« Con las victorias del Real Madrid y el Sevilla acaban las competiciones europeas | Portada del Blog | John Dos Passos regresa a Madrid »

Gaziel, el reportero que nos mostró la crueldad de la batalla de Verdún

    domingo 29.may.2016    por Ángela Gonzalo del Moral    0 Comentarios

Bataille_de_verdun_09_zoom  Foto Oficina Turismo Verdún

La batalla de Verdún fue la más larga de la Primera Guerra Mundial y la segunda más sangrienta tras la del Somme. Comenzó el 21 de febrero de 1916, convirtiéndose en un infierno que finalizó 300 días después, el 18 de diciembre. Tras de sí, una fisonomía del terreno totalmente transformada, con cráteres por doquier, devastación y horror. Fue una carnicería sin precedentes, se calcula que hubo unas 800.000 víctimas, entre muertos (300.000), heridos y desaparecidos.

Uno de los periodistas que cubrieron la contienda fue Gaziel, -sobrenombre que utilizaba el corresponsal del diario La Vanguardia, Agustí Calvet-. El 28 de marzo de 1916, empezó a redactar sus primeras impresiones de la zona cercana al frente de guerra occidental. Hacía un mes que había comenzado la batalla de Verdún.

“El rápido París-Nancy se detiene largo rato en Bar-le-Duc. La aglomeración y el revuelo del andén son tan extraodinarios, que los viajeros logramos a duras penas descender de los coches. De los vagones brotan centenares de soldados, llevando a cuestas o cruzados sobre el pecho, en banderola, sus hatillos de campaña y sus zurrones de tela”.

En su relato Gaziel explicaba todos los detalles de la vida cotidiana de la zona. "Tiene un río apacible, varios puentes discretos, algunos templos antiguos, un camanile sobremanera gracioso, restos de un soberbio castillo y la fama dulcísima de producir las más sabrosas confituras del Mosa". Agustí Calvet, posteriormente director de La Vanguardia, recogía en sus escritos los primeros días de guerra lejos del frente. “Las aldeas que encontramos al paso están alborotadas como en horas de feria. Los vecinos asoman por ventanas y puertas o circulan confundidos entre los pelotones de soldados que protegen la marcha de los convoyes. Cruzan de continuo patrullas de caballería al galope. Suenan bocinas, chasquidos de látigo, gritos y ronco trepidar de motores“.

En esta comarca, limítrofe entre Francia y Alemania, el campo de batalla, las trincheras y todos los monumentos construidos posteriores a la contienda, emocionan y sobrecogen al viajero.

Bataille_de_verdun_07_zoom Foto Oficina Turismo Verdún

En su visita al campo de batalla sitúa a los lectores, “el lugar es luminoso y apacible, con el sol ya muy por encima del monte, inundándolo todo y despejando la niebla. La suavidad de la campiña francesa, su aire claro, se tiñen aquí de la melancolía que envuelve la Lorena cercana. A primera vista, la llanura extendida a nuestras plantas ofrece el mismo aspecto que en los días de paz. Todo está sosegado, bajo el cielo diáfano de la primavera. Pero a medida que nuestros ojos sondan y escudriñan el llano, se empañan poco a poco con el vaho de tristeza que parece exhalarse de su profundidad. En los altos del Woevre, se extiende a nuestros pies un panorama vastísimo, llano, profundo; un cacho de tierra soleada, con motas pardas de bosque y venas sinuosas de arroyuelos, bruñida y lisa, como una lámina de jaspe. Esta era la llanura del Woevre“.

Uno de los baluartes del Verdún de aquella época era Douamont. “Y el Estado Mayor, árbitro supremo de la espantosa sarracina, está tranquilamente instalado Dios sabe dónde, pero sin duda muy lejos, a treinta o cuarenta kilómetros de la línea de fuego, en un palacete o castillo muy silencioso, muy limpio con un jardín florido alrededor. En las grandes cámaras del primer piso, las mesas y los muros están cubiertos de mapas. El rumor de la batalla no llega hasta allí. Sólo resuenan de continuo los timbres telefónicos, como campanillas de un orquestrión desafinado”.

El fuerte de Douaumont fue construido a caballo de los siglos XIX y XX. Las obras finalizaron en 1913 y aunque estaba considerado en su época como un bastión inexpugnable, fue rápidamente conquistado por el ejército alemán. Era el más grande de los 19 fuertes que rodeaban Verdún. Situado a unos 1.300 metros de altura, hoy en día es uno de los pocos que se pueden visitar. Allí encontramos un laberinto de galerías de piedra, que llegó a albergar, -si esa palabra sirve para las pésimas condiciones de aquellos años-, a unos 500 soldados. No es difícil imaginar cómo era aquel lugar, húmedo y oscuro.

