Braganza apuesta por un modelo para luchar por el desarrollo y contra la despoblación
martes 24.abr.2018 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Braganza está más cerca de Madrid que de Lisboa. A casi dos horas de Oporto esta ciudad portuguesa fronteriza con España es un ejemplo de la recuperación económica del país y de un problema compartido por los dos grandes países de la Península Ibérica: la despoblación rural. Las autoridades braganzanas intentan compaginar esa doble realidad, que supone desarrollar económicamente la región de Tras-os-montes y frenar la emigración de los jóvenes.
El crecimiento económico de Oporto, sobre todo el aumento de la actividad en el puerto y aeropuerto de la segunda ciudad lusa, ha convertido a la milenaria Bragança, en un punto de salida de las mercancías camino de Europa y España. Eso ha facilitado la implantación de empresas punteras, aunque todavía insuficientes, para dar por finalizada la década de grave crisis económica que ha afectado a los países del sur de Europa. El presidente de la Cámara Municipal, Hernani Dias, se muestra optimista ante el futuro de la zona, porque "conseguiremos evitar la despoblación si tenemos empresas que creen empleo; y ese es el camino, traer empresas, crear empleo y fijar la población".
Los datos oficiales demuestran un recuperación económica, al menos en los datos que aporta la macroeconomía. Un 55% de descenso del paro entre 2013 y 2017, un superávit comercial del 74% en 2016 y unas exportaciones de 600 millones de euros ese mismo año.
También esperan que la próxima llegada del tren de Alta Velocidad española a Puebla de Sanabria, en la provincia de Zamora, situada a unos 80 kilómetros de Braganza, mejore su conexión con Madrid, situándola a 2 horas y media. Las autoridades aseguran que esta conectividad, tanto con Oporto como con Madrid, ha facilitado ya la implantación de la fábrica de automóviles francesa Faurecia, y esperan convertirse en un cluster automovilístico del noreste de Portugal. También la agricultura local aporta unos importantes ingresos y muchos agricultores se han convertido en grandes productores de castañas y setas, muy utilizadas en la gastronomía transmontana y que importan al extranjero. Hernani Días, cree que "la ciudad ha tenido un papel diferente a otros lugares de Portugal, porque aquí las personas tienen recursos para conseguir enfrentar los problemas de la crisis, porque muchos de ellos dependen de la industria agroalimentaria, y eso les ha permitido sobrevivir durante la crisis".
Todo esto da visibilidad a esta ciudad, que ofrece atractivos naturales, turísticos, culturales y patrimoniales. Según algunos estudios de consultoras internacionales, se ha convertido en el noveno municipio luso más atractivo para visitar, invertir y vivir. "Muchos indianos que emigraron al extranjero e hicieron fortuna, están invirtiendo ese dinero en su país", nos explica Luis Falcao, corresponsal de Noticias Castilla y León. Portugal tiene una larga historia de emigración, tanto a sus excolonias, como a Norteamérica y Europa. Durante los duros años de la crisis de principios de siglo, muchos jóvenes también salieron a labrarse un futuro. "Pero a diferencia de otras épocas, comenta Anabela Pereira, técnico de turismo de Bragança, no envían dinero. En los años 60 los emigrantes se iban con sus familias y enviaban dinero a los que se quedaban aquí, pero ahora no lo hacen, porque tienen que vivir en el país en el que trabajan y no pueden ahorrar tanto.... o prefieren gastarlo en otras cosas allí".
João Cameira, responsable de promoción económica y desarrollo social de Braganza, destaca que "muchos de los proyectos que hemos desarrollado han recibido ayuda comunitaria, y parte del éxito es porque desde hace tiempo trabajamos conjuntamente con las provincias limítrofes españolas, principalmente Zamora y León. Son ciudades muy parecidas a nosotros, casi somos gemelas y desde hace años presentamos sólidas candidaturas a proyectos comunitarios", y añade "No solo eso, sino que trabajamos mucho en red con españoles, italianos y franceses".
La capital transmontana ofrece seguridad y oferta cultural, pero tiene que mejorar la calidad de su mano de obra, que esperan afianzar con el Instituto Politécnico. También apuesta por el turismo como motor económico, aprovechando que es sede de la Reserva de la Biosfera de la Meseta Ibérica, de nuevo un ejemplo de colaboración interregional europea, y se encuentra dentro del ParqueParque Natural de Montesinho, con una gran riqueza natural, paisajista y, sobre todo, etnográfica. Su antigua ciudadela amurallada, encaramada en lo alto de una colina, y presidida por su imponente Torre del Homenaje, convertida en su monumento más emblemático, es un ejemplo de la lucha de sus gentes para hacer frente a las adversidades pero avanzando hacia el futuro, con paso lento, pero firme. Además están promocionando la cultura. Uno de sus mejores ejemplos es la calle Abílio Beça, conocida popularmente como la calle de los museos, con el Centro de Arte Contemporáneo Graça Morais, el Centro de interpretación sefardí y el museo Abade de Baçal, al que hay que añadir otros centros culturales en diferentes puntos de la ciudad, uno de los más destacados es el de máscaras, de una importante riqueza sobre tradiciones ancestrales de ese territorio común hispano-luso que es la Raya.
Para João Cameira, lo básico para conseguir un desarrollo económico es involucrar a la ciudadanía. "Desde 2014, cada año hacemos muchas actividades en las que involucramos a la ciudadanía, y la gente está respondiendo bien. Vemos como se involucran, participan y piden más. Por eso intentamos que los ciudadanos aporten sus ideas y proyectos, aunque pueda parecer que es una pequeña contribución, porque todo nos ayuda a tirar adelante".
Los responsables políticos braganzanos saben que deben retener a la población joven, y además de ofrecerles trabajo deben potenciar otros incentivos. "Necesitamos atraerlos para que se queden y formen una familia", dice Cameira. Los jóvenes se quejan de que hace falta más presencia cultural porque no quieren quedarse fuera de todas las novedades que se ofrecen en las grandes ciudades. La joven Ana Luisa nos explica que "lo más importante es tener trabajo, esá creciendo, pero a un ritmo muy lento... Yo, hasta ahora, he ido encontrando algo, pero también necesitamos otras cosas. La oferta cultural no es tan diversificada como en Oporto o Lisboa. Es cierto, que la ciudad tiene museos, actividades culturales y patrimonio, pero necesitamos algo más, porque la diversidad cultural no es tan grande y para escuchar conciertos internacionales tenemos que ir a Madrid o Lisboa". Anabela Pereira, insiste en la despoblación, la emigración juvenil y el poco atractivo de estas zonas rurales. "Los jóvenes que emigraron con la crisis, dice, no volverán a Portugal, a menos que el gobierno les de la posibilidad de quedarse. Es un problema político".
Braganza refleja el esfuerzo de estas zonas rurales por no perder el tren de la modernidad, aunque eso les exige un esfuerzo más costoso que en otras zonas peninsulares.