Dieciocho. El desahucio.
No. No es desahucio sino embargo. Sin embargo, las dos cosas presentan bastantes puntos en común. Son ambas palabras feas, suenan mal, las ordena siempre un juez, puede que incluso el mismo, y puede que incluso dentro de su misma jornada laboral de lunes por la mañana. La primera estaba de moda ya en el XIX. El desahucio ha alcanzado el siglo XXI en plena vigencia y de total actualidad. En la vieja radio, el 25 de julio del año 1979 era de noche cuando se atendió una petición del oyente. O de la oyente, porque se llamaba Pepita y pedía, no un disco dedicado, que eso estaba ya muy visto, sino un poema dedicado y recitado por una de las estupendas voces del cuadro de actores de la emisora.
La antigüedad sonora que viene con el Audio Para Recordar de turno es la lectura del poema que pidó Pepita: "El embargo", un clásico popular de José María Gabriel y Galán, el autor- maestro nacido en Salamanca, que vivió la mayor parte de su vida breve en Extremadura, bien que escribió sobre sus gentes, y dicen, por cierto, que odió como nadie la existencia en las grandes urbes.
La protagonista de "El desahucio", quiero decir de "El embargo", es realmente una cama. Yo, confieso que hasta ahora no lo sabía, pero me aseguran que a uno le pueden desahuciar repetidas veces de distintas residencias habituales, que te pueden retirar la custodia de los gemelos, los dos a la vez, pueden desalojar a tu abuela del nicho familiar de un día para otro, o hasta arrancarte el titanio de la prótesis dental si te retrasas en el pago de la letra del coche. Pero lo que la ley impide, es que te embargen la cama.
La cama es sagrada. La ley protege el lecho donde caerse muerto, ese lugar donde despacha consultas ordinarias la almohada, el único sitio donde el tiempo pasa sin sentir, ese espacio íntimísimo que te brinda la horizontalidad total. A no ser que esté chapada muy a la antigua o forjada en oro de 24, la cama es cosa tuya, tu renta básica de supervivencia, tu servicio mínimo público individualizado. Pero no. No me lo acabo de creer, así que si mientras se re-escucha el poema en el Audio Para Recordar de hoy, a ver si hay por ahí alguien de Legálitas que me pueda confirmar lo de la cama, ¿es cierto que la ley protege tu cama como si fuera cualquier otro derecho humano fundamental de tres al cuarto? Gabriel y Galán no parecía tenerlo muy claro: radio del 25/07/1978.
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