7 posts de febrero 2011

El Cine

Los Oscar más monárquicos que se recuerdan -El Discurso el REy, la triunfadora "robándole" también la cartera a BArdem-, han vuelto a mostrarnos la fuerza del cine para el género humano. Se desmorona el mundo árabe como lo conocemos, nos agobia la crisis y el paro no hay quien sea capaz de detenerlo...podríamos enunciar mil realidades a las que estar atentos, y resulta que lo que esta madrugada ha mantenido despierto a medio mundo y acostándose tarde al otro, ha sido el Cine, los Oscar. Hace poco tuvimos nuestro pequeño aperitivo local -no tan pequeño, siendo sinceros, porque la escenografía aquí y el espectáculo no estuvieron muy alejados de lo vivido esta madrugada- con los Goya; ahora los del cine Cine, los que hacen historia. Y en la radio, las teles, y en la red, y en twiter por unas horas ha desaparecido cualquier otra noticia o cualquier otro tema de conversación para dar paso a una ceremonia en la que la industria del cine se daba sus premios a sí misma. Y todos nosotros lo vivíamos como nuestro; hasta los más descreídos han tenido la antena puesta en Hollywood.

NO tiene uno el fundamento técnico para los análisis sociológicos, pero se me antoja que debe ser asunto de estudio o debate. ¿Qué hace que nos olvidemos de nuestra vida, de la realidad cercana o no tanto, ante las noticias o espectáculos que llegan del cine? ¿Por qué tiene esa capacidad para atraernos y convertirse en objeto de debate y comentario? ¿Será acaso que nos conecta con algo tan exclusivamente humano como la imaginación, el deseo de soñar, la emoción de sentir?

Evidentemente el cine es grande, y quizá esta nota que sacamos a la red esté llena de obviedades y preguntas ya respondidas. Pero no puedo ni quiero evitar volver un día más a esa cuestión que tantas veces me planteo y nunca ha encontrado respuesta: ¿por qué tanta gente no ha dormido hoy para ver y escuchar los Oscar? ¿Qué es lo que hace, de verdad, que el cine -Cine- sea tan grande?

PD.-

Veo que hay amigos oyentes que reclaman respuesta directa a vuestras opiniones, como una suerte de debate de Lucas con quienes escriben. La verdad es que no creo que ese sea el sentido del blog que en principio se abre para conocer vuestros puntos de vista, no debatir los míos. Leo todos, absolutamente todos, los textos que enviais y soy yo quien los publica, omitiendo únicamente los que considero directamente insultantes o reiterativos. Insisto en que, de buena fe, estoy convencido de que no es debatir conmigo el sentido de este blog, no debo contestar ni críticas ni elogios...y si hice una excepción con lo de Egipto es porque creí necesario poner las cosas en su sitio y desmentir alguna manipulación publicada. Ahora bien...puedo estar equivocado. Y me gustaría conocer algunas opiniones. INsisto, no creo que estemos aquí para debatir sino para recoger vuestra opinión, pero...¿y si vosotros lo quereis? ¿y si vuestro deseo es que conteste y movamos aquí un poco más el aire del programa?. Espero sugerencias. Buen día

Es cosa de todos (2)

