Las SS de la cruzada nazi contra el arte
domingo 18.nov.2018 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Seiscientas mil obras de arte expoliadas en cuatro años. Llega a las pantallas el excelente documental Hitler vs Picasso y otros artistas, para mostrar detalladamente, con análisis documentados, el robo del arte que realizaron los nazis. Todo planificado por la ERR (Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg) convertidas en una especie de SS de la cultura. No aniquilaban personas, pero les robaban las obras pictóricas que guardaban en sus viviendas y galerías. Tampoco lo hacían para mostrarlas al mundo, sino para que sus líderes amasaran una gran fortuna. Querían arrebatar y destruir la cultura europea de todos los siglos. Eran los tesoros ocultos del Führer.
Mientras el nazismo perseguía a los artistas más modernos, bajo el cliché de arte degenerado, las ERR expoliaban las obras maestras de la pintura europea. Muchos se jugaron la vida por mantener su patrimonio, y aunque algunos consiguieron salvar una pequeña parte, otros perdieron hasta la vida. Los nazis se apoderaban de esas colecciones con la excusa de que los dueños estaban fuera de sus casas o habían huido, cuando en muchas ocasiones estaban en un campo de concentración.
El italiano Claudio Poli, nos presenta una obra necesaria para conocer la otra guerra que mantuvieron los líderes del nazismo, principalmente Hitler y Alfred Rosenberg. Este último fue el ideólogo y creador de la Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg -ERR- (Fuerza Especial Rosenberg), un instituto para la investigación, centrada no solo en el odio racial, sino en preparar informes sobre las colecciones de arte, bibliotecas y archivos judíos de todo el continente.
Dirigido por Claudio Poli y escrito por Sabina Fedeli, Didi Gnochhi y Arianna Marelli, el documental solo podrá verse en un centenar de cines españoles el 19 y 20 de noviembre, muy bien narrado por el actor italiano Toni Servillo (dos premios del Cine Europeo). La película de una hora y media de duración muestra ante nuestros ojos, cuadros y obras de arte, pero también imágenes de archivo inéditas y explicaciones e investigaciones realizadas por historiadores, coleccionistas, abogados, testimonios de familiares, periodistas y biógrafos.
Los herederos explican las dificultades que tienen para demostrar que son los propietarios de las obras de sus antepasados, porque no guardan recibos o certificados. Muchas familias judías pudieron salvar la vida, vendiendo sus colecciones a cambio de un visado. Una de las personas más entrañables que participan en el documental es Edgar Feuchtwanger, vecino de Hitler en Múnich, cuyo padre fue deportado, y él mismo acabó huyendo con su familia a otro país.
La ERR operó entre 1940 y 1945 en Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, los países Bálticos, Polonia, Grecia, Italia y la Unión Soviética, principalmente. En 1940, Hitler autorizó a esta organización a confiscar los manuscritos y libros más valiosos de las bibliotecas y archivos nacionales, material eclesiástico, de las lógias masónicas y todas las pertenencias de gran valor cultural de propietarios judíos. Entre abril de 1941 y julio de 1944, unos 29 convoys transportaron obras de arte desde París al castillo de Neuschwanstein, principal almacén del gobierno nazi. Se calcula que antes del final de la guerra, casi un millón y medio de vagones trasladaron obras y libros a túneles y minas ocultos en territorio alemán.
Göring, el gran saqueador del arte europeo
Uno de los grandes saqueadores de arte fue Hermann Göring, lugarteniente de Hitler, mariscal y ministro del aire, al que gustaba el arte y vivir como un sibarita. Desvalijó museos y mansiones de todos los territorios ocupados. En su catálogo había anotado unos 1.400 cuadros, 250 esculturas y 168 tapices. Acumuló un tesoro de obras maestras de Durero, Rubens, Poussin, Boucher, Vermeer, Renoir, Brueghel, y otros artistas considerados degenerados por los nazis. El político francés Laurent Fabius, dijo que "Göring comenzó ordenando la destrucción de obras de arte degenerado, pero se convirtió en coleccionista, ávido de lucro y ebrio de poder". "Ambicionaba sin límites la riqueza y fue uno de los mayores expoliadores de la historia", añade el historiador Jean-Marc Dreyfus.
La mayoría de esos cuadros los podía disfrutar en su residencia de verano y finca de caza de Carinhall, donde invitaba a la aristocracia alemana y tenía previsto construir un museo. Los oficiales de la Wehrmacht robaban los cuadros para él y llegó a tener medio centenar de obras de Cranach. En el documental, Deaf Ledeboer, de la fundación Deventer, comenta que "ansiaban tener un estatus social y el arte era un medio tradicional para ascender socialmente y ser reconocidos en el mundo del arte".
No todo el arte fue robado, Hitler y Göring gastaron enormes sumas de dinero en comprar arte, siempre a unos precios más o menos de saldo y amenazando, intercambiando o sobornando a los compradores, casi siempre a punta de pistola. Aún así, Göring llegó a pagar una gran suma de dinero por una obra de Vermeer, que acabó siendo una falsificación.
