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Ciudades europeas: Funchal

    lunes 12.ago.2019    por Ángela Gonzalo del Moral    0 Comentarios

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Foto: angelaGonzaloM

La difícil orografía madeirense ha obligado a sus habitantes a dominar la naturaleza para adaptarla a sus necesidades. Ejemplos de esos escollos son las construcción de sus famosas levadas y de unos 150 túneles, tanto de carretera como en el medio rural. 

En 1419, cuando llegaron los marinos portugueses, la isla estaba cubierta de una vegetación impenetrable: la Laurisilva. Una reliquia del pasado que en Europa es endémica en la Macaronesia, de la que también forman parte Canarias y Azores. Su importancia histórica y natural ha sido reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Aquellos marineros tuvieron que dominar la naturaleza y quemaron el bosque durante un año, convirtiendo esta isla volcánica, montañosa, de valles profundos y una costa agreste, en una tierra productiva y rica. Fue un trabajo árduo. En la actualidad queda un 20% de aquella vegetación original. Convertir una escarpada isla en un lugar habitable comportó una colonización lenta y complicada. Este ecosistema vegetal de gran exhuberancia ha marcado el desarrollo de Madeira a lo largo de los siglos. 

El siguiente problema que encontraron los primeros pobladores de Funchal, la ciudad a la que llegaron en 1419, fue encontrar abastecimiento de agua. La isla no tenía ríos, pero sí un rico subsuelo. La laurisilva les facilitó el trabajo. Estas plantas son productoras de agua, sus hojas, enredan la niebla que queda retenida por unas horas, cuando se condensa cae al suelo, la filtran y la acumulan en la capa freática, abasteciendo a los ríos subterráneos. "Ella es esencial para nuestras vidas, porque no llueve durante meses. Eso se ve claramente en septiembre u octubre, cuando a pesar de esa falta de agua, la isla está totalmente verde y eso es porque la laurisilva retiene diariamente unos 10 litros por m2", nos dice Sofía Maul, narradora oral.

Walking Tour _Levada Nova da PontadoSol

Con paciencia comenzaron a construir unos canales a través de grandes pendientes para transportar ese agua desde el norte húmedo al sur seco. Construyeron unos 2.000 kilómetros de levadas, convertidas actualmente en un gran potencial turístico porque permiten seguir su recorrido a pie y forman parte de la red europea Natura 2000.

Sus esfuerzos se vieron recompensados con la riqueza productiva de la isla. Resultó ser un lugar ideal para cultivar caña de azúcar. En los siglos XV y XVI el puerto de Funchal era un hervidero de compradores y vendedores que transportaban el "oro blanco", hasta Flandes, desde donde se distribuía al resto de Europa. Madeira era uno de los mercados más importantes de azúcar del Atlántico, aunque siglos más tarde no pudieron luchar contra la competencia de Brasil o São Tomé. 

Madeira-mapa-historia-768x629Foto: Turismo de Madeira

Convertida en escala de la Ruta de las Indias la economía de la isla estuvo estrechamente ligada a los nuevos descubrimiento portugueses en el Golfo de Guinea, la Península Arábiga e India. Era un lugar estratégico que aumentó con la conquista de Brasil. Funchal era el refugio para los buques de la flota. Sus condiciones climáticas idóneas para productos tropicales, imposibles de cultivar en Europa, ayudaron a su crecimiento económico. "Aquí todo crece, nos dice Sofía Maul, los naturistas que viajaban en esas embarcaciones traían semillas y plantas exóticas que las plantaban en la isla"

La pérdida de su mayor fuente de ingresos le obligó a reinventarse, y las viejas plantaciones de caña de azúcar se sustituyeron por viñedos. El vino de Madeira se convirtió en el mayor producto de exportación de la isla, e Inglaterra en su principal comprador. Una de las bodegas más antiguas de la capital es la Madeira Wine Company, actualmente convertida en museo, donde se pueden ver cartas de personalidades famosas, documentos, utensilios, un lagar del siglo XVII y maquinaria.

20190619_115615Foto: angelaGonzaloM

Las relaciones comerciales de Funchal cambiaron de dirección. Abandonaron Flandes y pasaron a negociar con los comerciantes ingleses, que durante el siglo XVII ampliaban sus mercados con América del Norte, las Indias occidentales y la propia Inglaterra. Poco a poco pasaron a controlar la producción, igual que habían hecho con el vino de Oporto. En el siglo XIX dos epidemias causaron graves daños que provocaron importantes pérdidas económicas en el mercado del vino.

