Teruel existe!
El pasado fin de semana se celebró en Teruel la primera edición del Festival de música independiente Vinilove, y el grupo en el que toco tuvo el privilegio de participar y clausurar este nuevo certamen que nace con la ilusión de convertirse en una cita anual ineludible, como lo son ahora sus hermanos mayores del Contempopranea, el Sonorama o el Ebrovisión y algún paisano como el Easy Pop Weekend de Andorra. Estos, parecidos a la cita turolense en su génesis, surgieron hace ya más de una década de la inquietud y la ilusión de jóvenes que pretendían acercar a su tierra la música que les apasionaba y unía.
Antes de establecerse, los festivales de este tipo podían verse incluso contemplados con escepticismo por periféricos, pero con el paso de los años y el trabajo coherente, han pasado a formar parte del paisaje y la riqueza cultural de sus respectivas regiones de origen. Uno, con la perspectiva del tiempo, no puede sino recordar sus orígenes y su verdadero espíritu, el cual, a pesar de los años, sigue intacto y presente, preservando la llama que ha logrado prender entre los numerosos y eclécticos festivales que se desarrollan por todo el país.
Cuando se tiene la suerte de participar en uno de estos certámenes, se percibe lo importante que es que la gente haga las cosas con pasión y cariño. El del sábado fue uno de esos días en los que todo el mundo, incluido el público, se da cuenta de todo el trabajo y el empeño que hay detrás de un evento de estas características. Y es esa convicción la que llevó a que el festival pudiera imponerse a las inclemencias del tiempo, a las adversidades y a la mala suerte. Al final se pudo reconvertir el evento y ponerlo a cubierto de ese “aire libre” (lluvias y bastante fresquito) que a punto estuvo de hacernos a todos prisioneros. Y así, en una carpa adyacente al escenario previamente planeado para ser el que albergara la cita, pudimos resguardarnos de las amenazas y los ataques del cielo y celebrar lo que sin duda significa el principio de algo especial llamado a consolidarse.
Porque Teruel existe, y también esos colectivos que, alejados de la opulencia y el despilfarro, basan su razón de ser en la elaboración de proyectos y propuestas que aunque arriesgadas, tienen la suficiente calidad humana y artística como para quedar anotadas en nuestro calendario y trascender al paso del tiempo y las modas.
Esperemos pues, que en los próximos años la de Teruel se convierta en una cita ineludible que nos anuncie cada temporada la llegada del verano, de los festivales y de la buena música.