Ciencia, investigación, arte y magia…

El camino a seguir, la investigación. Por ella apuesta, con decisión, Bodegas Torres que acaba de inaugurar en Pacs del Penedès (Barcelona) una bodega de micro vinificaciones (desde cinco hasta mil litros)  para realizar pruebas y ensayos destinados a varios de sus proyectos. Entre otros, la lucha contra el cambio climático o la recuperación de variedades ancestrales. Cepas sin identificar, en este último caso, que han aparecido, si pudiera decirse así, entre sus viñedos y que han demostrado en los primeros ensayos que pueden producir tintos o blancos de especial calidad. El sabor del vino del futuro seguirá atrapado por ahora en los sueños y entre esas cuatro paredes.  

La lucha contra el cambio climático y la preservación de más de dos centenares de tipos de la variedad Tinta del País en la Ribera del Duero es la aportación de Bodegas La Horra al ímpetu investigador que parece extenderse por todas partes. Una experiencia similar a la ya realizada tiempo atrás con tempranillo por su bodega hermana, Roda, en Rioja. Son los
últimos pasos de una ciencia – la elaboración del vino – varias veces milenaria. Sus dos últimos siglos protagonizan una exposición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Real Jardín Botánico de Madrid.   

 Al placer de recorrer el pabellón Villanueva de la mano de uno de los comisarios, Alfonso Carrascosa, se sumaba el de disfrutar a continuación de una cata de los vinos del Grupo Estévez. Dos personajes sobradamente conocidos para los apasionados del jerez completaron la terna: Álvaro Girón, historiador e investigador, abriendo plaza y el enólogo de la casa, Eduardo Ojeda, comentando doce elaboraciones: un resumen del arte de crear vinos y de la magia del jerez.  

Por las copas fueron desfilando mostos recién fermentados, finos y manzanillas de varias criaderas y finalmente el producto acabado con su marca comercial. Es decir una más juvenil y alegre manzanilla, La Guita, y un más serio, intenso, punzante y casi contundente fino Inocente. Y como novedad inesperada, las primeras botellas de La Guita en Rama. Una manzanilla sin filtrar especialmente expresiva y aromática, que se suma a cuantos han seguido un camino que cada día gana más adeptos. Como despedida, y en un intento de demostrar la positiva evolución de estos vinos, botellas de manzanilla y fino embotellados tiempo atrás. Y tras la cata, un sobrero de suficiente arboladura, el amontillado Tío Diego, que recuerda por su solvencia – salvando tiempo y crianza -   al fino Inocente de cuyas soleras probablemente proceda. Su contenido precio apenas supera los diez euros. Solo por eso ya habría que quererlos.