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En casa de Osama bin Laden

Hace casi 10 años entré, con José Manuel Frean y Juan Antonio Barroso, en la casa de Osama bin Laden en Jalalabad, Afganistán. Estaba vacía. La había abandonado apenas horas o días antes. Al ver hoy la casa en la que le han abatido en Abbatabad da la sensación de que sus hábitos de vida han cambiado muy poco (casa fortaleza amplia pero sin lujos aparentes).

 En su casa de Jalalabad no había rastro alguno de lujo. Muros de adobe. Suelos de tierra. En algunas estancias, baldosas baratas. No había armas. Poca comida. Disquetes por el suelo y un Corán en árabe e inglés en la que deduje era su mesilla. Y todo muy revuelto. Daba la impresión de que su huida había sido muy precipitada.

 Horas después nos encaminamos a Tora Bora, en lo que se convirtió en un ejercicio de periodismo un tanto absurdo. Consistía en viajar a diario desde Jalalabad a las primeras laderas de la cordillera hasta el punto en que los mujaidines –por orden de agentes secretos estadounidenses que se creían invisibles- nos detenían. Tres horas de ida y otras tantas de vuelta. Allí en esas laderas pasamos muchas horas, muchos días. De vez en cuando los mujaidines arrancaban su viejo carro de combate y lanzaban un pepinazo. Nos valía para arrancar la crónica del telediario.

 Un día decidimos saltarnos el control y avanzar por una carretera que nos pareció infinita. De una cuneta saltaron unos diez  mujaidines. Nos bajaron del coche. A los occidentales nos encañonaron y a nuestro intérprete le abofetearon. La escapada no sirvió de nada. Ni un solo plano tenía información. Qué rabia da cuando te la juegas para nada!!!

 Entre tanto combate (mujaidines y comandos estadounidenses desde tierra y todo lo demás bombardeos desde el aire) esperábamos poder anunciar algún día la captura de Osama bin Laden. Un día nos dejaron llegar hasta una zona arrasada por los bombardeos de la aviación. Vimos milicianos de Al Qaeda muertos. Llegó un momento en que los coches dejaron de ser útiles y comenzamos a trepar por las escarpadas montañas de Tora Bora. Después de horas de escalada, llegamos a la cima y ahí observamos que tras un valle había otro pico más alto. Y después de más horas de escalada llegamos a la cima y certificamos que el siguiente pico aún era más alto y el siguiente todavía más alto… Y así hasta un aparente infinito.

 Ese día llegué a la conclusión de que encontrar a Osama bin Laden iba a llevar mucho más tiempo del que imaginábamos los amigos que echábamos horas y horas al calor del viejo carro de combate de los mujaidines: David Jiménez, Enrique Serbeto, el Biri –qué gran día cuando llegó con chorizo fresco de Madrid…- y tantos otros.

 Hoy sí he de reconocer una cosa: Tora Bora es un lugar recóndito e inaccesible, Osama bin Laden ha tenido buenos protectores en las zonas tribales de Pakistán, la CIA no siempre es tan despistada como parece… Pero con todo y con eso nunca imaginé que tardarían diez años en dar con OBL.

José Antonio Guardiola    2.may.2011 12:53    

El Corán, el fuego y su mensajero

Leo que Interpol ha lanzado una alerta mundial por riesgo de ataques más o menos improvisados de irascibles musulmanes. Es la respuesta que intuye Interpol a la amenaza del necio regentador de una parroquia en Florida. Ése que pretende quemar ejemplares del Corán el próximo 11 de septiembre.

No voy a perder más líneas en describir lo que me parece el tal Terry Jones y sus cincuenta fieles. Punto.

Sí quiero imaginar el debate que se produjo en la primera redacción que tuvo en sus manos tan magna exclusiva: El fanático líder de una congregación ignota pretende pasar a la historia quemando decenas, miles de ejemplares del Corán. Y creo que el problema es que en esa redacción nadie dijo: ¿Y qué? ¿A quién representa ese señor? ¿Cuántas chorradas de ésas podemos llegar a publicar en este periódico si publicamos la primera? ¿A cuánta gente vamos a poner en peligro en todo el planeta? (Y no sólo a los militares de los que se acordó apresuradamente el general Petraeus).

Y creo imaginar que ese debate se ha reproducido en miles y miles de redacciones de todos los medios de comunicación del planeta. Y supongo que los ¿y qué? han pesado menos que este otro argumento: “Lo da todo el mundo, no podemos dejar de contarlo”. No quiero ir de héroe, si yo fuera director de informativos creo que habría decidido dar la noticia... Eso sí, le habría dado muchas vueltas al tratamiento, a los enfoques.

Quizá sea cosa de la globalización y del efecto imparable de la ciberinformación, pero conviene que nos exijamos los periodistas los límites que marca el sentido común, nada más que el sentido común. Estamos hablando de un pastor que no representa a nadie. Espero.

