Fruta, frescor y profundidad
lunes 25.jun.2018 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Proyecto novedoso, pequeñas producciones, paraje casi desconocido y clima frío. Esos son algunos de los parámetros que enmarcan a los vinos de Finca Río Negro, en el término municipal de Cogolludo, al norte de Guadalajara. Cepas cultivadas en altura que se benefician de las ventajas de un ciclo largo y de una madurez pausada.
Sus vinos, especialmente los tintos, exhiben intensos aromas primarios, inusitado frescor y mucha profundidad. Su más cuidada elaboración, el Finca Río Negro 5º Año del 2013, refleja claramente la suma de esas virtudes y muestra su orientación hacia la fruta negra combinada con la finura de buenas maderas. Un vino de guarda con mucha vida por delante.
El resto de los tintos repiten esquema con diferente ambición. Notas de violeta y grosella envuelven a la primera impresión del 992, nombre que declara la altitud de la finca. Un ambicioso joven roble del 2016, con 7 meses de barrica, que permite aproximarse al estilo de la casa. Sensaciones que amplía, en un claro salto hacia adelante, el Finca Río Negro de 2014. Un vino con doce meses de barrica en el mejor estilo de la casa: una impactante presencia de fruta negra y la textura amable de sus taninos.
La bodega tiene también un sorprendente gewürztraminer. La búsqueda de madurez y potencia les permite ofrecer una buena dosis de aromas a flores (rosa, azahar) y la característica presencia de lichis junto a los recuerdos amielados. Un blanco que quiere ser calificado de gastronómico y que por su seriedad, complejidad y clara sensación de volumen en boca cumple sobradamente ese propósito.
Cabría pensar que ya solo el paso del tiempo, y por tanto la mayor edad del viñedo, vaya escribiendo el futuro. Pero es posible que la definición de sus tintos se vea pronto modificada. El hallazgo en la zona de una variedad de uva desconocida y con gran potencial enológico es un premio capaz de trastocar los planes de cualquiera.