El discurso de Viana
Hola. Os reproduzco mi discurso del viernes 1 de junio al recoger el premio europeo de periodismo Salvador de Madariaga. Fue un acto emotivo, celebrado en el maravilloso Palacio de Viana cordobés, que compartí con dos ya buenos amigos Álex Rodríguez (La Vanguardia) y Chema Patiño (SER).
"Autoridades. Patrocinadores. Organizadores. Miembros del jurado. Gracias. Gracias por reconocer con este premio europeo un trabajo casi siempre alejado de la geografía de esta renqueante Europa.
De otras ceremonias del Salvador de Madariaga recuerdo, con cierta melancolía, magníficas alabanzas al proceso de construcción europea … Hay que reconocer que los premiados de este año tendríamos muy difícil emular aquellos discursos.
Por eso, voy a comenzar con una anécdota lejana, que viví hace casi 15 años en Guinea Ecuatorial y que resume muchas esencias. Una mañana, entre los puestos de un mercadillo de Malabo, se acercó una anciana y me preguntó si era español. Asentí. Y, después de escrutar a un lado y otro para descartar la presencia de algún inoportuno centinela, esta súbdita de Obiang me arrojó esta pregunta: Oiga, esto de la independencia… ¿Cuándo se acaba?
Creo en un periodismo que consiste básicamente en escuchar… Escuchar a ancianas como la de Malabo y explorar así las raíces de tanta humillación y frustración. Un periodismo que está en las calles de Atenas y en las aldeas del Quiché. Bajo los toldos azules del ACNUR o a las puertas del Tribunal de La Haya.
Con crisis o sin ella, los grandes medios siempre estarán en los grandes conflictos. Pero creo que debemos obligarnos a girar el cuello, a regresar al foco de la noticia cuando ha desaparecido de portadas y telediarios… Un proceso, por cierto, cada vez más vertiginoso.
Porque es en ese preciso momento cuando afloran muchas de las bajezas del ser humano. Cuando las víctimas dejan atrás esos toldos azules y, de regreso a casa, se topan con los nuevos poderosos. Y cuando esos nuevos poderosos dan rienda suelta a sus deseos de venganza… Cuando los guerrilleros se acomodan –con ánimo de perpetuidad- en lustrosos sillones dispuestos a escribir SU Historia. Ahí debe estar el periodismo.
Ése es el oficio de En Portada. Herodotear. Desplazarnos para contar lo que escuchamos y vemos. Con mensajes directos, limpios… Dignos de un medio público. De otra manera, ustedes nunca conocerán la serena angustia de ancianas como la de Malabo.
Hasta aquí mi discurso como periodista. Permítanme un puñado de palabras como ciudadano. Yo tenía 12 años cuando murió Franco. Pertenezco, por tanto, a una generación que ensambló su proyecto personal y vital a un proyecto colectivo, del que nos sentimos responsables: El de moldear un nuevo país, dinámico y moderno. Hoy vivimos tiempos de zozobra. Y frustración. Nos hacemos miles de preguntas para las que apenas hallamos respuestas. Nos llevará semanas, meses, quizá años encontrar esas respuestas y sacar sus conclusiones. Pero cuando llegue ese momento, los ciudadanos tendremos la fuerza necesaria para empezar un nuevo partido sabiendo que lo que de verdad tiene remedio es, otra vez, el futuro. Muchas gracias."