Refrescante, amable y frutal
viernes 15.jun.2018 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Es flor y es de Muga. Un juego de palabras que se puede complicar hasta donde se desee. Flor (también yema o lágrima) porque se elabora con la primera parte, en torno al 50%, del mosto que fluye tras el estrujado. Y también, se supone, por esos tenues aromas a flores blancas que surgen en compañía de recuerdos a fresas, frambuesas y frutas con hueso.
La maceración, muy corta, lo viste con los tonos más pálidos del rosa y la fecha de la vendimia lo convierte, gracias a su acerada acidez, en uno de los más refrescantes rosados de nuevo cuño. Un estilo, llamado provenzal, que se abre camino a pasos agigantados en un país, el nuestro, marcado por las muchas horas del sol, los tórridos veranos y la creciente pasión por la gastronomía.
La clave del éxito parece estar en el respeto al proceso de elaboración que ha permitido a los rosados de esta parte del Mediterráneo francés alcanzar las cotizaciones más elevadas del mundo. Así, no faltan las notas casi inapreciables de la fermentación en madera ni las serias y convincentes sensaciones de un trabajo sobre lías. Todo ello unido a la enorme expresividad y el carácter amable y frutal de las cepas viejas de una de las más nobles variedades, la garnacha.