La increíble cosecha del 2011
domingo 13.mar.2016 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Una primavera más calurosa de lo habitual provocó un adelanto en el ciclo vegetativo sin especiales consecuencias. La clave de tanta calidad estuvo en el final de ese proceso: ni lluvias ni heladas en los días previos a la vendimia. Un tiempo bonancible que llegó acompañado del contraste térmico que caracteriza a la zona. Acusadas diferencias de temperatura entre el día y la noche culpables del frescor y también, en parte, de la elegancia de sus vinos.
En esas condiciones la maduración fue extendiéndose a placer por altitudes y orientaciones hasta llegar a la perfección. Un año inusualmente feliz en el que no hizo falta arriesgar y en el que fue muy difícil equivocarse. La Ribera del Duero logró así, con el 2011, una de sus mejores cosechas aunque también hay partidarios de adjudicar ese título a alguna de las dos anteriores.
Tan significada bendición se proyecta ahora sobre el consumidor con la llegada al mercado de los vinos de guarda. Aquellos que han merecido el honor de reposar unos cuantos años en las mejores barricas en primer lugar y a continuación en el silencio y la oscuridad de un botellero.Si a todo ello se añade una bodega veterana, viñedos viejos, vendimia manual y mesa o mesas de selección el resultado es un vino al que resulta obligado acercarse con unción.
Majuelos de Callejo 2011, personalísima creación de Félix Callejo, impone respeto desde el primer instante. Apasionantes sus aromas a moras matizados por notas a cacao, regaliz y caramelo. Y también la inusual convivencia entre frescor, finura y potencia. Los más nobles taninos, que le otorgan hasta una especial textura, terminan de armar este tinto esplendoroso que recuerda a cada trago una cuna señalada por la elegancia y la grandeza.