Portugal celebra 50 años de su "revolución de los claveles"
Una canción de Eurovisión fue la primera sintonía que escucharon los militares portugueses el 24 de abril de 1974 a través de la emisora Radio Renascença . E Depois do Adeus (Y después del adiós) había quedado última en el certamen televisivo celebrado el 6 de abril en Brighton, fue el año que ganó Waterloo, del grupo sueco Abba.
La balada interpretada por Paulo de Carvalho, era un aviso para que los responsables de la conspiración se prepararan en los cuarteles y sincronizaran los relojes.
Una hora y media después de la medianoche, ya el 25 de abril, otra canción, que ha traspasado la historia, sonaba en los transistores del país, convirtiéndose en el emblema de aquel momento histórico.
"Grandola Vila Morena". Era la contraseña que utilizaron los militares para iniciar el levantamiento contra el dictador, después de varios intentos fallidos.
Cada 25 de abril, decenas de miles de portugueses recorren la Avenida de la Liberdade, la arteria más emblemática de Lisboa, con un clavel en la mano o en la solapa, recordando el día en que se puso fin a la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar y dando paso a una época de democracia y libertad.
Aquel histórico día, las calles de la capital lusa se inundaron de claveles rojos que los ciudadanos anónimos, también obreros y estudiantes, colocaron en la boca de los fusiles de los soldados.
Cansados de las guerras en las colonias africanas y las políticas colonialistas del gobierno, el Movimiento de Fuerza Armada, lideró un cambio social sin sangre ni violencia.
Supuso también la descolonización de Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Bissau y Santo Tomé y Príncipe.
"Asumo el compromiso de mantener la supervivencia de la nación", decía en su mensaje el general António de Spínola, que defendió el respeto al derecho internacional, y a todas las corrientes de expresión.
Posteriormente sería el primer presidente de la República y poco meses más tarde dimitió en desacuerdo con el desarrollo de los acontecimientos. Acabó exiliado en Brasil.
Esta semana se celebran 50 años de una dictadura que duró otros 50 años.
Medio siglo después, el 80% de los portugueses se enorgullece de cómo se realizó la transición democrática, el 57% considera que la dictadura fue negativa para el país y se muestran satisfechos con la democracia.
"Es uno de los días más importantes del año, y aun cuando las cosas están mal, es importante recordar que la libertad es muy importante", dice una mujer cuando le preguntamos al respecto. "Libertad para expresar lo que sentimos, nos dice una joven, "para expresar nuestra opinión, para decir lo que pensamos sin miedo y para buscar un futuro mejor para todos".
Para el 65% de la población lusa esa fecha es la más importante de la historia del país, muy por delante de la adhesión a la Unión Europea o la implantación de la República.
El 59% considera que los responsables de la dictadura deberían haber sido juzgados y una cifra casi similar creen que Portugal ha cambiado positivamente, principalmente en áreas como la asistencia médica, la educación, la economía, la protección del medioambiente, y que ha empeorado la corrupción y la criminalidad. Una gran mayoría, el 86%, piensan que la democracia de su país tiene defectos.
"Ambicionábamos una sociedad más justa", explicaba hace unos días el coronel portugués Vasco Lourenco, uno de los militares que lideró el levantamiento. "En los años siguientes, eso fue un hecho. La sociedad portuguesa era mucho más justa, mucho menos desigual. Desafortunadamente, en los últimos años, la pobreza ha aumentado y las desigualdades han crecido".
Aun así, 50 años después de aquel 25 de abril, uno de cada cinco portugueses cree que la dictadura tuvo más aspectos positivos que negativos y un 26% piensa que tuvo tantas cosas positivas como negativas.
Estos datos pertenecen a un sondeo realizado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa y el Instituto Universitario de esa ciudad que se ha presentado en la Fundación Gulbenkian de Lisboa.
"Más de la mitad de los portugueses nacieron después del 25 de abril, dice Maria Inacia Rezola, presidenta de la Comisión para la Conmemoración del 50° Aniversario, "es por lo tanto, el momento de hacer ese paso entre la memoria y el presente para traerla a la actualidad y recordar a los más jóvenes lo que aportó el 25 de abril para nuestra democracia".
