vida la partida a la carrera y todo él pareció serenarse un poco mientras aguardaba el desenlace de su etapa profesional. En el control sonó el teléfono o al menos pudo ver como oscilaba el piloto que indicaba tal circunstancia. Uno de los técnicos lo descolgó con aire severo, escuchó con gran atención, nada más colgar comentó algo a sus compañeros e inmediatamente antes de hacer nada, le dirigió una expresión de disculpa. Entonces sucedió. Su carrera llegó a su fin de la manera más abrupta. Su micro fue cortado y por los auriculares escuchó música ligera, mientras los técnicos se afanaban apurados en buscar algún material de archivo que rescatar. En verdad sus últimas palabras fueron: “malditos cabrones”, pero lamentablemente ya nadie, salvo él mismo, pudo escucharlas.
29 jun 2010
Wet Sand dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
-Hasta aquí hemos llegado, queridos radio-oyentes. Es un momento muy difícil para mí; con vosotros, he compartido algunos de los ratos mas intensos de mi vida. Me prestasteis vuestro tiempo, para que yo pudiera relatar mi vida y mis historias, en vez de llenar las páginas de un diario. Estuvisteis ahí, escuchando el llanto que produjo mi primer suspenso, y sé que llorasteis conmigo. Guardasteis silencio, cuando os informé con tristeza, de la muerte de mi abuelo. Escuchasteis con admiración mis primeros descubrimientos musicales. Me consta, que os robe una sonrisa cuando os confesé los secretos mi primer amor. En estos años, he compartido con vosotros, más que música, más que palabras: me he entregado a vosotros, me he abandonado a vuestros oídos; y por todo esto, quiero daros las gracias, porque, aunque seáis invisibles, sé que todo este tiempo, habéis estado ahí. Se que existís en alguna parte, tal vez en algún universo paralelo, donde llegue la frecuencia del viento. Con esto, cierro una etapa de mi vida, gracias de nuevo. Hasta siempre…-
Roberto presionó el botón de stop, quizás con la fuerza propia, de alguien que quiere disimular los sentidos, con el fin de aguantarse las lágrimas. Los chicos no lloran, y menos aún los chicos mayores. Después, con mas delicadeza, se ocupó de sacar la cinta de casette del aparato. La observó al trasluz, percatándose de que aún quedaban unos minutos en blanco que no podía evitar rellenar : en parte por puro romanticismo, de acabar el programa con una melodía; en parte por la comodidad, de poder escuchar la cinta entera y al cambiar de cara no tener que rebobinar. Y como si de una grácil joya se tratase, volvió a introducir el rectángulo de plástico en el radiocasette con fascinante coordinación y admirable sutileza. Buscó entre el mar de cartón y plástico, que teñía el suelo de regalos musicales. Escogió uno los vinilos, y de nuevo, con inusual destreza para un chaval tan joven como inexperto, lo colocó en el tocadiscos, permitiéndose, por unos segundos, quedarse hechizado observando el disco girar de un modo maravillosamente sugestivo. Solo quedaba apretar el “Rec”, acercar el casette al altavoz del tocadiscos y cerrar los ojos mientras Louis Amstrong suspiraba “What a Wonderfull World” en la banda sonora de “Good Morning Vietnam”.
La perfección del momento fracasó cuando la cinta virgen llegó a su final a mitad de la canción.
Se apresuró a recoger todos los discos, se acercaba la hora de cenar y su madre podía llegar en cualquier momento. Si ella viera aquel estropicio musical, o cualquiera de los que se había llevado a cabo, de manera clandestina, desde que hace 3 años Roberto comenzase a jugar a aquello, habría montado en cólera(seguramente le habría dado un castigo ejemplar). Toda la colección de amados vinilos, desperdigada por el polvoriento suelo de la terraza; un amasijo de cables enzarzados entre las macetas y adentrándose peligrosamente por la ventana de la cocina; y el carísimo tocadiscos, que, por supuesto, y de igual manera que los discos, eran bienes preciados, pero olvidados entre otros aparatos de entretenimiento audiovisual mas modernos y tecnológicos.
