El vino que amaba la botella
lunes 2.abr.2018 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
“Si hay que elegir prefiero un mes más en botella que un mes en barrica”. Lo dicta su experiencia con variedades como mencía, godello y prieto picudo y lo afirma, sin atisbo de duda, el director técnico del Grupo Dominio de Tares, Rafael Somonte. Uno de esos enólogos curtidos en lejanas tierras que se instalan o regresan a este país para proyectar sus conocimientos y su forma de hacer. Algo que muestran fundamentalmente sus elaboraciones en El Bierzo y en León pero que, por si quedara duda, reafirma arrojando esa sentencia con vocación lapidaria que más de uno debería cincelar sobre el dintel de su puerta.
Sus cuatro años al frente de la bodega, y de la casi homónima Dominio Dostares, en Pajares de los Oteros, León, invitan ya a recorrer su amplia relación de marcas. Una lista que en primer lugar deja claro, por sus intensos sabores y por la limpieza de sus aromas, que los vinos se están haciendo no solo muy bien sino probablemente mejor que nunca.
A partir de allí, no debería pasar por alto la finura de un godello fermentado en barrica destinado a seguir escalando puestos. Vino que agradece la aportación comedida de la madera para realzar el perfil de la variedad. Como resultado, un blanco fresco, aromático, serio y a la vez delicado que ofrece una cierta sensación de volumen en boca. Esta interesante añada del 2017, próxima a salir al mercado, solo necesita ese mes o esos meses de botella que le permitan terminar de afinarse.
Si bien quien más se ha beneficiado del paso del tiempo es el Dominio de Tares Cepas Viejas 2015 (13 euros). En los meses transcurridos desde su aparición ha sido capaz de ampliar matices, desarrollar suavidad y revestirse con una buena parte de la sutileza deseable. El pronóstico de Rafael Somonte es que dentro de un año volverá a sorprender al mostrarse como un tinto todavía más redondo y más expresivo.
Esperarlo no es difícil teniendo a mano otro mencía de la misma cosecha. La mejor o una de las mejores apariciones de un tinto cuyo precio (8,50 euros) es ya una invitación, Baltos reproduce a escala el carácter tan singular como seductor que marca a toda la gama: arándanos, ciruela y cassis además de violetas y otras flores sobre un fondo mineral.
Descripción que, dando varios pasos hacia adelante, incluye también a Bembibre 2015 (24,50 euros). Uno de los grandes vinos de la casa que exhibe sobrada elegancia y complejidad. Las ventajas que el paso del tiempo aportará a tanta fuerza y potencia como posee son evidentes.
Un claro contraste con Cumal 2015 (19,90 euros) que se revela ya suficientemente amable sin que ello le impida anunciar una positiva evolución. La añada, de nuevo memorable, sirve como demostración de los lejos que se puede llegar con la prieto picudo en León. Tierra, variedad y proyecto que comparte con un rosado, Tombú 2016, al que un diseño clásico le ha hecho llegar a estas fechas con toda su categoría. La última comprobación de que uno de estos vinos resiste bien la permanencia en botella y todos los demás directamente la aman.