La prometedora mayoría de edad de NAMIBIA
La capital de Namibia es... Y se hace el silencio.
Haced la prueba y comprobaréis que muy poca gente ha escuchado hablar de Windhoek. Es la pregunta ideal para ganar al Trivial, un lapsus general que tiene “atenuantes”: Namibia es una democracia muy joven, pues estuvo ocupada por la Sudáfrica del apartheid bajo el nombre de África del Sudoeste hasta 1990. Por otro lado, es el segundo país del mundo con menor densidad de población: sólo dos millones de personas en un territorio 1,5 veces mayor que España.
El carácter pacífico de los namibios ha convertido al país en un ejemplo de convivencia y estabilidad, hay buenos servicios e infraestructuras, ausencia de enfermedades (a excepción del sida, endémico en algunas zonas), etc. En definitiva, Samuel nos contó que entre la comunidad de expatriados se habla de Namibia como un “África para principiantes”, pues combina la belleza y la potencia del África en estado puro con muchas de las ventajas del bienestar occidental. Aterrizamos en Windhoek y lo comprobamos enseguida. La capital de Namibia es una ciudad con 250.000 habitantes en la que sorprende su limpieza, su orden, su iglesia luterana... La influencia colonial alemana es altísima en todo el país. Pero también hay otra Windhoek: Katutura, el barrio donde desplazaron a la población negra durante el apartheid, el Soweto namibio. Una zona a varios kilómetros del centro de la ciudad donde vive el 60% de la población de Windhoek. En lengua herero, Katutura significa “el sitio donde nadie quiere ir”, el recuerdo de una época superada. Este contraste entre las dos Áfricas lo sentimos a lo largo de todo el viaje. Ninguna es más real que la otra, aunque los blancos representen sólo el 6% de la población de Namibia. Como suele decirse en estos casos, todavía tienen que pasar varias generaciones... Me impresionó conocer el desierto del Namib, el más antiguo del mundo, con dunas tan altas como rascielos de arena roja y amaneceres de postal. Un inmenso cinturón de arena que dió el nombre al país y que se extiende en paralelo al mar. Y es que la costa es el auténtico motor económico de Namibia, con el área de diamantes y uranio hacia el sur y la pesca como una de sus actividades principales. ¿Y qué ocurre cuando hay pesca? Que hay gallegos. Walvis Bay es uno de tantos sitios del mundo donde puedes escuchar la gaita y comer empanada. Ahora el 90% de la tripulación de los barcos tiene que ser namibia, pero en tiempos llegó a faenar en este caladero una colonia de más de 4.000 gallegos. Me sentí como en casa. Guardo muchos recuerdos de este viaje. Sobrevolar el desierto en avioneta cual protagonista de “El Paciente Inglés”; las risas nocturnas y el oryx carbonizado con Susana y Gary; el safari con Jose Luis, uno de los gallegos más carismáticos de la diáspora; surfear en la duna 7 con Manuel y conocer a su gente; los nervios de Pilar y la pachorra de Suso (el sur y el norte nunca se entendieron tan bien); visitar Katatura con Samuel (un beso para Felipe, el pisha namibio); el concierto que improvisó Jesús, el violinista en el tejado; la “encerrona” del cazador cazado que me hicieron en la radio; subir a un barco merlucero y conocer al capitán y a sus marineros; penetrar en el “mundo toopnar” con Ricardo y Maica... Un abrazo muy fuerte para todos. Jesús y yo todavía nos estamos recuperando del maratón. Y seguro que vosotros también. Mereció la pena.