Desde luego, había un buen motivo para llevar a cabo este juego en el lugar menos indicado de la casa: una oyente infiltrada, que, conociendo ya el horario de emisión del programa, olvidaba sus aburridas muñecas en el baúl de los juguetes y las cambiaba por una hora diaria de cuentos, canciones, y un sinfín de cosas mas estimulantes que cualquier juguete. La mayoría de veces no entendía lo que el presentador decía, y otras tantas se aburría con aquella extraña música que debía ser tan vieja, tan vieja, como sus papás, o incluso, sus abuelos.
Roberto jamás le confesó que sabía que le espiaba. Era difícil no escuchar su respiración tras la fina pared; pero prefirió guardarle el secreto, y la dejó escuchar con total inmunidad, como si ella perteneciera al mundo de los invisibles.
Tras quince minutos de carrera y tropiezos, toda huella del delito desapareció, y todas las armas del crimen volvieron, cómplices, al lugar que les correspondía. El sabía que aún quedaba algo por hacer, lo mas duro; más incluso, que la despedida. Arrastrando sus doce primaveras y un verano, se dirigió a la casa de al lado, y preguntó a su vecina por la pequeña. Cuando la niña se asomó a la puerta, él alargó sus manos, como en una ofrenda; delegando sus sueños, en la nueva presentadora del programa. Ella lo miró, comprendiendo en seguida, a pesar de su corta edad. El cascado casette tembló ligeramente sobre las pequeñas extremidades de la chiquilla; en él, una nueva cinta virgen, aguardaba el calor de la voz humana.
P.D. 1: Con vuestro permiso y por ser último, dedicado a Iván, pues sin él, la RdmdI solo se habría quedado en un delirio de borrachos, porque hay que echarle muchas ganas y estar muy loco para volver a jugar a programas de radio entrados en los veintitantos. ¡Gracias por una chifladura más llevada a cabo,y por los maravillosos ratos que pasamos con nuestros oyentes invisibles!
P.D. 2: y a vosotros gracias, por animarnos a escribir, por endulzar nuestras noches, y por darnos inquietudes y oportunidades. Volved pronto.
30 jun 2010
arnauxavieret dijo
gracias por elegir nuestra compañía , disculpen las terribles molestias ocasionadas por el accidente aéreo que vamos a sufrir pero tengan en cuenta que nos estrellamos cerca de las Bahamas así que su última visión será de una isla paradisíaca.Algo es algo que dijo un calvo.Gracias por su fidelidad hacia nuestra compañía , recuerden que mañana seremos famosos en todo el orbe terráqueo...y el avión se estrelló
30 jun 2010
Anónimos dijo
No nos queda muy claro si El Postre se despide. Si es así... Vamos a “destrozar” un poco un párrafo del libro de Umberto Eco “La misteriosa llama de la reina Loana”, para deciros ¡Hasta Pronto!
Nos vemos ante una pantalla luminosa tecleando de repente, entre las diez y las once (y media), la dirección de la Página Web en la que han habitado. Bloque RTVE. Portal ES. Puerta: 3
De lunes a jueves, se oye un zumbido en el cielo, se apagan las luces y se descorre la ventana para esperar el paso de El Postre. Lo oíamos casi todas las noches, más o menos a la misma hora, o así lo quería la leyenda. Algunos decían que era una nube de reconocimiento planetario, otros que un avión que iba a arrojar en paracaídas Paquetes de Letras, Plumas encendidas, Frascos de Esencias, “Bonus” de Melodías, Micrófonos saboreando Entrevistas.
Puede que haya sido en una noche sin estrellas y sin luna. Puede que no se viesen luces en el valle, ni siluetas en las colinas, pero por encima de nosotros pasaba El Postre. Nadie lo ha visto jamás: es sólo un gran espacio sonoro en la noche.
El postre pasará, también esta noche, todo irá como de costumbre, y volveremos a las últimas canciones de la radio:
-Menthe à L’eau (Triphase 2008) Pour Anne Pacéo, Leonardo Montana Et Joan Eche-Puig
-Lemon Tree Originally (Dish of The Day 1995) by Fools Garden.
-Y Derechito Pa los Postres (Pantanito2007) Pantanito
-Gracias (Omara Gracias) Omara Portuondo, Jorge Drexler
-Que la suerte te acompañe (Que la suerte te acompañe) Lagarto Amarillo
-Besos (La Taberna del Buda) Café Quijano
30 jun 2010
Eric dijo
El último postre que comí estuvo muy bueno. Gracias a todos los que lo prepararon.
