300, el secreto de los griegos
viernes 7.mar.2014 por Juan Carrillo 0 Comentarios
Creo que si buscas "placer culpable" en el diccionario, te sale el cartel de la película 300. La única manera de que no la conozcas es que hayas vivido en una cueva los últimos 16 años, que es el tiempo que hace que el dibujante y guionista Frank Miller creó el cómic original.
La continuación era inevitable (tanto, que sus productores amenazan ahora con toda una serie de películas). La película original había costado apenas 65 millones de dólares, pero recaudó más de 456 millones en cines de todo el mundo.
Esa es la ventaja, amigos, de rodar una película dentro de una gran caja verde. Te ahorras una pasta en decorados, transporte... e incluso actores, porque a los extras los puedes hacer por ordenador! Eso sí, mantener la dignidad en el rodaje resulta complicado.
Aunque no nos enamorara en su momento, conforme ha pasado el tiempo a algunos nos ha ido gustando más la película. Y no somos pocos, en Metacritic la nota de las críticas profesionales sigue siendo descorazonadora: un 51%, pero la de los aficionados alcanza un 7 de 10, notable por los pelos.
La nueva 300, el origen de un imperio (dirigida por Noam Murro) intenta replicar el estilo visual de la primera película: mucha cámara lenta, postureo, miradas intensas y batallas interminables (en esta ocasión, en el mar). Un mundo creado casi íntegramente por ordenador y algunos elementos reales rodados en unos estudios virtuales búlgaros.
Eso sí, parece que una de las exigencias del casting era que los actores accedieran someterse a un entrenamiento intensivo para conseguir la tableta abdominal que se está convirtiendo en marca de la casa. Nada de efectos visuales aquí.
Quizá se pueda criticar a Murro no preparar cada plano con la meticulosidad con la que trabajó Zack Snyder en la anterior película, creando en esta ocasión un producto menos preciosista, pero de consumo más fácil.
Algunos echarán de menos a los guerreros espartanos, pero en su lugar tenemos muchos más griegos (aunque no tan cachas) y algunos actores que repiten en su papel para dar continuidad.
Entre ellos Rodrigo Santoro, Xerxes, que tuvo que grabar casi todas sus escenas en solitario para luego insertar su imagen a un tamaño mayor que el real.