Jerez y champán
jueves 28.may.2015 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Son dos bebidas más próximas de lo que pudiera parecer. Y que unen, por ejemplo, a varios de los protagonistas de “Jerez & el misterio del palo cortado”, un documental recientemente estrenado que sumerge al espectador en el apasionante mundo de ese y otros vinos generosos. Su director, José Luis López Linares, ha salido con bien de tan difícil prueba. Entre sus méritos, ofrecer una visión personal y una panorámica de la ciudad, sus bodegas, sus vinos, su historia y sus gentes en lugar de una aburrida clase de enología. Y también saber dar voz a quienes nos regalan momentos geniales. Dos personajes especialmente, el capataz de una bodega y la propietaria ,de otra, merecen un nuevo rodaje para ellos solos. Hay también bellísimas imágenes adecuadamente hilvanadas para que apenas se noten las necesarias concesiones. No por ello deja de ser un excelente largometraje que ayuda a Jerez a ocupar una dimensión en la que hace mucho tiempo que debería estar cómodamente instalada.
De la sala de proyección se sale con ganas de continuar la inmersión en esas mismas sensaciones pero de otra manera. Y una copa del palo cortado de Tradición, una joven bodega que fue capaz de reunir ya en sus comienzos veteranas soleras, completa la velada como en pocas ocasiones puede hacerse.
El otro estreno, el de un nuevo champán de Louis Roederer, una de las grandes casas - como dicen ellos - de esa denominación de origen. Una ocasión que califican de histórica pues llevaban varias décadas sin poner un nuevo producto en el mercado. La colaboración con el diseñador Philippe Starck ha concluido de una manera sorprendente pero muy gratificante: sus mayores esfuerzos no han estado dirigidos ha decidir la forma del continente sino a opinar sobre el contenido. El resultado, un brut nature: un tipo de champán poco frecuente que solo es posible elaborar en cosechas de una calidad excepcional como la del 2006. Gracias a un gran pago, las dos variedades más nobles de la zona, pinot noir y chardonnay, y una crianza parcial sobre lías durante 18 meses en enormes tinas de madera han conseguido un vino especialmente fino y delicado.
A la acertada decisión de no añadirle licor de expedición (azúcar y otros vinos o licores) se suma la de reducir el licor de tiraje (el azúcar y las levaduras que se añaden a la botella para provocar la segunda fermentación). De esa forma se logra, dicen, un champan más cremoso y con menos burbujas que se mantienen en un segundo plano.
Difícil adivinar si esa opción, que le priva de una pequeña parte de su más caro atributo, la espuma, entusiasmará a los aficionados. Solo el paso del tiempo terminará de definir esta marca cargada en su primera cuvée de frescor cítrico y sutiles notas frutales. Un champán tan elegante como singular que se disfruta ya con enorme placer. Y eso, no es poco.