Son las tres de la madrugada y no sé por dónde empezar.
Operación submarino. Ahora sí... y en mi cuaderno de bitácora consta un objetivo: una primera vez, emitir, si la antena y las olas nos lo permiten desde dentro de un submarino de la Armada, el Siroco S 72, a cota periscópica, esto es, 14 metros sumergidos. Ayer, es decir, hace un rato, fue una auténtica locura controlar la pasión que nos empuja a vivir para narrar una experiencia como ésta. Información tanta que me siento ante la tentación de escribir no un blog sino un diario por capítulos que incluya referencia al respecto de desde cómo al tercer día de navegación el pan, si te apetece, te lo tienes que comer con moho; de cómo dormir encima de cuatro torpedos y de hasta cómo controlar con el oído un recorrido, sin ver. Dentro de un submarino sabes que es de día porque una luz blanca así lo indica y es de noche cuando la luz es roja. Entrega infinita para vivir en duras condiciones, estrecheces todas y un control no ya de la basura, que por supuesto, sino sobre todo de las propias emociones, sin perder la compostura, sin olvidar la promesa de obediencia y la entrega a su lema: "siempre preparados". Lo mejor del submarino, dice el capitán de corbeta, Santiago de Colsa, el comandante, "mi tripulación, son el activo más importante". Teniente de navío, brigada mecánico, alférez, sargento, marineros, todos velando por ver sin ser vistos, todos voluntarios, después de haber superado unas definitivas pruebas psicológicas para encajar en un micromundo en guardia por la seguridad de un país.