Obras de Matisse, Chagall, Monet, Klimt, fueron retiradas de las paredes de sus propietarios, para acabar en túneles especialmente preparados para mantenerlos o en las viviendas de los líderes nazis. Las obras de arte más destacadas que los nazis confiscaron, fueron a parar a Adolf Hitler e iban a mostrarse en el planeado Museo del Führer en Linz. Otros líderes nazis como Martin Bormann y Albert Speer tenían una pequeña parte en sus casas de vacaciones.
La película recorre París, Nueva York, Holanda y Alemania, para relatar la fascinante historia -humanas y artísticas- que hay detrás del expolio de un millar de obras de arte de gran valor. El expolio a la cultura europea es casi tan estremecedor como el propio holocausto.
Algunas obras robadas
Los cazas alemanes viajaban con mapas en los que se señalaban los edificios que no debían bombardear, con el objetivo de salvar las obras de arte, que luego serían saqueadas. Una vez ocupada la ciudad, llas obras eran buscadas con ahínco por expertos en arte, galeristas, artistas e historiadores del arte, algunos colaboraron con la ERR para no ser deportados o perseguidos. Del más de medio millón de obras que acabaron en manos del regimen nazi, destacamos un grupo, que sirven de muestra del gran valor del material incautado. No importaba si eran pequeñas o de gran tamaño, su ansia de poder no tenía límite.
La plaza de la Concordia, de Edgard Degás, pintada en 1885, fueue hallada en 1995, cuando la obra se presentó en el Hermitage. Santa Justa y santa Rufina, pintadas por Bartolomé Murillo, fue recuperada y el lienzo estuvo expuesto en el museo Meadows de Dallas, hasta que se descubrió en la parte posterior un número catalogado que permitió comprobar que se lo habían robado a la familia Rothschild.
El retrato del doctor Gachet, de Vicent Van Gogh, incluido en la obra de artistas degenerados fue robado de un museo alemán. Otra obra del gran artista holandés El pintor en el camino de Tarascó" fue robada y quemada. El retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustave Klimt, sus bienes fueron incautados y puestos bajo custodia de los alemanes. En 2006 fue devuelta a Maria Altman. El cine también recogió su largo litigio para conseguir la obra que había pertenecido a sus antepasados, y donde se comprueba las grandes dificultades que estas personas encuentran para recuperar su patrimonio.
Los nazis no tuvieron problemas para desmontar grandes obras de arte. Una de ellas es el Retablo Veit Stoss, una escultura en madera del siglo XV, está considerado el mayor retablo gótico con 13 metros de altura y 18 de ancho. El gobierno alemán mandó a un comando de élite requisar la obra, pero cuando llegaron ya lo habían desmontado, aunque más tarde lo localizaron y la trasladaron al castillo de Nüremberg. Tras la guerra fue devuelta a Cracovia.
La desaparición de la Cámara de ámbar sigue siendo uno de los mayores misterios de la guerra. El gobierno del Tercer Reich la incluyó en la larga lista de obras de arte que debían ser saqueadas. Tras ser desmontada durante el sitio de Leningrado. En 1941,se exhibió en el castillo de Königsberg. Este salón de 1701, fue diseñado con joyas, oro y 6 toneladas de ámbar para las instalaciones del palacio de Catalina en San Petersburgo. Se desmontó y nunca más se supo de ella. Se cree que pudo ser destruida por bombardeos, o desmontada y hundida en el interior de un submarino alemán o quizá esté oculta en una mina alemana.
De las 600.000 obras robadas, todavía quedan por recuperar unas 100.000. Pueden estar en cualquier lugar.
Hace unos años en un apartamento de Munich, encontraron unas 1.400 obras de arte en casa del hijo del comerciante de arte Hildebrand Gurlitt, que trabajó para los nazis. Eran obras de los siglos XIX y XX que habían desaparecido sin dejar rastro, y que se descubrieron gracias al azar, cuando Gurlitt viajaba en tren entre Zurich y Munich con más de 10.000 euros en metálico ,y ante las sospechas se le investigó por fraude fiscal. El gobierno bávaro mantuvo el descubrimiento en silencio, hasta que el diario Focus, destapó el escándalo.
Los responsables de la película creen que es imprescindible y vital dar a conocer a las nuevas generaciones esta parte de la historia, para descubrir el mensaje que los responsables de la Alemania nazi, guardaban tras la política de aniquilación. Pero sobre todo, dejar constancia de que intentaron acabar con parte de la historia pictórica y cultural europea.
El nombre de Picasso aparece en el documental, porque es un símbolo de todos estos artistas. En 1945, el artista explicó a un periodista una conversación que tuvo en París con un líder de la Gestapo. Él se acercó al estudio del pintor y al ver el Guernica, le preguntó a Picasso si lo había pintado él. El artista le respondió "No, esto lo han hecho ustedes". En la misma entrevista reflexionaba que la pintura "es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo", por eso su función no es decorar paredes de viviendas.
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