Carlos Jiménez: el jugador silencioso
martes 8.may.2012 por Pedro Molina 0 Comentarios
Si ha habido una noticia que ha sobrepasado a otras en los últimos dos días en el mundo del baloncesto, ésta no ha sido otra que el descenso de categoría del Estudiantes. Abandona la ACB un club que tenía una forma muy peculiar de entender el baloncesto, un "equipo de patio de colegio", como a la gente del Ramiro le gusta decir. Un equipo en la que la cantera había jugado siempre un papel primordial, un equipo del que salió Carlos Jiménez.
En la época de los Gasol, Navarro, Rudy, Ricky y compañía este alero de 2,05 metros de altura puede pasar algo desapercibido, lo que no debe suceder, pues estamos ante uno de los más grandes jugadores españoles del deporte de la canasta.
Recuerdo como en sus inicios se hablaba ya mucho, y bien, de este ávido lector que, para relajarse, se dedica a pintar soldaditos de plomo. Jiménez era entonces comparado con Alberto Herreros, quizá huérfanos en el Estudiantes de esa gran estrella que, en este caso, terminó por recalar, como muchos otros, en el Madrid. Pronto este joven jugador demostró tener cualidades diferentes.
Jiménez no era un anotador puro, lo cual no me hace olvidar esa espectacular canasta que allá por 1997 le anotó al TDK Manresa tras lanzar desde su campo cuando solo quedaban tres décimas para el final del encuentro (un tiro que dio para mucho, pues tardó en confirmarse como válido y nos dejó uno de los momentos periodísticos en este deporte, con Trecet pidiendo a voz en grito a su compañero que metiera el micro en la mesa de anotadores, donde estaba todo el lío montado). A Jiménez quizá le faltó un poco más de egoísmo para encarar el aro y lanzar más. Él era más un 'tres' alto con magnificas cualidades para rebotear y defender, además de para saber.
Pronto entró en la selección de la mano de Lolo Sainz, para no abandonarla y ejercer de complemento perfecto a jugadores del talento de los mencionados antes Gasol, Navarro, Calderón, Garbajosa y compañía . Su concurso era vital, hasta el punto de que en 2009, un año despúes de que abandonara la selección, Scariolo se las vio y deseó para encontrar la fórmula de sustituirle (creo que en ese Europeo, pese al triunfo de España, la gente se dio cuenta de lo realmente importante que era Jiménez). Es más, al equipo nacional le sigue faltando a día de hoy un 'tres' puro de garantías, pese a que Rudy cumpla ahí muy bien, porque es muy bueno.
Jiménez era pues un jugador que siempre sabía lo que tenía que hacer, que, además, utilizaba su inteligencia para lograr su objetivo. Solo así se explica su formidable manera de forzar faltas en ataque (creo que solo Garbajosa lo ha hacía mejor), o su facilidad para acumular una valoración barbara sin apenas haber mirado aro, lo que le valió el apodo del siempre genial Andres Montes de 'Suma y Sigue'. Éstas eran dos de las múltiples tareas que el alero cumplía a la perfección, sin hablar más de lo necesario, con una pasmosa tranquilidad.
Una tranquilidad con la que vio como en Saitama, en 2006, Pau Gasol levantaba la Copa de Campeones del mundo en el primer logro histórico del equipo nacional (el caos de esa entrega de premios no se olvidará, como tampoco esa final que España ganó a Grecia sin Pau Gasol y con una defensa mayúscula en la que Jiménez y Garbajosa se multiplicaron en la zona). Una tranquilidad que no le hizo hablar nunca de un momento en el que la foto debía ser la suya alzando la Copa Naismith, como siempre ha reconocido Pau. Era tranquilidad, pero también bondad.
Bondad como la que mostró meses antes, en ese 2006, cuando decidió poner fin a su etapa en el Estudiantes con la intención de marcharse, solo, al Madrid. El club blanco era su única opción y aguantó hasta el 30 de enero (fecha límite para su traspaso) la difícil situación en la que, mientras jugaba, su afición le silbaba y cambiaba el clásico "¡¡¡Carlos Jiménez, menudos huevos tienes!!!" por un no de tan buen gusto "¡¡¡Carlos Jiménez, menuda calva tienes!!!". El alero se fio de la palabra de Florentino Pérez que le pidió que aguantara, pero el Estu no aceptó la oferta de un presidente blanco que se negó a dar más dinero por un jugador al que dejó en la estacada. Quizá por eso, cinco meses despúes Jiménez fichó por el Unicaja cuando pudo elegir irse por en igualdad de condiciones, esta vez sí, al Madrid y quedarse en su ciudad.
En Málaga, Jiménez continuó su gran carrera jugando también de 'cuatro'. Algo que, sinceramente, nunca me convenció, pese a que Carlos cumplió jugando en esa posición. Como ala pívot también ha terminado Jiménez disputando parte de la ultima temporada de su carrera, la número 18 en la élite, de nuevo en el Estu, el club del que salió.
Una Copa con los colegiales y seis medallas con la selección, de la que terminó siendo un perfecto capitán (una de oro, cuatro de plata y otra de bronce) avalan la carrera de este jugador ejemplar, que será recordado por todo lo que hizo en la cancha, por cómo lo hizo y por cómo se comportó fuera de ella. Siempre de manera correcta, con honéstidad y sin alzar la voz más de lo normal. Así era, así es, así será Carlos Jiménez: el jugador silencioso.