Lituania, un país que refuerza a su juventud más creativa
lunes 17.sep.2018 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
El barrio de Uzupis, en pleno corazón de la capital lituana cumple 20 años, desde que declaró su independencia y estrenó su particular constitución. Dos décadas después no se parece en nada a aquel barrio abandonado, dominado por la delincuencia, con calles sucias y casas llenas de escombros. Entonces un grupo de intelectuales y artistas bohemios, decidieron romper esquemas y el lugar se convirtió en un centro de iniciativas culturales que se extendió al resto de Vilna. Uzupis mantiene ese halo de "reivindicación y creatividad", pero ha quedado convertido en un pueblo, al que se accede por puentes y arcos, donde se puede pasear tranquilamente y muy agradablemente.
De esa época quedan algunas galerías, talleres artesanales, tiendas, librerías, grafitis o la proclamación de la República de Uzupis escrita en un tramo de la calle Paupio, que puede leerse en varios idiomas, también en español. Su primer artículo dice que "Todo el mundo tiene derecho a vivir al lado del río Vilnia y el río Vilnia tiene el derecho de fluir para cada persona". En su artículado se señala que "todos tienen derecho a ser felices", pero el siguiente artículo destaca que "Todos tienen derecho a ser infelices". El último artículo, el 41, insiste "No te rindas".
Fruto de esa creatividad en las calles de Uzupis, encontramos al cheff Justinas Misius, quién junto a Sigitas Zemaitis y Agné Marcinauskaité, han revolucionado la cocina lituana, buscando las raíces de su gastronomía, han elaborado una serie de platos a base de productos locales y de temporada. Una de las condiciones para entrar en el restaurante Sweetroot, es tener tiempo, proponen una cena de 3 horas, y una apuesta muy ingeniosa, en la que el menú está desglosado por los ingredientes que integran cada plato... y el comensal debe descubrir cada uno de los sabores por separado. Justinas es el encargado de prepararlos y Sigitas de ayudar a encontrar los ingredientes. Al final de la cena, se presenta el menú con el nombre de cada plato que se ha comido.
La cultura está presente en la capital lituana, con su calle Literatai, dedicada desde 2005, al arte. en esa calle vivió el poeta Adam Mickiewicz y numerosos artistas comenzaron a redecorarla con obras, placas y objetos que homenajeaban a los escritores. El escultor Vladas Vidziunas, creó un jardín de esculturas a lo largo de cuatro décadas, donde se recogían algunas de las obras más importantes del arte lituano contemporáneo. Este jardín-museo alberga unas 50 esculturas de granito, hierro, acero inoxidable y otros materiales. En la actualidad se ha convertido en un espacio creativo donde entran en sintonía el arte y la naturaleza.
Esta ciudad, y su casco antiguo barroco, es patrimonio de la humanidad, destaca por obras arquitectónicas de gran belleza como la plaza de la catedral de San Estanislao y San Vladislav, presidida por la Torre de la campana y cerca del palacio de los grandes duques de Lituania. Pero sorprende por su belleza, la universidad de Vilnius, fundada en el siglo XVI, y una de las más antiguas de la Europa central. En pleno proceso de la reforma protestante, el duque de Lituania pidió a los jesuitas que frenaran su expansión en su territorio y construyó este centro religioso y del conocimiento en el que se mezclan los estilos gótico, barroco y clásico. Tiene 13 patios internos, con numerosas arcadas y donde se guarda el primer libro impreso en el país escrito en 1547, por Martynas Mazvydas. Otro de sus atractivos es el péndulo de Foucault, que muestra el efecto de rotación de la tierra. Formada por 16 edificios, actualmente en sus 12 facultades estudian unos 23.000 universitarios. Tuvo un gran impacto en la vida cultural de Lituania y los países vecinos, donde estudiaban o daban clases lo eruditos, científicos y artistas de la zona.
En su vieja biblioteca, utilizada antiguamente como refectorio, encontramos las pinturas del artista local Antanas Kmieliauskas. Pintados en 1978 en sus bóvedas encontramos 12 prominentes figuras de la ciencia y el arte de la antigüedad clásica, como Sócrates, Plutarco, Pindaro, Anacreón, Hesiodo, Heráclito, Aristóteles, Eurípides, Diogenes, Homero, Arquímedes y Platón. Y en el Centro de Estudios lituanos, encontramos los soprendentes frescos casi surrealistas, que forman el ciclo de las estaciones del año, creado por el pintor Petras Repsys que representan temas y símbolos de la mitología lituana a través de una arcaica concepción del mundo.
Las Tres Musas, de la avenida Gedimino Prospektas, presiden la entrada al Teatro Nacional de Lituania. También vale la pena visitar la antigua sede de la KGB, hoy convertido en un museo dedicado a los miles de deportados, asesinados o encarcelados durante la ocupación soviética. En sus sótanos está la antigua cárcel y la sala de ejecuciones.
A poco más de 100 kilómetros de la capital lituana encontramos Anykščiai, donde desde hace años, un grupo de artistas decidieron mudarse para compartir las diferentes opciones artísticas. Hoy en día hay un nido de arte, una especie de residencia de artistas. En ella encontramos a la especialista en vidrio, Justina Kamarauskaite o la ceramista Lina Rimkiene. Lina nos habla de "las sinergias que se crean entre los diferentes artistas, tanto para aprender ideas nuevas como para compartir experiencias y estimularse" en momentos complicados, esos en los que las ideas no fluyen o se apodera el desánimo.
Este centro, aprovecha fondos comunitarios para estimular el espíritu innovador de los jóvenes introduciendo actitudes empresariales, prestando ayuda económica y apoyo logístico a estos creadores locales. En Lituania hay cuatro centros como el de Anykščiai.
En la costa del Báltico, en el istmo de Curlandia, el escritor y Nobel de Literatura Thomas Mann, también resultó un revulsivo cultural para la zona, al instalarse en Nida, un increíble rincón que conformaron la colonia de artista de Nida, entonces Prusia oriental. Bautizó la casa como la cabaña del tío Tom, su casa de verano a lo largo de tres año y donde se inspiró para escribir la tetralogía José y sus hermanos. Con la llegada del nazismo, el literato se instaló en Suiza y la casa quedó en el olvido hasta que pasada la década de los 60 se construyó la casa-museo, que aún puede visitarse hoy en día. Convertida en una de las principales atracciones de la península de Curonia, la parte norte del istmo acoge la provincia lituana de Neringa, mientras en el sur, y ya en territorio ruso, hace frontera con Kaliningrado.
Cien años después de su independencia y 15 años más tarde de su ingreso en la Unión Europea, Lituania, como los otros dos países Bálticos, quieren demostrar la creatividad de su gente, como un importante motor económico para el futuro del país.