Madrid, capital del arte moderno
Foto: angelaGonzaloM
Durante los meses de confinamiento domiciliario escuchamos música en los balcones, pero también comprobamos que las paredes de nuestras casas permanecían monótonas, estaban vacías, se convertían en un muro hermético, en una especie de cárcel.
"La gente ha redescubierto el gusto de tener cosas bonitas en casa. Antes estábamos todo el tiempo moviéndonos, siempre fuera del domicilio sin sentarnos en el sofá, y el confinamiento nos ha obligado a estar en nuestras casas y la gente ha tenido cierta necesidad de arte, y eso está muy bien", nos dice Héctor Albericio, de la galería ArtPetritxol de Barcelona.
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