Algo sonoro más todavía para recordar de la radio de los últimos 75 años. En este blog se vuelcan las otras historias de la radio, las mínimas, los sonidos complementarios a la historia oficial, a veces las voces secundarias de las ondas, no por más prescindibles menos imborrables en el recuerdo de muchos. La memoria será frágil pero el archivo de RNE es ancho y largo y profundo. ¿Qué sonido quieren recordar? Seguro que lo tenemos pero si no, lo pintamos o bajamos a buscarlo a los infiernos.
Respirar a duras penas es lo primero, después llorar a moco tendido y finalmente buscar como loco la teta más cercana para chuparla compulsivamente. Mamar es el primer verbo que conjuga un recién parido, y una ubre rebosante el primer ansiolítico natural del ser humano. La llamada cultura popular, que nunca se pierde en bobaditas secundarias y acostumbra a no ocuparse mas que de cosas trascendentales, lo tiene claro desde siempre: lo importante que resulta chupar para calmar los rugidos punzantes de la puta hambre cuando uno no tiene ni los dientecillos de leche.
En el Audio Para Recordar de hoy, que data del año 1979, sale la actriz Concha Goyanes recitando sentidamente para la radio una auténtica joyita poética del rapsoda extremeño Luis Chamizo. Se titula "el chiriveje" y está narrada en castúo. Se le entiende todo. Habla acerca de cómo debe poner uno los morros para amamantar mejor, e incrustar con ahínco la nariz contra el borde rocoso del pezón, sin miedo a quedar chato de mayor, de poner luego los ojillos tunos y mirar agradecido a lo alto de reojo entre una chupadita y otra. Más vale empujar jondo y remeter el jocico, que aquellos que tienen la naris picúa, es que sus madres ajuyéronles las tetas. Cosas del sano mamoneo.
Ya que de ésta no parece que nos vaya a sacar la economía, ni la ciencia, démosle una nueva chance a los poetas, los únicos capaces de pilotar con su imaginación la máquina del tiempo que nos permita desandar lo andado y volver al principio de todo, para enderezarlo, o para quedarse por siempre allá que tan bien se estaba.
En este Audio Para Recordar del ocho de enero del año 1979 sale una breve lectura poética, un clásico entre los clásicos de Gerardo Diego, titulada: "Y tu infancia". Es un viejo recitado radiofónico del actor Enric Arredondo, que persevera en perforar literariamente la llaga de la infancia como patria común eternamente perdida y anhelada. Así, lo que no acaba de conseguir la física cuántica ni la teoría de la relatividad de marras, lo logran unos cuantos versos simples, hilvanados levemente entre sí, sin apenas rima: poner patas arriba el inexorable paso del tiempo siquiera unos instantes, y volver a la infancia. A la tuya.
No es históricamente tan significativa, pero sí más emocionante que la inauguración de un pantano en la España de Franco, la transmisión de la botadura de un enorme buque destinado a surcar las aguas del Estrecho de Gibraltar. El Audio Para Recordar de hoy recoge el testimonio sonoro fugaz de aquel momento, tal y como quedó grabado en la memoria sonora de la radio el 27 de mayo del año de 1952. El transbordador se llamaba "Virgen de Africa".
De Pepín Fernández, en uno de los pedazos de audio más rancios pero mejor conservados en la vasta memoria sonora de la radio. "Esta es su vida", podía ser el subtítulo del espacio que se llamaba "El momento del destino", un programa de David Cubedo que se emitía los sábados de la temporada 1963/1964. El personaje invitado en cuestión contaba su vida y milagros, pero en doce o trece minutos, brevemente, lo cual es muy de agradecer en lo tocante al género biográfico, más aún si además de bio es monográfico. El punto culminante de aquel relato radiofónico, era precisamente eso: ese momento trascendental de la existencia del personaje, a partir del cual su vida tomó el rumbo brillante y exitoso que le había llevado a alcanzar tamaña fama o notoriedad pública.
El Audio Para Recordar procede de la radio del 19 de abril de 1964. El ejemplo del breve "biopic" radiofónico del "momento del destino" está protagonizado por Pepín, Pepín Fernández, el fundador de Galerías Preciados, aquel imperio económico de capital enteramente nacional, la viva imagen del triunfo persono-empresarial. En aquel tiempo no se les llamaba emprendedores, sino "hombres hechos a sí mismos". Como muchos de ellos, el asturiano José Fernández, antes de hacerse a sí mismo, había pasado veinte años haciendo a sí mismos a otros mismos, como jovencísimo emigrante en Cuba, empezando a emprender desde muy abajo, como debía ser y como chico de los recados en un comercio.
