Ganarte a la gente tóxica en situaciones difíciles
Quien diga que nunca se ha encontrado con gente difícil en su entorno laboral, social y personal es que no se entera. Difíciles somos todos, aunque esto, como el resto de las situaciones que nos rodena en esta vida, va en grados.
Hay gente que es difícil de tratar en un momento dado ante situaciones especiales y otra que es difícil de tratar siempre. De esta última lo mejor es huir pero, desgraciadamente, esto no es posible, sobre todo si dependemos de ellas.
Imagina que tu jefe o jefa es difícil de tratar; no te quedará más remedio que torearle y usar mano izquierda. No le puedes mandar a freír espárragos.
Igual que las sustancias tóxicas, las personas tóxicas tienen que ser manejadas con cuidado. Muchas veces la hostilidad no es más que la muestra de problemas internos de esa persona.
Redfor Williams, profesor de psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Duke en EE.UU. ha pasado más de veinte años estudiando el impacto de la mente y las emociones en la salud. Afirma que “enojarse es como tomarse una dosis de veneno suministrado lentamente. El enojo produce presión en la sangre y daños arteriales.
Los sentimientos hostiles son propensos a provocar daños en tu salud, a no ser que sepas como manejarlos.
Si en vez de una persona es un grupo el tema se complica. A esta gente difícil y problemática no se le puede convencer a la vez, sino uno por uno. Eso de divide y vencerás, aquí también función.
Debes reunirte con cada uno de ellos por separado e ir convenciéndoles de uno en uno para que se vaya sumando a tu postura. Habrá alguno que no se adhiera; no importa. Sigue con el resto. Con cada uno de ellos deberás utilizar una técnica diferente. Recuerda que al hablar de carisma y magnetismo personal te he comentado en alguna ocasión que hay tres patas sobre las que se sustenta: poder, presencia y humanidad.
Según la persona con la que te encuentres en ese momento tendrás que utilizar una u otra. A algunos se les convence mejor con razonamientos, a otros utilizando nuestro poder y a otros mostrándonos tan humanos que les lleguemos al corazón.
Por otra parte, si además de convencer quieres ganarte a alguien con quien tienes una relación complicada puedes utilizar el llamado ‘efecto Franklin’. Lo primero es que no le hagas favores para quedar bien, a no ser que te los pida. Es preferible que seas tú quien le pida el favor.
Te pongo como ejemplo a Benjamín Franklin, todo un artista en esto del trato personal. Se ganó a muchos de sus oponentes políticos pidiéndoles favores. Era tan bueno haciendo esto que en una ocasión conquistó a uno de sus más feroces opositores a través de una nota. Le pidió que le prestase un libro ‘poco común’ que su oponente tenía. Le informó que era para leerlo y le prometió devolvérselo lo antes posible. Poco después se lo devolvió con una nota de agradecimiento.
Cuando ambos se encontraron en el Congreso fue el otro quien le habló a Franklin (nunca lo había hecho antes) y lo hizo con gran cortesía. Llegaron a ser buenos amigos y su amistad llegó hasta el final de sus vidas.
Todo esto tiene su explicación. Yo no soy psicólogo así que te voy a dar la versión de andar por casa. Cuando le has hecho un favor a un adversario tu mente lo asocia así: “le he hecho un favor a alguien que me desagrada, pero en realidad no me desagrada, sino todo lo contrario, porque le hecho un favor. Si no me agradase no se lo habría hecho. Además, he hecho algo agradable por él por lo que supongo que le agrado.”
Pero no solo puedes pedir cosas materiales, sino simples opiniones. Pedir una opinión a otra persona le hace sentir importante y percibir que lo que piensa se tiene muy en cuenta. Eso sí diferencia muy claramente entre opinión y consejo que ni son lo mismo ni implican el mismo grado de obligación. La opinión no cuesta nada pero el consejo sí. La primera consiste en decir lo que piensas, el segundo en decir lo que el otro debería hacer.