Manu Leguineche
miércoles 22.ene.2014 por Fran Sevilla 4 Comentarios
La tinta, que ya no es tinta, se ha quedado blanca, lívida; la máquina de escribir, que ya no es máquina, ha bloqueado sus teclas; el télex, que ya no es télex, ha dejado de transmitir; el teléfono, que sí es teléfono, ha sonado para darme la noticia que nunca se quiere escuchar. Me dicen que te has ido y yo pienso, con toda la rabia y todo el dolor y toda la tristeza que se me agolpan, que esto no se le hace a los amigos, que ojalá hubieras demorado un poquito la partida en esta ocasión.
Fue nuestro maestro, el maestro de varias generaciones; fue mi maestro. La primera vez que salí a recorrer el mundo, a cubrir la guerra en Nicaragua y las otras guerras en Centroamérica, hace justo 30 años, Manu me facilitó mi primera acreditación de prensa.
Compartimos momentos memorables en la primera Guerra del Golfo. Nos recorrimos juntos buena parte de Bosnia y Croacia, durante la guerra en la Antigua Yugoslavia. Mientras yo conducía, Manu iba desgranando anécdotas con ese sentido del humor y esa ironía que él atesoraba. Seguimos viajando, juntándonos en otros rincones del mundo.
Todavía tiemblan las cartas de los memorables órdagos en interminables y desafiantes partidas de mus, la otra gran pasión de Manu, en su casa en Guadalajara, o en Amán o en Islamabad o en Mediugorije.
A veces se nos unía Juan González Yuste, Juanito, al que también perdimos hace ya varios años, hermano de correrías, desde su inicio, de Manu. Eran de la generación de los primeros reporteros de la España franquista que decidieron abrir su horizonte, ir a perseguirlo sabiendo que nunca se llega porque el oficio, como la Itaca de Kavafis, está en el camino. Juntos venían a mi casa en Jerusalén hasta que Manu decidió que no volvía nunca más para no tener que sufrir el humillante interrogatorio de los israelíes en el aeropuerto de Tel Aviv.
Manu transmitía esa pasión que yo descubrí en mí muy pronto, la de recorrer el mundo, la de llegar hasta los confines, cuanto más lejanos y más complicados, cuanto mayor era el desafío mayor era la determinación de lograrlo. Pero lo más importante de Manu Leguineche, de ese cálido hombretón, era su humanidad revestida de tierna socarronería, esa forma de no darse importancia y reírse de uno mismo. Él sabía que era nuestro maestro, nuestro referente, pero actuaba como si fuera uno más; un trato de igualdad que hacía al bisoño periodista sentirse orgulloso.
Ahora Manu ha decidido ir un poco más allá del mundo, recorrer otro confín, aquel del que uno ya no regresa, del que no hay vuelta atrás. Es un viaje más largo y más cargado de incertidumbre. La única certeza es que algún día, tarde o temprano, me volveré a juntar con Manu en algún lugar en el que, una vez más, el llevará la delantera y habrá escrito ya el reportaje que otros querremos escribir. Y les habrá ganado ya algún órdago a los ángeles.
Buen viaje Manu, amigo, compañero. Hasta siempre, Maestro.
JOSE ANTONIO GONZÁLEZ ARPA dijo
Siempre, siempre me fascinó la vida de reportero. Y para mi, como de Valladolid que me siento por haber vivido allí mucha parte de mi vida, ha sido un gran honor que Manu Leguineche pasara una etapa tan importante de su vida en mi ciudad. Para mí él fue muchas cosas, una leyenda sobre todo.
(8) AUM,Canto Ärena dijo
http://www.youtube.com/watch?v=Hg58-r-6Iso
...namaste...Salud Don.es...grande abrazos.
http://www.youtube.com/watch?v=TgW7HVuxn1E
CARMEN MEDINA dijo
Aguzo el oído siempre que anuncian a Fran Sevilla. Ayer pude escuchar esta despedida a
Leguineche en El Ojo Crítico de RNE y juro que me emocionaste Fran.
Pedro J. Ortiz dijo
Sigue tú, Fran. Ahora te toca a tí transmitir esa pasión a otros.