30 jun 2010
Ra dijo
Gran programa, gracias.
Espero que continue.
30 jun 2010
JAB dijo
Al encenderse el piloto rojo, el presentador sabía que esas iban a ser sus últimas palabras. Guardó un pequeño silencio y dijo:
- Bien. Hasta aquí todas las noticias llegadas a nuestra redacción. Como siempre podrán seguir informados en el canal 24 horas de RTVA y nos despedimos deseándoles...
Entonces, quedó en silencio. La mirada fija en la cámara. En los telespectadores que arrellanados en sus sofás, sentados en la barras de los bares, detenidos en las zonas de televisores de las grandes superficies, miraban la pantalla, le miraban a él.
Los primeros instantes, parecieron los típicos momentos en los que un presentador espera unas imágenes que no llegan y que según pasan los segundos, hacen crecer su incomodidad y la de los espectadores. Esos que los presentadores con aplomo solventan con algún comentario de circunstancias y otros con su azoramiento, provocan risillas nerviosas en los televidentes. Sucede de vez en cuando. Es lo suficientemente corto como para que nadie se alarme demasiado.
Pero esta vez pasaron esos primeros segundos y la mirada fija se mantenía acompañada del más absoluto silencio.
El cámara miro nervioso a un lado y a otro, a sus compañeros. El realizador esperaba un final de frase que no llegaba. Se enderezó en su silla con expectativa creciente. No podía pinchar otra imagen dejando la frase sin terminar. La atención de los espectadores quedó pegada a la pantalla. Cuantas cosas se piensan en unos pocos segundos.
El presentador pensaba. Y sentía crecer el vértigo. Pasados 15 segundos sabía que estaba cruzando la frontera entre lo normal y lo extraordinario. Tempo televisivo, piensa. Estoy deteniendo todo. Ya no había vuelta atrás. 17, 18, 19....
- ¿Que coño pasa!?- oye al realizador por el pequeño auricular insertado en su oreja.
- ¡Manuel!!!!
22, 23...
Una gota de sudor resbala por la sien de Manuel. Y debajo de su cráneo sus pensamientos bullen a toda velocidad. Lleva sólo un par de días en el puesto. Esto tira su carrera a la basura. Pero ya está en ello. Sólo queda aguantar. 27, 28, 29...
El realizador siente que un grito de histeria le sube a la garganta.
- ¡Manuel!!Ostias!!!¿Que pasa???¡Termina!!! ¿Estás bien? ¡Manuel!!!
Todos esperan. La gente pasa de la curiosidad al asombro y a una vaga inquietud.
32, 33, 34...
Es insostenible. El realizador apoya el dedo en el botón mientras gruñe en alto:
- ¡Joder Manuel!!¡Joder!!!Jodeeeeer!!
Todos están atónitos. Nadie sabe que pasa. Sólo Manuel. Los espectadores se han incorporado en sus sofás, en los bares se les ha caído la ceniza del cigarrillo al suelo, en la zona de televisores están quietos como estatuas mirando a la pantalla, a los ojos de Manuel.
38, 39...el realizador tiene que tomar una decisión. Manuel siente los fuertes latidos de su corazón. La luz roja sigue encendida. Le arde la cara. Es una locura. El cámara esta estupefacto.
43, 44, 45 segundos. El realizador pulsa el botón. Manuel desaparece en las pantallas, entrando la música y las imágenes de cortinilla televisiva. La luz roja se apaga. Todos están estupefactos. Nunca han visto algo así. El realizador descarga su tensión con un puñetazo en la mesa y se levanta raudo camino del plató.
Manuel respira. Cierra los ojos y se pasa la mano por la frente. No tiene ninguna explicación lógica que dar. Bueno, si la tiene. Pero no la dirá. Sabe, por tanto, que ha perdido el trabajo presente y futuro como presentador. Pero también, sabe que ha ganado algo. Ha ganado la apuesta estúpida y el dinero de esa panda de ricachones chiflados que conoció en la fiesta.
01 jul 2010
ax dijo
aqui siempre se premia lo mismo y a los mismos , que poca imaginación por dios !!
07 jul 2010
ax dijo
porque hacéis censura a algunos posts ??esto es una radio pública y plural ?
07 jul 2010