Auténticos, de verdad
jueves 14.may.2015 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Si se trataba de conseguir lo que sus promotores llaman vinos únicos, lo han conseguido. Siempre hubo en los grandes grupos joyas de la corona, cuidadas elaboraciones, partiendo de pequeñas parcelas, que permitían presumir y tratar de igual a igual a los más destacados. Codorníu, con bodegas en medio mundo, quiso ir más lejos y se planteó, diez años atrás, ofrecer algún día la expresión más auténtica de sus mejores viñedos.Vinos que por su calidad y su originalidad apenas tuvieran rivales.
Ese día ha llegado en forma de siete botellas: un cava, un blanco y cinco tintos. El Cava 456, nombre que refleja el número de vendimias realizadas por esa casa que ha dedicado más de cuatro siglos y medio al vino, tardará todavía unos meses en salir al mercado. Lo hará a final de año y a precios prohibitivos para exhibir junto a sutiles recuerdos a bolleria tostada un destacado frescor cítrico. Un lujo de la añada del 2007 que sigue y seguirá muy vivo durante bastante tiempo. Pinot noir y chardonnay, a partes iguales, y un diez por ciento de xarel.lo dibujan un perfil similar al de los grandes espumosos de cualquier parte del mundo.
De nuevo la mejor de sus viñas, en este caso de la Denominación de Origen Costers del Segre, mimada más que cuidada, para ofrecer una delicada combinación de xarel.lo y chadonnay. Raimat 100 es un canto a la finura creado para conmemorar el centenario de la bodega. Y también un blanco para coleccionistas del que se pondrán a la venta, en los próximos días, poco más de 600 botella de la añada 2013.
El recorrido por los tintos alcanza sus más altos vuelos con Scala Dei Masdeu 2011, una contenida demostración de potencia y fuerza en favor de la elegancia que avanza hacia el futuro del Priorat volviendo la vista hacia lo mejor de sus orígenes. Maravillosas garnachas, pletóricas de recuerdos a flores, frutas rojas y frutas negras maduras ajenas a la agresión excesiva de la madera. Un gran trabajo enológico que cuenta además con el acierto de haber diseñado un vino para el consumidor.
Una cualidad que comparte con Legaris Calmo 2009, uno de esos tintos profundos que pocas denominaciones, entre ellas Ribera del Duero, pueden producir. La acertada combinación entre la mayor finura del vino que se ha descubado del depósito y la enorme estructura del que sigue goteando durante un a o varias noches de los hollejos (eso es calmo) lo convierte en un tinto potente pero equilibrado que llega al mercado dispuesto para el consumo y el disfrute.
Con una irresistible capacidad de seducción. Así es Viña Pomal Alto de la Caseta 2010, un tinto que cuenta con méritos suficientes para situarse entre los mejores de esa casa centenaria. La seria y elegante expresión del mejor tempranillo riojano levanta pasiones por la compleja sucesión de aromas (fruta, tostados, especias y regaliz), sus apuntes minerales y su interminable final.
Por esos mismos caminos de la atractiva combinación de poder y elegancia avanzan dos elaboraciones muy diferentes. Séptima Gran Malbec 2009 es un vino argentino que lleva hasta la copa notas exquisitas de una aromática madurez y el final intenso, redondo, suave y aterciopelado de los tintos de esa variedad y de esas tierras.
En el otro extremo del continente americano, Napa Valley, nace Artesa Reserva Pinot Noir Finca 91 D para atrapar la más clara definición de elegancia representada por esa variedad. Lo consigue gracias a una compleja e intensa sucesión de aromas (frutas negras, notas especiadas y la impronta tenue de las maderas nobles) acompañada de una sedosa amplitud y una señalada persistencia. En definitiva, un tono más, especialmente interesante, en esa variada paleta de colores, sabores y aromas tan diferentes y tan distinguidos que si no existieran habría que crearlos. Algo que justifica cualquier exigencia incluida la más dolorosa: que solo puedan ponerse a la venta unas pocas botellas y no todos los años.