No sólo la enfermedad. Nó sólo el cáncer o los males que pareciendo individuales nos afectan a todos requieren un esfuerzo común para enfrentarlos. No sólo lo que nos toca debe conmovernos. Cuando uno conoce, ve y escucha, cuando tiene que contar lo que éstá pasando en Libia, permanecer frío y distanciarse no sólo es irresponsable sino absolutamente imposible. Como periodista, desde luego, pero también como ciudadano y como parte de una sociedad que mira alrededor y no sólo a su ombligo. Porque el sufrimiento de los libios, como el de cualquier ser humano sometido a la tiranía de otro, también es cosa nuestra. Nadie puede o debería discutir esto, pero el problema es, o parece ser, qué hacer una vez compartimos diagnóstico de situación. Como periodistas debemos informar y explicar, constantemente, sin abandonar el compromiso, sin dejar que la temperatura descienda y esta realidad sea devorada por otra más reciente, más "actual". Pero como ciudadanos, además de atender a lo que quienes están a pie de tragedia puedan reclamar de nosotros, estamos en la obligación de exigir a nuestros representantes políticos que actúen y lo hagan con precisión y contundencia. Exigir que esta Europa nuestra tome las decisiones adecuadas para que los libios reciban el mensaje de que no están solos y si es posible, además del mensaje, la certeza. Para el presente y para el futuro. Y si, de paso, revisan la forma en que la diplomacia trata a los dictadores, ignorando sus indecencias mientras nos interesa comercial o políticamente, todos habremos ganado. En dignidad y en democracia.

Es cosa de todos

Tener cáncer no es precisamente agradable. No es una desgracia, no es una maldición ni culpa de quien lo padece, pero es -en expresión de una paciente que lo ha vivido dos veces- "una putada" . Levantarte cada mañana con cáncer es abrir los ojos y pensar, antes que nada, que un día más vas a vivir como paciente con todo lo que eso significa no sólo de desagradable presente si no, sobre todo, de inquietante futuro. El cáncer es una experiencia que nadie busca ni se merece y maldita la gracia que le hace a quien lo tiene por mucho que enseñe de la vida y reordene correctamente los valores: los pacientes siempre preferirían aprenderlo de otra forma. Ahora bien, ante el cáncer sólo cabe una actitud y es la de plantarle cara con el mejor ánimo posible. El cáncer se cura, la mayoría de los cánceres se curan pero para ello es indispensable no sólo una correcta aplicación de los protocolos médicos sino, sobre todo, una actitud vitalista y positiva, decidida a romper estadísticas y situarse en la parte de los que se salvan. NO es que los pesimistas o los menos animosos estén condenados a la desgracia, no...pero sí que si ante el cáncer uno se arma de paciencia y determinación, se apoya en quienes le quieren, busca razones para seguir adelante -hay millones, siempre- y se niega a esperar a la vida después del cáncer y la vive con todas sus posibilidades -aunque sean pocas- durante el cáncer, es más fácil que todo salga bien.

En eso ayuda mucho quien desde una posición de notoriedad pública transmite mensajes positivos y llama a las conciencias. Por eso lo que ha hecho hoy la Presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, llamando a la gente, sobre todo a las mujeres, a la prevención, a examinarse para descartar o para conocer, a estar atentos a las señales del propio cuerpo, tiene un altísimo valor. Valor social y valor curativo. Si extendemos la conciencia y la fé en nosotros mismos y además -aunque eso sea más difícil- empezamos a llamar a las cosas por su nombre, estaremos avanzando con paso firme y de enorme extensión hacia el final de una enfermedad cuya desaparición es el anhelo de millones de personas en todo el mundo.

En días como hoy, bravo por la Presidenta. Y fuerza a la Presidenta.

Tiempos de cambio, tiempos de diálogo

El Cine español está vivo. Se están haciendo buenas películas y hay una cantera notable de gente con ideas, talento y posibilidades que ya no es que venga empujando, sino que hace cine en el que miran los maestros. Pero es que también se nos antoja que está vivo porque parece atreverse a agitar en su seno la polémica que traen los nuevos tiempos con internet. Frente a quienes gestionan la cosa pública y la producción artística se levantaba el grito valiente de Álex de la Iglesia ayer ante sus compañeros: "Internet es la salvación del cine". Tienen razón la industria y los artistas al pelear sus derechos contra la piratería. Tiene razón quien no está dispuesto a que se utilice la moderna tecnología, las posibilidades de la red, para pasarse por la entrepierna el trabajo de muchas noches. Pero tienen razón también quienes desde la red reivindican la posibilidad de acceso libre a la creación artística sin ser calificados de piratas, quienes están explorando con éxito las posibilidades de extensión y popularización de artes controladas por multinacionales como el cine o la música. Es necesario discutir, confrontar opiniones, creer en la polémica. Y por eso es valiente lo de Álex de la Iglesia, y por eso es necesario que las instuciones y las empresas que mueven los productos artísticos se den cuenta de que no estamos ante tiempos de piratería sino ante tiempos de cambio. Hay que hablar y no podemos prescindir de interlocutores de la talla del hoy dimisionario presidente de la Academia de Cine. Que el cine se mueva es saludable para el cine. Pero tiene que ser también ejemplo para los demás. Y hacerlo.

