Treinta y tres. Entrevista con el peluquero
La antigualla sonora de turno data de cuando España, en materia de peluquería, no conocía el término medio: o de señoras-señoras, o de caballeros-caballeros. Qué es eso de unisex. Y otra curiosidad de la época: a los becarios, sorprendentemente, se les denominaba entonces "aprendices", y no diseñaban circuitos, ni investigaban en laboratorios, sino que se dedicaban a arreglar grifos, o a trastear con motores de explosión, lo cual les permitía llegar a los 18 con el grado de oficial de primera, o habiendo terminado el "master" de maestro tornero-fresador, y así podían casarse y comprarse
coche, que una cosa llevaba aparejada la otra, y justamente eso suponía, lo del coche digo, no alcanzar la felicidad total pero sí tener medio camino recorrido hacia su plena consecución.
Nada de lo que llevo escrito hasta ahora va en broma. Sale todo, más o menos así, en el Audio Para Recordar de hoy. El oficial y caballero de la peluquería sesentera se llamaba Rafael Jorge. No tenía aún negocio propio pero sí un nombre compuesto y una novia descompuesta que le acompañó -aquí presente para servirle sí señor- aquel día de San José obrero del año 1965 al estudio de radio para que le interviuvaran.
Uno de mayo del 65: entrevista con el peluquero, un caso de rabiosa, perentoria y urgentísima vocación por ese modesto oficio que no ha vivido ninguna crisis, más allá de la de todos los días, ni siquiera en los tiempos de la moda beatle.