Ángel Carmona

Tenía que pasar. No lo decidimos nosotros: de repente, amanece. Y a esa hora, ni los pájaros cantan, ni las nubes se levantan, pero la radio suena. Tenemos el tiempo justo para afeitar al gato, sacar la barba a paseo, llegar pronto al atasco y tropezarnos con un trabajo. Enciende la radio, que no es para tanto.