Pepín, el ejemplo del emigrado aprendiz en ultramar que consigue acabar en el despacho de la presidencia de una gran compañía en España hasta que la empresa es malvendida y luego acaba siendo absorbida por la competencia, era un modelo a seguir por las nuevas generaciones en 1964. Al margen de las peculiaridades de la entonces imperante cultura del esfuerzo, lo cierto es que Pepín importó a España el nuevo concepto comercial de los grandes almacenes que tantas alegrías compradoras nos ha proporcionado desde entonces hasta la actual proliferación de los modernos chinos. Dicen que Pepín fue un luchador heróico que consiguió superar muchas dificultades y que ese mismo espíritu tan personal de lucha acabó perjudicando al negocio. Lo mejor del programa de radio "El momento del destino" no era, como muchos pueden pensar hoy, su asombrosa cabecera y la epatante sintonía, sino la frase final de David Cubedo, esas palabras con las que siempre siempre, invariablemente, solía despedir el espacio.
El pobre. En los setenta, a falta de imeils, feisbuk y tuiter, cuando el hombre de la calle quería hacerse las preguntas de la calle, tenía que salir a la calle, y no a cualquiera, sino a una céntrica para que los micrófonos recogieran el sonido ambiente del tráfico y probar así que no había trampa ni cartón, que el hombre de la calle era real, se encontraba al pie de la suya y que lo de "calle" no iba en broma. La opinión anónima y general de la calle acerca de un tema político de actualidad candente iba casi siempre sobre un personaje de la farándula y se daba de forma individualizada, con nombre, profesión y estado civil eso será porque usted quiere.
Al hombre de la calle, que en aquellos tiempos se equiparaba cuantitativamente con el "ciudadano de a pie", se le tomaba cumplida nota radiofónica de sus inquietudes sobre una cuestión política concreta, y luego se le trasladaban literalmente al personaje de la farándula al que iba dirigida concretamente la cuestión. En este punto es donde interviene un personaje famoso elegido completamente al azar, uno cualquiera: Manolo Escobar. El Audio Para Recordar de esta vez es un pedazo de radio de época del 10 de enero del año 1973. Si Manolo no hacía la calle, la calle le haría a él, sus preguntas completamente anónimas. Para no perderse, especialmente, la que le hace una mujer de la calle, dactilógrafa de profesión, Dominga Valverde, que, amparada en el estricto anonimato, no se cortó. En la radio de 1973. Con Manolo Escobar.
Esta es la petición: "quiero solicitaros que volquéis el noticiario completo de rne de aquel sábado 15 de marzo de 1980 del noticiario de rne que emitisteis por rne informando de la muerte de Felix Rodríguez de la Fuente y sus compañeros Teodoro Roa y Alberto Mariano Huesca que se estrellaron en avioneta en Alaska filmando la Carrera de Iditarod. Me llamo Javier Crespo Alvariño soy gallego y soy un apasionado de rne y de tve y a la vez un inmenso entusiasta y apasionado de Felix Rodriguez de la Fuente en rne y tve".
Audio Para Recordar en dos tiempos: primero los testimonos recogidos en el aeropuerto para informar de la llegada de los restos mortales de Félix Rodríguez de la Fuente el 18 de marzo de 1980. Después, como homenaje, el programa radiofónico "La aventura de la vida" del 20 de marzo del mismo año.
Y otra de Rodríguez de la Fuente, "El hombre y la tierra" con calidad mejorada de imagen y sonido, para no perderse en TVE-2, a partir de hoy mismo, a las 17 horas. Más info aquí.
Para salir de una crisis sin salida no se sale mejor que, o metiéndose en otra, o emprendiéndola. Y a su vez, puestos a emprenderla, hay dos maneras posibles: una, a golpes; o dos: hacerse emprendedor y montarse uno su propia empresa, lo cual resulta más lucrativo porque las emprendedores suelen centrarse en actividades más bien útiles, ya que, que se sepa, no existen empresarios entre profesionales como el anacoreta rural, el oncoinvestigador becario, o el pastor de almas de extrarradio.
Tampoco hay que avergonzarse de algo tan humano como la búsqueda del lucro, aunque para conseguirlo haya uno de eliminar radicalmente la competencia, o peor aún, tener que ponerse a tener ideas, a emprender, innovar, inventar, imaginar... Los inventos de origen español más conocidos universalmente son la fregona, el chupachups, el futbolín de dos piernas...: es decir, una bayeta pinchada en un palo, un caramelo pinchado en un palo, un equipo de fútbol pinchado en un palo: el portero individualmente en el suyo propio. Siempre un palo.
Claro que emprender no es sinónimo de inventar. Emprender puede ser montar una tienda de chuches e ir tirando, o abrir una humilde carnicería para que tus nietos hereden mercadona. Una de nuestras empresarias más conocidas, en todos los sentidos, desde todos los ángulos y bajo todos los puntos de vista, es Ana Obregón. Durante años, Ana fue perseguida por una extraña leyenda urbana: el caso de las tiritas para negros, cuya invención se le llegó a atribuir erróneamente.
