Diez. Maleta de cartón
Una maleta de cartón. Antaño fue la herramienta rectangular de trabajo de los viajantes de comercio y el símbolo arrastrado del emigrante español en el extranjero. El cartón piedra imposible de las maletas, tan enemigo de la humedad, se ha sustituido por otros materiales y artefactos portátiles que se conectan con mayor facilidad a la red, pero la emigración, un fenómeno que el futuro iba a encargarse segurísimo de mandar a hacer puñetas definitivamente, la emigración, la muy cabrona, ha regresado. Una vez más, el futuro nos la ha vuelto a jugar. No tiene palabra.
Cierto día del mes de abril de 1965, Antonio escribió a la radio una carta desde Holanda, donde trabajaba, e incluso también residía fuera de su horario laboral. El programa en cuestión se titulaba "La hora joven", a pesar de lo cual, iba dirigido a los oyentes no adultos de la época. A veces, en "La hora joven" se practicaba una costumbre muy de la época: leer las cartas en antena. Para ello, era preciso rasgar el sobre, extraer el papel, obviar la salutación, saltarse la paja e ir directamente a leer el grano. El grano epistolar de la misiva que envió Antonio aquel día a la radio era el relato de la vida cotidiana de un emigrante español en Holanda. Era decir: su propia vida. Corría la radio y el año de 1965, abril, diez. Y exactamente así debió sonar entonces: audio para recordar y sonido para comparar.
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