Qué bonito
Es bonito. Empieza la jornada, 7 de la mañana (después de haber realizado un importante periplo por la gran ciudad – hay cosas que no dependen de uno). La gran ciudad y las grandes empresas, y el mundo global. ¿No os ha pasado nunca? No formas parte entonces de este planeta. Una gran cola delante de ti, de 130 números como media. Tú eres el 131 en el mejor de los casos. Y esperas, esperas y vuelves a esperar. Es la tercera vez que acudes a esa cola, porque las demás (colas) están en peor estado. Tú solo quieres que te devuelvan lo tuyo, y lo tuyo es (según han decidido otros) un 25% de un billete de vuelta, que es de menor cuantía que el de ida. ¿Por qué? Porque el tren que suele llegar tarde es el de vuelta (que es en el que te hacen el descuento al adquirirlo, por aquello de si es sobre el que tienen que calcular el porcentaje de devolución). Y tú, pobre, no sabes por qué pagas mucho más, tal vez porque en un cartel consta eso de “ahora llegas media hora antes”. No es cierto. Tú solo notas las vías de un tren rápido en la publicidad y en el importe de dicho billete. ¿Y en la cola? No. En la cola sigue el eterno cuentagotas. Suerte! Desea que tu interlocutor sea una persona con buen talante.
P.D. Gracias por las fotos. Al buen entendedor…
Jose dijo
A mí las colas me ponen de muy mal humor. Yo la última que hice fue para ver una exposición (mucho mejor que lo de tu billete), pero ese día decidí que no volvía a hacer una cola. Supongo que me durará un telediario.
09 may 2011