Legaris, el origen por enseña
lunes 26.nov.2018 por Ignacio Pérez Lorenz 0 Comentarios
Imposible no enamorarse de un ribera del duero tan diferente. Fresco, también serio y a la vez delicado; no solo frutal sino también floral y sobre todo muy elegante. Es el espíritu de las frías tierras sorianas trasladado directamente a la botella en añada destacable. Así nace, Alcubilla de Avellaneda 2015, uno de los tres títulos de la colección Vinos de Pueblo que Legaris, del grupo Codorníu, está a punto de sacar al mercado.
Comparte con sus otros dos compañeros cosecha, denominación de origen, variedad y crianza en maderas francesas. Las barricas son mayoritariamente bordelesas pero también hay alguna de mayor tamaño para cuidar todavía más la expresión de cada terruño. Sus diferencias, como el tipo de depósito en el que han terminado de afinarse, son casi todas pequeñas salvo una que resulta fundamental: llevan el origen por enseña. Es la impronta que dejan suelos, altitudes y hasta microclimas diferentes; el inconfundible estilo que cada término municipal ha transmitido desde hace siglos a sus tintos. Siempre fue así pero pocas veces ha resultado tan fácil apreciarlo claramente.
Concentrado, potente, con la agradable sensación arenosa de sus taninos, señalado por vivas impresiones animales e incipientes notas a cuero. Es parte de la huella que deja Olmedillo de Roa 2015. Se elabora con el fruto de viejos viñedos en vaso de la localidad del mismo nombre y es claro representante de ese carácter de la Ribera del Duero que a tantos ha seducido. Un vino privilegiado que con tan solo cerrar los ojos te traslada durante unos instantes a las orillas del Duero.
El tercer y último capítulo del recorrido roza la altitud límite de la viticultura castellana. Moradillo de Roa 2015, nacido a 970 metros, consigue madurar gracias a la ayuda de un suelo cascajoso que refleja los rayos del sol. Cuenta con firme estructura, llamativa finura y bastante frescor. Un tinto que termina de extender una extraña verdad: Ribera del Duero hay una y muchas. Exactamente, tantas como pueblos.