2 posts de abril 2011

Enjaulados como perros

Hemos sabido que los dos marineros españoles secuestrados por piratas somalíes se encuentran enjaulados. Es lo que dicen sus compañeros del Vega 5 que han tenido la suerte de ser liberados por la Armada de La India. Una suerte no exenta de peligros, porque fueron rescatados después de que estos criminales de la mar les forzaran a participar en asaltos contra otras embarcaciones pesqueras y mercantes; es decir, que usaron el Vega 5 como buque nodriza y a los pescadores, como aliados imprescindibles para manejar la máquina y, llegado el caso, ser escudos humanos. Porque lo que no nos habían dicho hasta ahora es que en ese asalto liberador, además de 61 piratas detenidos, habrían muerto siete tripulantes mozambiqueños de este palangrero, operado por una filial de Pescanova.

José Alfonso García y Alfonso Rey llevan casi cuatro meses entre rejas, junto a tripulantes de otros buques y diferentes nacionalidades. Todos esperan ser rescatados, que sus países paguen por ellos el dinero que piden los piratas. Eso, o que al menos tengan la suerte de los que ya han sido liberados.

A las dudas que siempre hemos tenido sobre la solución al problema de la piratería se añade ahora una duda: ¿qué ocurriría si les obligan a ambos a ir en un buque nodriza, los piratas confunden un buque militar con un mercante, son asaltados, detenidos, pero en la operación mueren o son heridos los inocentes pescadores? Con siete mozambiqueños ya ha pasado, pero parece que para Occidente no es importante porque son eso, mozambiqueños. ¡Qué doble moral! Y entrento, la espiral criminal va en aumento.

Zirri: el recuerdo del peligro de la mar

El naufragio de la embarcación de recreo Zirri, con tres víctimas mortales y dos supervivientes, ha vuelto a despatar la cara triste de la náutica de recreo. Pero aunque se trate de un suceso a lamentar, también lo debe ser para recordar. Porque siempre que nos hacemos a la mar existen riesgos y no hay mejor socorro que la cautela.

Precaución para ir equipado con los equipos de radiocomunicación obligatorios y precaución para no alejarse más allá de lo pemitido, cuestiones ambas que, al parecer, podrían haberse obviado por parte de la tripulación. Y cautela también para que la legislación se cumpla, para que las inspecciones penalicen a quienes lo incumplen puntual o reiteradamente.

Saber que la voz de alarma de este caso la da la mujer de una de las víctimas, alarmada porque se ha hecho la noche y no han vuelto, nos recuerda tiempos pasados que deberían estar superados con el apoyo que suponen las tecnologías actuales.

Como alguien dijo esta semana, conducir sin cinturón y saltarse un semáforo en rojo es responsabilidad exclusiva del conductor, pero ¿de quién es la obligación de concienciar/ser consciente de la conveniencia de llevarlo puesto?

Paco Arjona


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