BUSCANDO EL DORADO
No suele ocurrir, pero esta vez me dieron la oportunidad de elegir entre dos destinos. Colombia sería el país, pero teníamos que decidir entre viajar a Cartagena de Indias o a Bogotá. Es decir: o Caribe, calorcito, música, bailes, colores... O la capital, una megalópolis de ocho millones de habitantes a 2.600 metros de altura. Me quedé con Bogotá. Contado así suena a mala elección, pero me explico.
Bogotá es el corazón de Colombia, un país rico, diverso, complejo. Un país fascinante y contradictorio a ojos de un extranjero. Un país capaz de inspirar el realismo mágico y la leyenda de El Dorado, esa ciudad mítica hecha de oro que los conquistadores españoles jamás encontraron. Un país que exporta a todo el mundo café, vallenatos, esmeraldas, flores, cumbias, arepas, Shakiras, Macondos, Boteros.
Y todo eso está en Bogotá. Pero Colombia también sufre una guerra desde hace más de 40 años. Cuando grabamos el testimonio de las tres ex-niñas soldado que apoya Bemposta, Raúl y yo sentimos que un programa de televisión como éste se les quedaba pequeño...
De hecho, “El riesgo es que te quieras quedar” es el eslogan de la Oficina de Turismo de Colombia. Un eslogan valiente que asume cuál es el punto débil de la imagen exterior del país.
De eso saben mucho los españoles que viven allí, que han tenido que escuchar cientos de suspiros maternos hasta que sus familias han asumido que Bogotá es su hogar. O que les pregunten a mis colegas colombianos, que soportan con estoicismo chistecitos y comentarios cada vez que dicen de dónde son. O a la mujer de José Luis, que nos contó que no quiere volver a España desde que hace años la tomaron por una “mula” en el aeropuerto de Barajas.
Esto existe pero, obviamente, Colombia es mucho más. Y es que el otro logo de la oficina de turismo es “Colombia es pasión”. Así lo sienten todos los españoles que hemos conocido allí.
Miguel Ángel hasta se ha tatuado el símbolo de la campaña, un corazón del que salen dos hilos de café humeante. La misma pasión con la que vive Rocío, coordinando la revista cultural más importante del pais; o Eva, presentando todos los días el telediario de una cadena de televisión; o José Luis, ayudando a niños a salir de los grupos armados; o Cristina, exprimiendo toda la salsa de la noche bogotana...
Porque Bogotá es una ciudad viva, cultural, caótica, rumbera, luchadora. Una ciudad encajonada entre cerros y vigilada desde lo alto por la basílica de Montserrate, un icono para los colombianos. En Bogotá te cruzas con vendedores callejeros de esmeraldas, con rodajes de telenovela, con llamas paseando por el Mercado de San Victorino, con iglesias coloniales, con tardes de toros y pasodobles, con laderas llenas de casas que por la noches parecen luciérrnagas...
Me he quedado con ganas de conocer Medellín, el Eje Cafetero, la selva, y como no, el Caribe colombiano, con Cartagena, Barranquilla, Santa Marta. Voy a proponer en el trabajo una expedición para que sigamos buscando El Dorado.... E insisto: como dicen por aquí, el riesgo es que te quieras quedar.