
Acabó como empezó. Es decir, maravillosamente bien. El recorrido alrededor del tapeo y el vino del Sur, de una parte del Sur, tuvo un arranque memorable en uno de los templos de la gastronomía sevillana, Becerrita. Y terminó días después - siguiendo la llamada de la querencia - también allí.
Es un espacio que trata con especial cariño las carnes ibéricas, las hamburguesas de gambas o su muy solicitada ensaladilla. En cambio, no es atención ni cariño lo que dedica a los vinos de Jerez sino verdadero amor. Lo que pidas, perfecto. Desde una manzanilla de cualquier marca - y en media botella para hacerlo más difícil – hasta una interesante versión del mismo producto en rama (sin apenas filtrar) procedente de las bodegas Delgado Zuleta. Un muy serio nivel que les hace claros aspirantes al trono que dejó vacante años atrás el Casablanca de la calle Zaragoza. 
Y en medio, entre esas dos visitas, experiencias de todo tipo. En el Puerto de Santa María, Romerijo sigue teniendo el gusto de señalar en la vitrina la procedencia de sus mariscos al peso. Lástima que media botella de fino de esa localidad tarde en recorrer los pocos centenares de metros que le separan de la bodega casi un año. Y que se acerque así, peligrosamente, al límite señalado por la fecha de consumo preferente que sus elaboradores establecen como casi siempre con generosidad. El servicio, mejorable.
A su lado un establecimiento, Casa Paco, recomendable por su honestidad. Las mesas
se llenan para consumir sus conocidos soldaditos de Pavía: una crujiente masa frita que en su interior ofrece, en otras ciudades tajadas de bacalao, y en ésta un buen lomo de pescadilla sin espinas. El resto de la oferta, también sin trampa ni cartón.
La Carboná, en Jerez, es el interesante resultado de transformar una antigua bodega es un restaurante simpático y acogedor, en el que no queda duda de que sus propietarios saben lo que es cocinar. Destacan por la maestría con que manejan excelentes carnes de todo tipo a la brasa, aunque quien tenga la fortuna de recalar en época de almadraba podrá deleitarse con su memorable tartar de atún.
Y la gloria, de nuevo, en una pequeña y sencilla taberna de Sanlúcar de Barrameda, Casa Perico. Sus frituras de pescado
sorprenden gratamente por la inusual frescura de la materia prima. La manzanilla, también excelente. No hace falta probar más para sentirse obligado a darles las gracias por ser así.