En su recorrido por la Lorena francesa, el corresponsal de guerra, nos sigue relatando el horror de la cruel batalla. “El alba es hora de pausa y de recogimiento. Los combatientes duermen embrutecidos de cansancio y de fiebre, exhaustos, amontonados en las cavernas subterráneas. El cañoneo mengua. En el interior de los puestos de vigilancia, los oficiales escriben febrilmente sus informes sobre el último combate. Y en el trecho infranqueable que separa a los dos enemigos, los cadáveres yacen en soledad inmensa, tibios aún, echados de bruces y aplastados sobre el suelo, o vuelta la faz horrible hacia el espacio, extintos, reflejando a la luz de la aurora el primer pasmo de la eternidad“

El 30 de marzo de 1936, Gaziel entra en Verdún. “Ya desde muy lejos, viniendo por la carretera de Clermont, divisamos la ciudad, como una mancha parda, destacando en medio del estrecho valle por donde resbala el Mosa. Penetramos en Verdún por la llamada Puerta de Francia. Lo primero que advertimos es un grande silencio, como si entráramos en el recinto de una vasta necrópolis. Ni una voz, ni un rumor, ni huella de alma viviente”. Nuestros pasos resuenan en la calzada. Más adelante en la calle Mazal, las ruinas aumentan y con ellas la soledad y el silencio. A la puerta de un cafetín de barrio, está pegado un pasquín. Me acerco a leerlo. Esta noche -dice- a las once, debut de la bella Paquita, con sus célebres danzas españolas. ¿Adónde habra ido a parar, santo Dios, esa bella compatriota mía, que representaba en Verdún toda la España de pandereta?"

La guerra destruyó 9 pueblos cercanos a ese municipio y unas 3.000 personas fueron forzadas a abandonar sus hogares, nunca más pudieron volver, porque todo quedó destruido, devastado. En Fleury, hay un memorial para recordar a los niños caídos durante la Gran Guerra. En Verdún podemos visitar uno de los más importantes museos dedicados a esa contienda, se reconstruyen batallas y se muestran las armas, municiones, vehículos y aviones que se utilizaron en el frente occidental. El memorial de la ciudad rinde homenaje a soldados franceses y alemanes que dejaron su juventud en los campos de la Lorena francesa. Visitar ciudades y zonas afectadas por una guerra, siempre es una buena ocasión para recordar que hay que hacer todo lo posible para que ese horror no lo vuelva a vivir ninguna generación.

2016-05-29T102539Z_413093215_LR1EC5T0SYD1Z_RTRMADP_3_WW1-CENTURY-VERDUN-MERKEL-HOLLANDE Foto Reuters


Verdún, muchos años más tarde
(Poema de Erich Kästner)

Auf den Schlachtfeldern von Verdun
finden die Toten keine Ruhe.
Täglich dringen dort aus der Erde
Helme und Schädel, Schenkel und Schuhe.
Über die Schlachtfelder von Verdun
laufen mit Schaufeln bewaffnete Christen,
kehren Rippen und Köpfe zusammen
und verfrachten die Helden in Kisten.
Oben am Denkmal von Douaument
liegen zwölftausend Tote im Berge.
Und in den Kisten warten achttausend
Männer vergeblich auf passende Särge.
Und die Bauern packt das Grauen.
Gegen die Toten ist nichts zu erreichen.
Auf den gestern gesäuberten Feldern
liegen morgen zehn neue Leichen.
Diese Gegend ist kein Garten,
und erst recht kein Garten Eden.
Auf den Schlachtfeldern von Verdun,
stehn die Toten auf und reden.
Zwischen Ähren und gelben Blumen,
zwischen Unterholz und Farnen
greifen Hände aus dem Boden,
um die Lebenden zu warnen.
Auf den Schlachtfeldern von Verdun
wachsen Leichen als Vermächtnis.
Täglich sagt der Chor der Toten:
Habt ein besseres Gedächtnis!

 

Categorías: Actualidad

Ángela Gonzalo del Moral   29.may.2016 12:45    

0 Comentarios

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Canal Europa

Bio Canal Europa

Este blog es un viaje por la Europa cotidiana. Un recorrido por el día a día de los ciudadanos de la Unión Europea, recogiendo aquello que nos une... que nos diferencia, o que todavía nos separa.
Ver perfil »

Síguenos en...

Últimos comentarios