Episodio matutino
Os desvelaré un secreto: cómo comenzó mi día. En la película de Jean Pierre Jeunet, "Amelie", un antipático personaje sufre -o se beneficia, según se mire- de la vengadora -y justiciera- misión de la protagonista... Ella, de rostro angelical, allana la morada de ese malicioso frutero para darle una pequeña lección de humildad. Y entre las maldades -inocentes, casi infantiles, incluso- que comete la dulce Amelie en su hogar está la de adelantar su despertador y hacerle abrir la frutería cuando en ese Montmartre parisino apenas se escucha el maullido del gato que busca en la basura...
Pues en mi casa no ha entrado ninguna Amelie, pero mi despiste ha sido el intruso. Sin esperar al sonido del despertador, creyendo que hoy, por capricho, no sonaba, me levanté, pensando que ya era la hora... ¡a las cuatro y media de la mañana! Me duché, me espabilé (o algo así) y la radio me desveló que no, que mi despertador no había sonado porque aún no había llegado su momento... Y, claro, una vez despierta y pasada por el refresco matutino... ¿quién duerme? Así estoy yo hoy...
Consejo (y moraleja): dormir más y preocuparse menos, que el desvelo no es bueno. Ay, si fuera tan fácil...
Lo que empieza con el pie izquierdo, con el derecho se endereza... Y, cada uno, a apechugar con sus desvelos cotidianos. Buen día a todos.