PD.-Nota ante esa cosa tan pintoresca comentada aquí por algunos oyentes de que no salimos del hotel en El Cairo cuando fuimos allí a hacer el programa. Es falso. A las emisiones de antes, durante y después del programa me remito. Salud

Respirar

El aire es la vida. Es una obviedad, pero de tanto serlo la olvidamos. Respirar es el primer acto vital, lo primero que hacemos al nacer. La respiración delata el estado de ánimo y nos ayuda a controlarlo. Inspiramos para tomar fuerzas y expiramos para controlar y crecer. La salud precisa de aire limpio para mantenerse entera. Por eso no deja de sorprender la aparente dejadez de quienes tienen la responsabilidad de la gestión pública a la hora de abordar el cuidado del aire y su inusitada ligereza a la hora de juzgar las consecuencias negativas de esa gestión. Ahí está la señora Botella recordando que más preocupa el paro -obvio, pero compatible- y añadiendo, por si hay dudas, que tenemos en Madrid el mejor aire de los últimos diez años.

Hoy se reune la Federación Española de Municipios y Provincias con la MInistra de Medioambiente. EDCH ha dicho su presidente, Pedro Castro,que los ayuntamientos tendrían que tener el valor político de tomar medidas de restricción al tráfico.Ole...pero acaso sea tarde. ¿o no?. En todo caso, tenemos ya algo que exigir a quien otorgamos la llave de nuestra vida pública. Que sin brindis al sol, se ocupen del aire. De verdad.