Dedal, aguja, tijeras y paños de lino, fueron las nuevas herramientas que empoderaron la maltrecha economía de la isla. Desde hace 150 años, Madeira borda con tranquilidad, habilidad, esmero y trabajo su historia, como las bordadeiras, que con su trabajo han permitido unos importantes ingresos en la isla. La inglesa Elizabeth Phelps, inició la tradición en 1784, montando una pequeña escuela de bordado en su vivienda y enseñando sus diseños a las jóvenes madeirenses, para que consiguieran unos ingresos familiares.

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Foto: angelaGonzaloM

Aunque en Funchal se abrieron fábricas, ellas preferían tejerlas en sus casas. Allí recibían los patrones marcados con líneas azules, y los materiales específicos: lino, seda, organdí o algodón. Durante largas horas, añadidas al trabajo diario y casi siempre por las noches- bordaban sábanas, toallas, pañuelos, vestidos, camisas o manteles, que devolvían a las fábricas, encargadas de su venta y exportación. Se calcula que a mediados del siglo XIX, había unas 70.000 bordadoras, a mediados de los ochenta eran 30.000 y en la actualidad son unas tres mil. Aun así las 30 fábricas que siguen abiertas, continúan bordando, lavando y planchando cuidadosamente a mano cada prenda para garantizar su calidad y perfección.  Cada pieza es única.

El IVBAM (Instituto de Vino, Bordado y Artesanía de Madeira) controla exhaustivamente la autenticidad de todos los bordados para conceder el sello de garantía. Las jóvenes generaciones, no se sienten atraídas por un trabajo, que si bien es símbolo de la isla, requiere mucha especialización. Se calcula que cada bordador recibe unos 20€ por dos mil puntos bordados y un mantel tiene una media de 23.000 puntos. Para calcular el pago de las piezas se inventó el curvímetro, un aparato que contabiliza los puntos que deben unir las trabajadoras y se utiliza como base del sueldo.

El turismo, nuevo motor económico de Madeira

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Foto: angelaGonzaloM

Uno de los primeros lugares en los que se asentaron los marineros que descubrieron la isla, fue la bahía de los lobos. Un pueblo de pescadores, especialistas en la captura de ballenas. En la actualidad esta actividad se ha sustituido por avistamientos turísticos de cetáceos y delfines. Muchos jóvenes han encontrado una salida laboral.  Eugenia es bióloga marina, trabaja en la empresa VIPDolphins donde además de explicar a los turistas el tipo de animal que se ha avistado, realiza un trabajo de investigación y colabora con la Universidad en estudios científicos, informando a los investigadores y ambientalistas de las variaciones que comprueba en el océano o en la vida animal de la zona.

Como todas las zonas periféricas de la Unión Europea, Madeira busca alternativas para mantener a sus jóvenes. No es fácil, porque los trabajos que se pueden realizar en la isla son agrícolas o turísticos. La poca industria existente tampoco ofrece muchas oportunidades. Y los sueldos en estos tres sectores son bajos. Y para realizar estudios universitarios deben trasladarse al Portugal continental.

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Foto: Turismo de Madeira

En el último siglo la falta de salidas profesionales ha obligado a muchos madeirenses a emigrar a Brasil, Venezuela o Estados Unidos. Curiosamente la crisis económica en Venezuela, ha supuesto el retorno de numerosas familias, que buscan sus raíces en una isla pequeña rica en productos agrícolas y en diversidad de paisajes. 

Los madeirenses se ven reflejados en un deportista mundialmente conocido. El internacional Cristiano Ronaldo, es para ellos un ejemplo de la tenacidad de los isleños, que consiguió ser una estrella del fútbol mundial a través del esfuerzo, como lo fueron sus antepasados.

La isla de la eterna primavera, cumple 600 años reinventándose continuamente. Funchal es la capital de una archipiélago con gran calidad de vida que busca encontrar en el turismo de calidad, y el desarrollo de nuevas tecnologías su lugar en el siglo XXI.  

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Categorías: Actualidad , Viajes

Ángela Gonzalo del Moral   12.ago.2019 11:58    

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