Conclusión: Después de la que se ha montado me pregunto si va a haber algún director de algún medio de comunicación que le va a ordenar al responsable de turno de la agencia o emisora de turno que ordene al reportero gráfico de turno que el próximo 11 de septiembre vaya a grabar las imágenes de la quema de ejemplares del Corán en Gainesville. Si es así, es que hemos bajado muchos peldaños en este oficio.

PS: Leo a Yolanda Monge que el FBI intenta convencer al tal Jones de que desista de su aberración. Esperemos que resulten tan convincentes como en algunas películas, pero eso no impedirá que otro loco lance una amenaza parecida y volvamos a las andadas. Me temo.

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RTVE.es    9.sep.2010 17:31    

Disparen a la diana

Supongo que cuando a uno lo van a ejecutar es muy definitorio elegir la actividad de las horas finales. Ronnie Lee Gardner ha pasado sus últimas horas durmiendo, viendo en DVD la trilogía de El Señor de los Anillos y leyendo un libro de intriga.

Siempre me ha estremecido leer, y por lo tanto imaginar, las horas finales de un condenado a muerte. De sus opciones vitales cabe deducir arrepentimiento o resentimiento. Venganza o perdón. Creo que cualquiera de esas opciones es comprensible cuando sabes que tu vida se va a acabar.

Ronnie debía ser un tipo de cuidado. Nada justifica sus asesinatos. Ni siquiera, por supuesto, su tortuosa infancia… The Guardian revela sus últimas palabras, que explican su deseo de morir fusilado: “Viví entre armas, asesiné con armas y moriré con armas”.

Pero lo que aún más me estremece es el ritual que tiene el poder para eliminar a un ser humano. El estado de Utah ha construido una sala de ejecución específica para Ronnie Lee Gardner –con auditorio para los familiares de las víctimas protegido por un cristal antibalas- ; ha elegido a cinco francotiradores entre los mejores del estado –y debe haber muy buenos por el culto a las armas de fuego del que presumen-; se mantiene el anonimato de los verdugos para evitar represalias; de los cinco, cuatro han utilizado munición real –el quinto accionó un cartucho de fogueo-… Entiendo que se trata de sanear en parte su conciencia.

Y hay más: Le han atado a una silla negra con un recipiente de metal para recoger su sangre. Hay que joderse… Quién habrá sido el genio capaz de prever que no está bien obligar a alguien a fregar el suelo y así evitar malos rollos…

Y lo que más me ha impactado: Bajo su capucha negra, y a la altura del carazón, le han colocado una diana. Una diana. Los verdugos han apretado el gatillo a una distancia de poco más de siete metros con rifles del calibre 30. Imposible fallar. Pero aún así, le han colocado una diana en un acto de humillación definitiva. Dicen que lo de la diana fue cosa de Ronnie. Me da igual. Seguramente, él no quería morir y en eso no le hicieron caso.

Entiendo que alguien que haya leído hasta aquí –con todos los detalles del ritual de la ejecución- considere que lo de la diana es algo irrelevante. Yo creo que no. Un estado, por cruel que sea, debe tener siempre una pizca de generosidad. Lo de la diana hay que dejárselo al más bestia de los snipers de Sarajevo.

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RTVE.es   18.jun.2010 11:41    

Creadores de ilusión

El Ala Oeste de la Casa Blanca tiene un final apoteósico, digno de una serie magnífica. Poquito antes de ese final, el presidente saliente, Jed Bartlet, le pregunta al presidente entrante, Matthew Santos, por su discurso inaugural. Avanzan hacia el Congreso en la limusina presidencial. Es un frío 20 de enero de un año indeterminado. Santos le responde con cara de insatisfacción –creo recordar- a lo que Bartlet le replica sonriendo algo así como: “En eso de los discursos nos jodió bien JFK”

John Fitzgerald Kennedy era un orador del montón en sus inicios en política. Pero ya sentado en el Senado se convirtió en un gran vendedor de sueños. Sus dicursos eran vibrantes y contenían frases de ésas que mantienen vivo el aliento de una ciudad (“Ich Bin ein Berliner”) o incluso de una nación.

Que nadie piense que ese cambio se debió a algún tipo de iluminación divina. JFK se supo rodear de gente competente… Y de magos de las palabras. Ted Sorensen fue quien le escribió la célebre frase: “No te preguntas qué puede hacer tú país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”.

Sorensen también ha echado una mano a otro demócrata creador de ilusiones, el actual presidente de Estados Unidos. Barack Obama debe gran parte de su carisma a unos discursos serenos y profundos, pero que a la vez calan en el auditorio. Y se los escribe, muchos de ellos, un joven de 28 años llamado Jon Favreau. Este tipo tiene detrás una historia muy interesante… Y para eso lo mejor es leer lo que escribió de él Francisco Perejil en El País.

Hoy ha muerto otro de los grandes escritores de discursos. William Safire tenía 79 años y tuvo la ingrata tarea de dar belleza a las ideas de Richard Nixon. Digo ingrata porque ni su jefe fue el mejor presidente de Estados Unidos ni eran fáciles las historias a las que se tuvo que enfrentar ante su máquina de escribir.