La propia Ana lo explicó en la radio en 1988. Al parecer, durante un importante congreso de jóvenes empresarios al que había sido invitada como ponente, y en el que también participaron actrices y modelos como Mario Conde, Marcelino Oreja o Carlos Ferrer-Salat, Ana Obregón centró su intervención en las tiritas para negros, como ejemplo emblemático de una idea simple pero genial, de esas tan sencillotas que siempre hacen que te preguntes cómo, siendo tan tonta la idea, cómo es posible que a alguien como tú no se le hubiera ocurrido antes. Tras su intervención, los asistentes aplaudieron a Ana a rabiar, ignorando la conferencia del pobre Mario Conde, que debió versar sobre cómo emprender impunemente primeros pinitos banqueros. Gracias a la parábola de Ana Obregón sobre los negros y sus tiritas, aquellos jóvenes empresarios terminaron convencidos de que el problema del desempleo en España se acabaría si cada uno de los parados, poniendo un poco de buena voluntad, emprendiera algo ya de una maldita vez, y creara, o por lo menos erigiera, su propio emporio empresarial: aunque fuera pequeño, el emporio, y no lo erigiesen demasiado.
Tiritas negras para negros, amarillas un poquitín pálido tipo asiático, o rojas para los pieles rojas, pero nada de transparentes: emprender tiritas de esas es tontería, porque no dan para forrarse tan bien. Ana Obregón sale en el Audio Para Recordar de la radio del 24 de junio de 1988. Ella no había inventado las tiritas para negros. Seguramente fue otro emprendedor, el mismo que descubrió que, a pesar de no existir verdaderamente el llamado color carne, la rabia es que alguien se había dado más prisa que él y ya lo había patentado.
A una feria del libro suele acudir la gente en tropel a firmar, otros, en menor medida, a que les firmen; unos cuantos a tomar el sol o a montar en triciclo; seis o siete potentados aprovechan su visita a la feria para comprar, normalmente refrescos de cola o botellas de plástico rellenas de agua mineral sin gas, y ya por último, dicen que en todas las ferias hay un viciosillo que, después de manosear el libro, lo paga en la caja y se lo lleva, increiblemente no para regalárselo a nadie, sino para leerlo él mismo ¡él solo!.. Esto debe ser un mito urbano porque, la gente normal, si vamos a comprar un libro, lo primero que hacemos es pedir que nos lo envuelvan "un poco" para regalo, antes siquiera de ir a pagar ni la parte del iva superreducido.
Antaño abundaba en la feria un personaje autóctono de la fauna literaria cuyo habitat natural era el huequecillo de sombra que queda entre un grupo de casetas y el de más allá: el escritor marginal. Era el bohemio, contestatario, juanpalomo de las letras impresas; el se guisaba sus obras, las escribía, las auto-editaba, las intentaba vender y, al final de la jornada las recogía cuidadosamente de su tenderete portable para al día siguiente seguir auto-comprándoselas. El autor marginal, que ahora se sacude la marginalidad gratis escribiendo un blog, llevaba en esa época una vida muy arrastrada. Tenía que ser necesariamente poeta, luego vanidoso a la par que tímido, y asaltaba a los visitantes susurrando un "disculpe un momentito caballero", mientras que los vendedores de enciclopedias salvat de las grandes casetas usaban el grito subliminal de "al abordaje" para lanzar las garras de la venta a cómodos plazos sobre sus víctimas.
En el Audio Para Recordar de hoy sale un autor marginal con el que los reporteros de la radio se toparon en una esquina tras haber entrevistado a los grandes firmadores de la feria del libro de Madrid de 1980. Su apellido: García del Oso. No tenía negro que le escribiera. El hacía las veces de su propio negro, y su alter ego era un seudónimo, un seudónimo registrado en la SGAE porque si un autor, aunque fuera a la vez auto-editor, auto-vendedor y auto-comprador de sus libros, si un autor no se hacia socio de la sociedad general de autores de España, una de dos: o es que no era de verdad autor, o es que jamás en su vida había sido socio de sociedad alguna, ni del atleti. Ahí va la radio de 1980 en la feria del libro del momento. Eran tiempos extraños, muy raros, porque los libros solo se leían en papel y la radio no se escuchaba a través de internet, únicamente en transistores.
Algo sonoro más todavía para recordar de la radio de los últimos 75 años. En este blog se vuelcan las otras historias de la radio, las mínimas, los sonidos complementarios a la historia oficial, a veces las voces secundarias de las ondas, no por más prescindibles menos imborrables en el recuerdo de muchos. La memoria será frágil pero el archivo de RNE es ancho y largo y profundo. ¿Qué sonido quieren recordar? Seguro que lo tenemos pero si no, lo pintamos o bajamos a buscarlo a los infiernos.