Estos días en numerosas poblaciones lusas se realizan exposiciones y actividades que muestran aquella fecha desde diferentes ámbitos.
En la estación marítima de Alcántara, en el puerto de Lisboa, se puede ver hasta el 26 de junio, la exposición "El MFA y el 25 de abril", que plasma aquellos días a través de los materiales más iconográficos, como fotografías, audiovisuales y sonoros.
Está centrada en recuperar el papel de los militares y porqué se llegó hasta aquel momento. Lo hace a través de relatos de cómo era du vida cotidiana, cómo vivían durante aquellos años y en la guerra colonial o cuáles eran sus preocupaciones.
“Cómo vivían los soldados, cuáles eran sus preocupaciones, .... unos aspectos son nuevos para muchos jóvenes”, y Rezola concluye que se trata de hechos que “no han sido resaltados por la historia hasta ahora”.
Portugal celebra el 50 aniversario de la revolución de los claveles, una de las más importantes del siglo XX, con la idea generalizada de que queda mucho camino por recorrer.
El turismo también prepara rutas para recordar 50 años de revolución
Foto: web Visit Portugal
Lisboa fue el principal escenario de aquella fecha. Lugares como Terreiro do Paço, Chiado o Largo do Carmo fueron los espacios más destacados. El itinerario del día de la Revolución recorre 14 puntos señalizados en el suelo con código QR donde se ofrece más información como la Ribeira das Naus, Terreiro do Paço y Rua do Arsenal. También se incluye la antigua cárcel política del Museo de Alube, dedicado a la memoria de la lucha contra la dictadura y a la resistencia.
Los Murales de Libertad es una ruta artística que puede visitarse en unas 14 poblaciones y que fue un antecesor del arte urbano portugués, donde se representaban imágenes sobre la libertad, el humanismo y la democracia.
Entre Lisboa y Cascais, siguiendo la costa se recorren municipios que acogían los fuertes militares que defendían el estuario del Tajo. El de Caxias, al lado del mar, fue además la cárcel de la Policía Internacional de Defensa del Estado, la PIDE. Otras localidades del itinerario son Algés, Oeiras, Carcavelos o São Pedro do Estoril.
Peniche, actualmente paraíso para los surfistas, fue también una cárcel donde ingresaban los opositores políticos al régimen. En la actualidad, esta importante plaza militar, construida en el siglo XVI, acoge el Museo Nacional de la Resistencia y la Libertad.
Foto: web Visit Portugal
En Santarém se encontraba la Escuela Práctica de Caballería desde donde partió la columna militar hacia la capital, comandada por el capitán Salgueiro Maia. La ciudad es un ejemplo de arquitectura gótica.
Entre Troia y Melides, en el Alentejo, se encuentra la localidad de Grândola, que dió nombre a la canción más emblemática del movimiento militar y social, compuesta por Zeca Afonso. Actualmente cuenta con algunas de las playas más bonitas del país.
En la histórica Alcáçovas se encontraron por primera vez los Capitanes de Abril y allí empezó a gestarse la Revolución de los Claveles. Esta ciudad acoge el Museo del Cencerro, que tiene el reconocimiento de la Unesco como patrimonio inmaterial de la Humanidad.
Otro lugar patrimonio de la Unesco es Elvas, cercana a la frontera tiene un complejo de fortificaciones militares y acoge el Museo Militar, donde se conservan los chaimites y vehículos blindados que recorrieron las carreteras y calles del país.
Por último, no se pueden olvidar los símbolos de aquella revolución, que como muchas de las que se desarrollaron en el siglo XX, tuvieron también un halo de romanticismo. En Portugal el clavel rojo, el lápiz azul y la música, son los grandes protagonistas.
Celeste Caeiro, una mujer que vivía en el barrio de Chiado, empezó a regalar claves a los militares y convirtió a esta flor en una de las imágenes icónicas de aquel momento histórico. El lápiz azul era la marca de la censura en el ámbito cultural y la revolución también tuvo su banda sonora con dos canciones protagonistas: "E depois do Adeus" de Paulo de Carvalho y "Grândola Vila Morena” de José Afonso.
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