Potchefstroom espera a La Roja

Potchefstroom es una ciudad apacible, cercana a Johennesburgo (una hora en coche) y con buen clima durante esta época del año (primavera durante el día e invierno durante la noche). Sus calles están ya engalanadas con banderas rojigualdas y sus gente aguardan la llegada de los de La Roja, como se les conoce aquí en Sudáfrica.

Pero ¿cómo es Potchfestroom? Es de ésas ciudades de Sudáfrica en las que uno todavía puede imaginar cómo era este país en los abominables tiempos del Apartheid. Los blancos, los afrikáner, aún exhiben con orgullo sus pantalones cortos, sus botas Courtney y sus calcetines de lana. Una ciudad en la que aún se ven a jóvenes blancos desfilar con sus descapotables por las calles del centro. A veces, la imagen la completa al fondo un trabajador negro ataviado con un mono azul que recoge las hojas del césped con un rastrillo.

Potchfestroom la fundó hace casi 200 años un grupo de pioneros bóer en su colonización de todo el territorio que se abría al norte del Cabo. Su origen marcó su historia. De hecho, ahora pretenden cambiar su nombre por algo que suene más africano, pero los tozudos bóers se resisten.

Hoy he vuelto a Potchefstroom, una ciudad que pisé por primera vez hace seis años, cuando vine a entrevistar al líder del Frente de la Libertad, Pieter Mülder, un inteligente afrikáner que presumía de haber sido súbdito de Nelson Mandela . Nada menos. Todo el equipo de entonces de En Portada (LIsardo, Frean y Luc) quedó seducido por una ciudad en la que el tiempo transcurría con parsimonia… Todo lo contrario a la excitada Johannesburgo en la que nos alojábamos.

Hoy, Potchefstroom luce sus mejores galas para acoger a los de La Roja, pero estaría bien que todos los españoles que vengan por aquí se acerquen algún día a barrios como Soweto, Tembise o Khayelitsha. Ésa es también es Sudáfrica, con infraviviendas modeladas con lata y Uralita, calles de arena o barro (según la época del año) y fiestas bulliciosas al caer el sol regadas con litros y litros de cerveza.