Algunos puntos y ciertas íes

Una de las singularidades que tiene Internet es que cualquiera puede decir cualquier cosa sin fundamento con la absoluta seguridad de que lo suyo queda y alguno hasta se lo cree. De hecho esa impunidad llega incluso a que se insulte al personal tranquilamente porque no va a haber consecuencia alguna para el que lo hace. Cuando uno tiene una responsabilidad pública en un medio de comunicación tiene bastante claro cual es su papel y con qué reglas juega. Entre ellas está casi siempre no contestar las soflamas de ignorantes o desaprensivos cuando el fundamento de sus públicas consideraciones es la ignorancia o la mala fe. En este blog se puede expresar cualquiera, y para publico y general conocimiento os digo que los comentarios que se publican -todos menos los directamente insultantes- los leo con interés y atención...todos. Eso quiere decir que me llegan las críticas, los insultos y también las alabanzas o el buen rollo de quien se asoma aquí. Normalmente no contesto ni a unos ni a otros, porque ni es práctico ni creativo ni aporta nada a la vitalidad o la energía del blog. Pero lo que me he encontrado a la vuelta de Egipto merece que rompa esa rutina para dejar sentadas un par de cosas y volver de nuevo a discreto silencio de la radio.
Gracias a todos los que habeis entendido y vivido el sentido de nuestra presencia allí. Gracias, de verdad, porque de eso se trataba: de llevar la Radio Pública al lugar en el que el mundo tenía puesta su atención porque se estaba escribiendo -o al menos eso creemos- una importantísima página de nuestra historia presente.
A los que hablan de "turismo periodístico" les diré que no conozco tal forma de viajar. No sé de ningún periodista que viaje para otra cosa que no sea trabajar. Evidentemente quien utiliza esa figura ignora la profesión, desconoce que cuando uno sale a informar fuera apenas duerme, no visita los sitos más que en la medida en que son noticia, sólo habla con la gente buscando información y no se planta ante el país admirando lo admirable, sino recopilando información para contarla y explicarla.
Y ahí entra la pintoresca defensa que algunos realizan de la figura del corresponsal. Os aseguro, para vuestra tranquilidad, que Paco Forjas no necesita defensores tan aplicados..se defiende muy bien solito. Lleva años enseñándonos a los demás cómo defenderse en terreno pantanoso y cómo sacar noticias de donde otros no son capaces ni de ver sombras. Cualquiera que tenga la pretensión de pisarle el terreno o quitarle importancia, tipo "estrella que va a restarle protagonismo" está abocado al más absoluto de los fracasos: tiene tablas y personalidad como para merendarse a cualquiera que se le ponga delante.
Paco es de los grandes, de los únicos. Y eso se nota. Entre otras cosas porque sabe cuál es su papel: ver, oir, contar y explicar. Muy distinto del de quien presenta, que suele ser alguien que desconoce el territorio que pisa el corresponsal y se apoya en él para construir el producto final que se pone en antena. Y ahí entramos en el terreno más interesante, qué demonios hace el presentador y su equipillo en el lugar donde está el corresponsal. Vamos a ello.
Un programa de radio se construye y funciona como una orquesta, o si quiere usted como un plato cocinado. El director no toca los instrumentos, pero se le concede la cualidad de organizar sus sonidos, como los ingredientes del plato: sin el corresponsal, el redactor, el colaborador, o el oyente que interviene en el programa no hace nada, absolutamente nada...no existe el programa; pero ellos tampoco tienen sentido fuera de él...no suenan sin orquesta. Primera obviedad manifiesta.
Segunda: todos los que participamos en la factura del programa "comunicamos", pero quien lo pone en antena, quien dirige, tiene un rasgo que no está en los demás. Ordenar, organizar y servir otorga un carácer diferente a quien lo hace: ni mejor, ni peor, diferente. Y éste es el de la capacidad de empatizar con el oyente. Ese presentador siempre está menos cualificado que sus colaboradores para hablar de las cuestiones que éstos tratan. Pero es cualidad suya saber rodearse de los mejores para que el producto final -la orquesta- suene como tiene que hacerlo. Ël ya pone la empatía y su capacidad de coordinarlo y ser creíble. Por supuesto que Paco Forjas sabe más que yo de Egipto y Oriente Próximo -Paco sabe más que yo de casi todo menos de flamenco- pero su voz tiene eco y aumenta de recorrido en el contexto de un programa en el que hay muchas más aportaciones y si son de talento, más eco aún. Y ahí vamos a la penúltima obviedad "¿Por qué tenemos que irnos a Egipto?"
La pregunta no es mala, de hecho tiene bastante sentido. Nosotros mismos no dejamos de hacérnosla. Pero tiene también respuesta y hay razones en parte apuntadas en lo anterior. Y vuelvo a Paco -lo siento, maestro, te debo otra-: él, como todos los corresponsales, como los especialistas, como los jefes de área, sabe más que nadie y lo cuenta mejor que nadie; es nuestros ojos y nuestros oídos allí. Pero ese conocimiento de la realidad y esa sabiduría marcan de alguna manera cierta distancia, la que todo especialista tiene ante la persona a quien se dirige. Ahora bien, qué pasa si es esa persona a la que se dirige la que es testigo directo de esa realidad? Y ahí entra la explicación de nuestra estancia allí. El escenario cotidiano de un programa como EDCH es el estudio, donde los oyentes nos sitúan y siguen, igual que el escenario cotidiano de la vida de cualquiera de nosotros es nuestro lugar de trabajo o nuestra casa o nuestro barrio. ¿Qué pasaría entonces si, por unas horas, dejáramos ese lugar de rutina cotidiana para viajar al ojo del huracán? ¿Qué resultado tendría ir allí con los ojos del profano, apoyarse en el conocimiento y la sabiduría del experto - Paco otra vez-? ¿No estarían más cerca los oyentes de eso que se cuenta si quien a diario ha conseguido empatizar con ellos se fuera allí para verlo y contarlo?
La duda estaba, al pensar en el viaje, en los riesgos de hacerlo a un polvorín. Pero los asumimos...los asumió RNE y nosotros. El resultado fue que durante unas horas, con dos programas desde El CAiro en directo, los oyentes de Radio Nacional que no buscaban las cosquillas o el error para dar caña, que abrieron mente y oído o simplemente escucharon curiosos lo que allí se estaba haciendo, el mensaje que llegaba desde El Cairo, pudieron sentirse más cerca de lo que sucedía, con más tiempo, más información y más elementos de criterio para hacerse una idea de lo sucedido. Entre otras cosas porque nuestra sorpresa era la suya, nuestros temores los suyos y nuestros descubrimientos también fueron compartidos.
Hicimos nuestro trabajo...l
Y otra cosa más, la duda para quien legítimamente se preocupa del dineral que nos debe haber costad estar allí día y medio: no me corresponde a mí decir cifras, pero les aseguro que el precio total no llega a lo que cuesta enchufar una cámara -una, ojo, una sola cámara- en cualquier estadio de fútbol para transmitir un partido por televisión. TEniendo en cuenta, además, que nos requisaron el satélite en la aduana, la cosa salió muchísimo más barata.
Ah, por cierto, mi vanidad ya está satisfecha desde hace años, muchos años. No necesita viajar o contar para alimentarse. Hizo grandes digestiones en su día.

