Cuento de Navidad Digital (VIDEO)
miércoles 25.dic.2013 por Juan Carrillo 0 Comentarios
Tal y como me habían anunciado, el primer fantasma se apareció ante mí.
Era una extraña figura, como un anciano del tamaño de un niño. La piel de su cara era pálida y lisa, pero de cuando en cuando se arrugaba como si la recorrieran interferencias electromagnéticas que me recordaron a mis viejas películas en VHS.
Era el espectro de la creatividad digital del pasado y, con un poder al que no encuentro explicación, me mostró el año de mi nacimiento. Fue en 1972 cuando se grabó este vídeo, probablemente la primera animación en 3D. Fue grabada por Edwin Catmull (uno de los creadores de Pixar) y Fred Parke en la Universidad de Utah.
El fantasma de la creatividad digital del presente se presentó con sencillez, sin dramatismos. Parecía haber pasado una mala racha y su escasa vestimenta se encontraba en muy mal estado, pero su rostro era sonriente. Transmitía una amable confianza en que las cosas, por fuerza, habrían de salir bien.
Sus ojos grandes y sinceros me miraron fíjamente y mi mente se llenó de imágenes creadas por el equipo de Dvein, uno de los estudios españoles más creativos e inspiradores.
Poco después, vi aparecer a lo lejos al fantasma de la creatividad digital del futuro. Una sombra oscura parecía rodear su figura y dejaba a su paso una sensación de tristeza. Desde la profundidad de la capucha con la que cubría su rostro, las vacías cuencas de lo que un día fueron sus ojos me interrogaron con fiereza. ¿Qué sentido tiene mantener la esperanza en el talento o la creatividad en una sociedad en la que se valora tu capacidad de consumir por encima de tu capacidad para crear?
Acojonaba, pero no me eché atrás. Le enseñé este vídeo, donde pudo aprender más sobre el proyecto educativo GAMESTAR(T) en Madrid.
Adiviné un rastro de diversión en la no-mirada del fantasma. Se alejó de mí negando suavemente con la cabeza, como si no pudiera creer que alguien defendiera aún la importancia de la educación y el espíritu crítico.
Pensé en hacerle un corte de mangas, pero decidí no forzar mi suerte.