Excrementos de perro
Démosle a este blog un aire más de calle. Si es así, obligatoriamente habrá que mirar al suelo porque seguro hay alguna “imprudencia” en la acera. Imprudencia mal definida como consecuencia de la acción de un perro. El perro es un animal irracional. El que es racional, se supone, es el dueño. El Ayuntamiento de Córdoba se está pensando analizar el ADN de esos excrementos para averiguar de quién es el perro. Y multar al dueño, claro. Lo del civismo es algo muy particular. Además de en los excrementos de los perros en la vía pública, también se puede apreciar en las comunidades de vecinos. Ahí se suelen perder los papeles porque las normas de convivencia brillan por su ausencia o porque cada cual hace una libre interpretación de los hechos. Hoy hemos descubierto que este asunto, las imprudencias de los perros, interesa bastante. Habéis llamado muchos, la mayoría apoyan la teoría de: “al que hay que educar es al dueño”. Lo dejo ahí porque he observado que habéis opinado sobre ello en el blog de ayer.
P.D. Mención especial a nuestra compañera Esperanza Martínez de Zaragoza –hoy ha sido su último día en RNE. Te deseamos mucha suerte -; para los que acaban de ser operados de muelas –por ejemplo Sara-; y a los que están con afecciones varias de garganta y vías respiratorias –aquí, servidora-. Un abrazo a todos.
Rafa dijo
Dejar la caca de los perros en las calles es de "guarro" y punto. Es una falta de respeto hacia el resto de personas que pisan las mismas calles, una desconsideración hacia el que al final la limpia (el barrendero, por ejemplo) y una "animalización". En este caso la mascota es un perro y el dueño un cerdo.
14 dic 2011
Lola dijo
¿ADN de cacas de perros? Habrá que hacer un FBI canino, consiguientemente....
15 dic 2011
Samsa dijo
Me ha hecho gracia la observación de que los perros son animales, y los animales no piensan; instante en el que me ha asaltado la reflexión de lo apropiado de decir que "muchos humanos no piensan". Y es que en el caldo de las mascotas se desenvuelven con soltura muchos egoístas, prepotentes, caprichosos, insolidarios y vagos cerebrales.
Sin ánimo de que se me pueda acusar de algo tan alejado de mi intención como es pensar, me da por darle vueltas a la cosa de que hasta llegar a lo laboriosísimo y caro que es analizar a lo CSI la abundosa truñada perruna en su ADN, se pueden recorrer múltiples pasos, como incrementar impuestos para asegurarnos del verdadero interés en cargar a la ciudad con una mascota, expedientar gravosa, y dolosamente, a los que se han apropiado de la calle como una taza turca,o iniciar una contracorriente, más moderna, más ética y de mayor igualitarismo ciudadano, como es seguir los pasos del debate que se ha iniciado en San Francisco para restringir la presencia de mascotas en la urbe hasta llegar a su total prohibición. Muy beneficioso para la salubridad de la villa, las arcas del ayuntamiento y la digna defensa del animal como una entidad alejada de ser objeto comerciable, poseído y dependiente del humano a cambio de satisfacción.
15 dic 2011