Aquel amontillado
Una cosa es recorrer en autobús los alrededores de un monumento y otra conocerlo. Lo mismo que ocurre al visitar una denominación de origen o una bodega. El enoturismo está obligado a limitarse, salvo excepciones, a una aproximación a la realidad y son pocas las ocasiones en que es posible contemplar y probar tesoros celosamente guardados. Cuando esa puerta se traspasa la sensación de haber alcanzado un estado diferente se extiende entre todos los que participan en la experiencia. Y si además es en el Marco de Jerez, cuna de joyas irrepetibles y en ocasiones inalcanzables, la emoción de sentirse parte de un misterio escrito entre la natur...