Un recuerdo sutil
viernes 3.nov.2017 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Parece un paseo por la vida de un velo, el velo de flor. Su esplendor, su decadencia y su final. Eso son los Finos Palmas. Un recorrido por las edades del Tío Pepe: un mismo vino y una sola variedad, palomino, en distintas fases. La diferencia -enorme- la marca el tiempo.
El esplendor de la flor. Así define Antonio Flores, el enólogo de González Byass al Fino Una Palma. Su crianza, prolongada hasta el sexto, casi el séptimo año, lo convierte en un maravilloso fino que hubiera viajado hasta el presente desde otros tiempos. Recuerdos a su historia, a su pasado, al frescor e intensidad (hongos, almendras y otros frutos secos) y al paladar serio de aquellos vinos que bebían los aficionados años atrás.
Pedro Ballesteros, Master of Wine, ha sido el compañero de viaje de Antonio Flores o, si se prefiere, el artista invitado de esta edición. La selección, en la que han subido ligeramente la edad de los vinos participantes, les ha llevado a embotellar la destacada redondez de un fino viejo (entre 8 y 9 años) como Fino Dos Palmas. Una demostración de poder, longitud y fuerza sin parangón.
La decadencia de la flor, la aparición de los primeros trazos del carácter de un amontillado, entremezclados con intensos y delicados aromas a lías, maderas nobles y especias (vainilla) surgen de la copa del Fino Tres Palmas. Entre 10 y 11 años de espera -el límite de la crianza biológica- para sentir la emoción, la inusual complejidad, la elegancia, la potencia y hasta la belleza de un gran jerez.
La última parada, con algo más de medio siglo, el Fino Cuatro Palmas. Su color caoba, el final salino y los innumerables matices a caramelo, tostados, roble, madera lacada y barniz dan paso en este amontillado muy viejo a un final que parece no tener límite. Y que abre, año tras año, un debate imposible sobre a quién situar en la cima; sobre cuál de los cuatro es el primero entre iguales. En realidad es un recuerdo, sutil, de quién ostenta el cetro; la respuesta a qué bodega tiene instalaciones y existencias que permitan -tiza y suela- ir marcando con palmas las mejores botas para ofrecer cuatro vinos así.