Tahrir

.Escribo desde la plaza de Tahrir en el centro de El Cairo. Ante mí veo y escucho a las decenas de miles de personas que hoy quieren celebrar el Viernes del Adiós, el viernes de la despedida del presidente Hosni Mubarak. Escucho ahora mismo gritos de "Nasser"!! "Nasser"!!, que se entreveran en el aire de esta mañana de El Cairo con música árabe por megafonía y el eco reciente del rito de la oración. La revolución que se ordena en internet y exige el final de un tiempo de penuria, es impulsada lo mismo por viejos socialistas que por jóvenes blogueros, y desde esta mañana ha contado con la patente incorporación de sectores religiosos, quizá organizados por los llamados Hermanos Musulmanes. Es una revolución popular, que brota de la calle y hoy puede vivir su gran día. No cesan los gritos. Arrecian, llegan, conmueven y emocionan.

Esta mañana hemos emitido el programa desde aquí. En Días Como Hoy se ha hecho desde el epicentro de la historia del mundo, desde el lugar al que hoy apuntan las cámaras de todas las televisiones de todo el planeta. Es más, la singular circunstancia en que nos hemos tenido que mover aquí, con trabas sin fin para informar, para emitir, nos ha llevado a protagonizar un episodio que no sé si tiene muchos antecedentes en la historia de la radio: emitir parte de un informativo desde un taxi que nos acercaba a nuestro lugar de destino final, la plaza de Tahrir. De esa forma hemos podido describir cómo estaba el resto de El Cairo, compartir con nuestros oyentes las sensaciones directas e inmediatas de atravesar una gran capital árabe en plena efervescencia. E incluso transmitir en directo la llegada a un control militar, en el puente sobre el Nilo a pocos metros de esta plaza de la Liberación.

La radio pública ha hecho su servicio, y un servidor ha podido públicamente vivir la Historia y contarla. Un auténtico privilegio compartido. Espero que exitoso en la medida en que hayamos podido no sólo informar, sino ayudar a entender.

Pero la radio sigue y cuando escribo estas líneas, con el incesante ruido de fondo de los manifestantes y el helicóptero que periodicamente nos sobrevuela, todavía le quedan a Radio Nacional muchas horas que compartir desde aquí con vosotros.

Seguimos; Paco Forjas, Rafa Bermejo, Sergio Jiménez, Laura Madrid y quien esto escribe. Donde hay que estar.

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