Leica, la cámara que retrató la historia del siglo XX
martes 1.ago.2017 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
A finales de 1937, un joven barcelonés de 17 años, Francesc Boix, se adentra en las filas del bando republicano. Dispara a todo lo que ve, -aunque con cierta contención-, porque el material que utiliza es caro y difícil de conseguir en medio de una guerra. No lleva un fusil, sino una cámara fotográfica Leica.
Sesenta años más tarde de su muerte, en 2013, se vendían por internet tres cajas de negativos con imágenes del frente de combate republicano en tierras de Lleida, también algunas anteriores o contemporáneas de la Guerra Civil, en Barcelona. El joven Boix, las había captado en los últimos meses del conflicto, los había pasado a Francia y en su afán por preservar un material gráfico histórico, los había guardado en una vivienda de Perpiñán.
La editorial Now Books, publica parte de ese material en el libro Los primeros disparos de Francesc Boix, una árdua labor realizada por la Fundació Fotoconnexió, bajo los auspicios de la Comisión de la Dignidad. Después de la maleta mexicana de Robert Capa, ahora aparecían los negativos del Fondo Argeles, que han permitido recuperar una parte de la memoria histórica del frente del Ebro y el Segre.
Ricard Marco, coautor del libro repasa algunos negativos y explica "aquí se nota que hay un desenfoque, seguramente porque debió tomarla rápido, a lo mejor en ese momento estarían lanzando bombas o abrían fuego". Analiza alguna de esas fotografías junto con Josep Cruanyes, presidente de la Comisión quien añade que "una de las cosas que reflejan estas imágenes es las precariedad material con que estaba dotado el ejército republicano. Solo hay una de artillería y en otras hay morteros o ametralladoras".
Una mirada desde dentro de la guerra que nada tiene que ver con la visión puntual de los reporteros de guerra: la construcción de las barracas donde vivían los soldados en la montaña, las trincheras, la comida, los ratos de reposo, las prácticas y las maniobras, la llegada de la correspondencia, etc. Boix muestra la destrucción que provoca la guerra sin necesidad de fotografiar heridos o muertos.
Con 19 años y una guerra perdida, se dirige por la frontera andorrana, o próxima a ella, hacia Francia. Capturado por los nazis, el 27 de enero de 1941, junto a otros 7.000 republicanos españoles es trasladado al terrible campo de concentración de Mauthaussen. Murieron el 67% de los prisioneros que lo acompañaron. Por su experiencia en la fotografía, Boix fue adscrito al servicio de identificación del campo.
Aprovecha su “puesto de trabajo” para realizar fotos que muestran como murieron miles de personas. Desde el laboratorio fotográfico salvó de la destrucción los negativos que acreditaban el horror y junto a otros compañeros los robaron para dárselos a la austríaca Anna Pointner, que los escondió en un muro. Se salvaron unas 20.000 fotografías, cuyo testimonio se presentó como cargos en los juicios de Nüremberg. Francesc Boix, fue el único español que testificó.
"En 1943, yo estaba en el servicio de identificación del campo y no podía salir. Pero en el transcurso de una visita el jefe de los fotógrafos disparó un carrete entero, que yo revelé. En aquella película reconocí a Speer y a otros jefes". Fueron algunas de sus declaraciones en el histórico juicio".
De su paso por Mauthaussen, el Spaniaker 5.185 (nombre despectivo de los nazis hacia los españoles y su número de prisionero) le quedó una tuberculosis, enfermedad de la que moriría en París en 1951, a los 30 años. En sus últimos años trabajó como reportero periodista en L’Humanité, Regards o Ce Soir.
La mayor parte de su trabajo lo realizó con la emblemática Leica. Estos días la Fundación Telefónica en Madrid muestra la historia de estos aparatos que en 1914, revolucionaron el mundo de la fotografía a través de la exposición "Con los ojos bien abiertos". La patentó el ingeniero alemán Oskar Barnack y durante la Segunda Guerra mundial, fue una de las herramientas más utilizadas por los fotoperiodistas de las grandes agencias de noticias y fotografías, o por los más importantes diarios y revistas mundiales, que acercaron el frente de batalla a los ciudadanos. Diego Fraile, guía cultural del espacio Telefónica cree que "el fotoperiodismo nace con Leica, porque permite capturar la vida. Si quieres captar los acontecimientos al instante, o los que son históricos, necesitas esa rapidez, y en ese sentido sí que revolucionó la manera de ver y conocer el mundo".
Los objetivos de las cámaras captaron el momento en que un miliciano caía abatido por una bala, una niña huía desnuda en Vietnam, o las desenfadadas escenas callejeras de Robert Doisneau. Para Fraile "gran parte de las imágenes que nos recuerdan momentos históricos, son fotografías tomadas con una Leica, y pienso que ha creado parte del imaginario colectivo del siglo XX".
Sin todos ellos no tendríamos imágenes referentes de la historia, la evolución de las ciudades, la diversidad cultural, o de la vida cotidiana.