El francés que se enamoró de España
sábado 28.nov.2015 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Es un personaje del mundo del vino que responde a un curioso arquetipo: el del francés que se enamoró de España, de su estilo de vida y de sus tópicos. Didier Belondrade sintió también una irresistible atracción por la variedad verdejo y por los suelos de Rueda. Allí convirtió su sueño en realidad haciendo que lo difícil pareciera enormemente fácil. La fórmula era sabida.
Trabaja con viñedos viejos en propiedad, salvo en sus inicios, para poder tomar todas las decisiones que influyan en la calidad de las uvas. Los siguientes pasos: vendimia manual en cajas, mesa de selección, elaboración por parcelas y fermentación y crianza en barrica con las lías finas (levaduras). Por último, el gran momento, conocido en su lengua natal como assemblage. La reproducción cada año del estilo de la casa, la combinación de parcelas y barricas para crear un blanco equilibrado y complejo. Y además, el mejor posible.
Belondrade y Lurton nació ya como un vino luminoso y diferente en 1994 y dobló el cambio de siglo en las mejores condiciones. Gracias al nivel de exigencia y a esas prácticas, habituales en otros lugares del mundo, y especialmente en las zonas más prestigiosas de Francia, ha sido considerado año tras años uno de los mejores blancos de este país.
La cosecha del 2014, que pide a gritos reposo en botella, llegará en unos días a un mercado desabastecido que la reclama. Lo hará con su largo final acompañado de sensaciones ligeramente cremosas, recuerdos a fruta, frescor cítrico y un fondo en el que se suceden notas delicadas a madera, humo y especias. Una definición escueta para esta añada que se muestra ya pletórica de sabores intensos y que empuja una vez más a la verdejo hacia una nueva dimensión. Un lugar al que solo llegan los vinos de guarda, los que sobrados de grandeza crecen con el paso del tiempo. Y esos, en contra de lo que muchos piensan, no siempre son tintos.