¿Qué más se puede pedir?
Supongo que será el pensamiento de los 122.048 espectadores que el domingo tuvieron el privilegio de verlo in situ. Cuatro horas de emoción, intensidad y momentos vibrantes que tardaremos en olvidar. O simplemente no olvidaremos.
Por ejemplo, el primer mano a mano, por la victoria de MotoGP y en la última vuelta, Pedrosa-Lorenzo. O Lorenzo-Pedrosa, el orden final. En realidad apenas coincidieron dos vueltas, las últimas. Hasta ese momento habían vivido dos carreras diferentes en el mismo espacio y al mismo tiempo: uno por mantener lo conseguido a base de tesón y rebelarse contra los elementos; otro por tener que, de nuevo, remontar tras una mala salida.
Y en poco más de 3 minutos sucedió todo: Jorge intenta adelantar y Dani cierra el hueco; nueva intentona de la Yamaha en la curva de entrada a meta y toque con la Honda; y adelantamiento en Dry Sack de Jorge para el triunfo. Lo mejor que dejan estos momentos es el deseo de que cuanto antes se vuelvan a repetir. Las ganas de más carreras, de más momentos así. Y que gane el que más se lo merezca o el que mejor sepa jugar sus cartas.
También me quedo con su saludo, felicitación mutua y reconocimiento de los méritos del contrario. Con naturalidad, sin tener que tragar saliva, medir las palabras con escuadra y cartabón, hablar entre dientes. Hace dos años, aquí mismo, Su Majestad el Rey consiguió, con esfuerzo y paciencia, un apretón de manos artificial. Vivimos nuevos tiempos, afortunadamente. Siempre he pensado que una buena rivalidad no tiene por qué llevar aparejada la bronca continua. Todo lo contrario.
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En cuanto a Moto 2, ya escribí en el último post sobre Toni Elías así que todo lo que pueda escribir ahora será reiterativo. Parece que Toni haya decidido recoger uno a uno los garbanzos que el año pasado fue tirando Julián Simón en el viaje al escalón de abajo que termina en el de arriba. El sitio de Toni es MotoGP y no hay mejor forma de volver que con un título bajo el brazo.
Y el espectáculo de 125. Otro triplete. Lo decimos como si nada, nos estamos acostumbrando. Cierto es que la cantera italiana atraviesa un momento crítico y es habitual no ver a ninguno de sus pilotos luchando por ganar. Su mejor representante en Jerez fue Luca Marconi, decimoséptimo. Pero si años atrás nuestros colegas transalpinos sacaban pecho de sus éxitos, hagamos nosotros lo mismo. Disfrutemos del momento. “¿Y si somos los mejores, bueno y qué?” ¿No os parece?