Grandes Pagos de Olivar
lunes 28.ene.2013 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
La trufa de Huesca, los jamones ibéricos, los vinos y otros maravillosos productos han tenido una vez más algo de hermano menos famoso de Madrid Fusión. Una edición que ha cerrado sus puertas con división de opiniones.
Y allí, aguantando la que está cayendo, un puñado de selectos elaboradores de aceite de oliva. Grandes Pagos de Olivar nació como un restringido club que poco a poco se ha ido ampliando sin dejar de ser un grupo selecto. Castillo de Canena de Jaén, La Boella de Tarragona y los extremeños de Marqués de Valdueza se han unido al grupo que formaron Abbae de Queiles, de Tudela (Navarra), Dauro y Auboccasa - empresa con doble militancia, en Girona una de las marcas y en Manacor (Mallorca) la otra -, y Marqués de Griñón, en Toledo.
Casi todos apuestan por una variedad especialmente elegante, arbequina, para crear sus perfumados aceites. Aunque no faltan quienes apuestan por la maravillosa fuerza y el ligero amargor de la picual o por combinaciones con el toque exótico de la koroneike, de origen griego, capaz de aportar delicados aromas sin restar estabilidad.
El puesto que cada año ocupan es uno de los más apetecibles siempre que se comparta la pasión por el zumo natural de las aceitunas o que se tengan los suficientes conocimientos de cocina para saber que nada aporta tanto sabor a un plato como añadirle, una vez terminado, unas gotas de aceite crudo. A ser posible sin estropearlo con sucedáneos que recuerden groseramente a la trufa o deteriorarlos añadiéndoles ajos o hierbas.
Ese espacio que rinde culto a la máxima expresión del aceite descubre la procedencia de algunos de sus promotores: el vino. El aceite no se prueba, como es tradición, en tazas opacas de colores estridentes (azul, ámbar…), sino en catavinos o en copas transparentes. La teoría de que el color del aceite no es un parámetro de calidad y por tanto no debe influir en las puntuaciones de los catadores no es compartida en este rincón del mapa oleícola.
En cualquier caso el origen de no todos pero sí muchos de estos empresarios tiene una enorme ventaja para el visitante. Siempre puede surgir la oportunidad de catar vinos como Emeritus 2008, un impresionante tinto del Marqués de Griñón, o Roda 2010, un rioja que en esta añada consigue elevarse a la categoría de obra de arte combinando potencia, elegancia y frescor como pocas veces antes se había conseguido.
(Foto: Jesús París)