Safire fue un hombre brillante y controvertido. Se definía como un conservador libertario. Se le consideraba la pluma republicana del liberal “The New York Times”. Ganó el premio Pulitzer en 1978.

No sé si un buen escritor de discursos es capaz de camuflar las carencias de un mal político… Si fuera así, desde luego no sería nada bueno para ninguna sociedad confiar en políticos vacíos. Pero cuánto lamento que en España nuestros políticos no se dejen llevar –al menos en alguna ocasión- por la magia de estos creadores de ilusión…

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RTVE.es   28.sep.2009 19:16    

La verdadera talla de Obama

Comienzo a escribir este post y compruebo que en Estados Unidos nada menos que 3.891.643 han perdido la cobertura sanitaria desde el 1 de enero de 2008.

Me gustan los políticos directos. Los que gobiernan sin dejarse intimidar por el share de la opinión pública. Los que no se aíslan de sus gobernados y los que desconfían de las alabanzas huecas de sus asesores. Los que mantienen su azimut a golpe de sentido común y no de grupos de presión.

Barack Obama tiene hoy su primera gran prueba de fuego, la que en el plazo de meses nos va a dar su verdadera talla. Defiende (a eso de las 00.00 GMT) ante las dos cámaras del Congreso su gran proyecto, el de la reforma sanitaria, el que pretende universalizar la cobertura médica en Estados Unidos. Allí, hay que recordar, hay 46 millones de personas sin seguro médico.

Los medios estadounidenses están muy interesados en saber de dónde va a sacar el BILLÓN de dólares que necesita su plan… Pero a mí me interesa mucho más conocer si estamos ante un ágil político –capaz de sacar adelante la ley contentando a demócratas, republicanos, a los lobbies, a las compañías de seguros, a las farmacéuticas…- o estamos ante un estadista que le da la vuelta a la tortilla y logra que todos estos grupos citados, y algunos más, se sumen al bien común.

Difícil tarea si tenemos en cuenta que los republicanos le han arreado muy fuerte por decirles a los niños que hay que esforzarse en la escuela y que no hay que tener miedo a hacer preguntas. Está bien: Reconozco que esta frase está algo descontextualizada, pero me resulta incomprensible que se le critique con tanta acidez por su intervención de ayer en un colegio de Arlington. Casi tan incomprensible como que alguien cuestione el principio de cobertura sanitaria universal.

Termino el post. Ha pasado una hora y veinte minutos con almuerzo de por medio. Ahora mismo son 3.892.019 los estadounidenses que han perdido su cobertura médica. Y subiendo.

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RTVE.es    9.sep.2009 16:36    

La crisis y la América profunda

“Si se presenta en mi despacho un sándwich de jamón y me pide un préstamo hipotecario, se lo concedo al instante. Me basta con que me muestre un contrato de trabajo.” Se lo dijo en 2005 un agente hipotecario a Joe Bageant, un periodista estadounidense regordete y cincuentón.

Bageant tiene un aspecto afable, pero maneja pluma puntiaguda. Su libro “Crónicas de la América profunda” es un retrato demoledor de las miserias de los blancos pobres de Estados Unidos. De sus vicios, de sus religiones, de sus intransigencias… De esos racistas y machistas que vimos en “Tierra de hombres” que trabajan en minas o supermercados por poco más de 7 dólares la hora. De los desheredados del sueño americano que paradójicamente auparon al poder al hijo malcriado de una familia de poderosos multimillonarios.

Su libro se imprimió a principios de 2008. Después de leerlo no caben las dudas sobre el irremediable descalabro de la economía de Estados Unidos y por ende de la economía internacional. Principios de 2008… Joe Bageant hacía una radiografía perfecta de lo que se nos venía encima mientras en España algunos políticos nos intentaban convencer de que aquí no pasaba nada. Nos queda el consuelo de pensar que lo hacían sólo por intereses electorales... Hoy se acumulan nuevos datos negativos, pero advierten que lo peor de la crisis puede haber pasado -ojo, hay elecciones dentro de unas semanas-.

Principios de 2008… Bageant concluye: “Supongo que para cuando esta obra llegue a las librerías dicho negocio (se refiere al ladrillo, claro) estará más muerto que la ciudad de Dallas un lunes por la noche. O por lo menos ya se habrá enfriado tanto que será necesario romper una capa de hielo para conseguir una hipoteca”.

¿Quién puede sostener que esta crisis no se veía venir?

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RTVE.es   20.may.2009 13:05    

José Antonio Guardiola

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Se puede vivir sin saber qué es el azimut. Pero difícilmente se puede navegar o volar sin manejar el azimut. El azimut, el norte magnético, el rumbo… Son los que nos facilitan ir hacia donde queremos y gracias a ese sentido de la orientación el mundo es lo que es.
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